50 años de su
denuncia a la traición de Fidel Castro
El Nuevo Herald.
22 de octubre del 2009. En la madrugada del 21
de octubre de 1959, el legendario comandante Huber Matos tuvo la
sensación de que aquel sería el último día de su vida y decidió grabar
su testamento político para la posteridad antes de que la tropa de
Camilo Cienfuegos llegara al Regimiento Militar de Camagüey para
arrestarlo por supuesta traición a la patria.
"Fue una respuesta a las
acusaciones de traidor y sedicioso que había lanzado Fidel Castro contra
mí en las horas que siguieron a mi carta de renuncia'', recordó Matos el
miércoles desde su casa en Miami. "Estaba convencido que tenía las horas
contadas y le pedí al capitán Rosendo Lugo que encendiera una grabadora,
pues quería dejar grabada toda la verdad para el pueblo cubano''.
Luego del arresto y
procesamiento judicial de Matos por un consejo de guerra en La Habana,
la cinta fue sacada de la comandancia de Camagüey en circunstancias
desconocidas y enviada subrepticiamente a Puerto Rico, donde terminó
registrada en un acetato de larga duración.
La grabación --con
apenas 20 minutos de duración-- es prácticamente desconocida y Matos ha
recuperado una copia de manos amigas para escucharla junto a amigos y
seguidores, 50 años después de los vertiginosos acontecimientos que lo
llevaron a la prisión y al exilio. La reunión para rememorar la
histórica renuncia del entonces mítico comandante revolucionario se
efectuará este domingo 25, a partir de las 9:30 a.m., en las oficinas de
la organización Cuba Independiente y Democrática (CID), en el 10020 SW
37 Terrace, Miami. La sesión estará abierta al público.
Vital y lúcido a los 91
años, Matos rememora el momento crucial de su renuncia, anunciada en una
carta a Fidel Castro la víspera de su detención.
"Mi verdadero propósito
fue alertar al pueblo cubano en un intento por evitar la tragedia que se
avecinaba'', manifestó Matos. "Para esa fecha estaba convencido de que
Fidel Castro era parte de la conspiración comunista fraguada por Raúl
Castro y [Ernesto] el Che Guevara. Queríamos parar la traición y
restituir la república sobre el respeto a las estructuras democráticas''.
Matos había presentado
una solicitud de renuncia a su cargo de comandante del Ejército Rebelde
en junio de 1959, inconforme con la inclinación comunista del proceso
revolucionario, pero Castro no la aceptó.
Cuatro meses después, el
20 de octubre, envía una carta definitiva al líder cubano: "No deseo
convertirme en obstáculo de la revolución y creo que teniendo que
escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y
lo revolucionario es irse''.
La reacción de Castro no
se hizo esperar. Lanzó airadas acusaciones contra Matos arengando al
pueblo a través de la radio, ordenó a la policía y a las fuerzas
tácticas del aeropuerto de Camagüey que se sublevaran contra el mando
militar, y envió a Camilo Cienfuegos a arrestar al supuesto jefe
insubordinado.
"Todo fue preparado por
Castro para que hubiera un enfrentamiento para meternos en la trampa de
la rebelión'', consideró. "Afortunadamente me reuní con todos los jefes
del regimiento, que eran unos 950 hombres dispuestos a pelear, y barraca
por barraca fuimos diciéndoles que nadie podía desenfundar un arma,
porque hubiera sido un baño de sangre''. De los hechos traumáticos que
rodearon aquellas horas, confiesa que nunca podrá olvidar el gesto de
dos entrañables integrantes de su tropa que se suicidaron en señal de
protesta tras conocer las órdenes de Castro: el capitán José Manuel
Hernández, que se suicidó de un balazo en la sien, y el teniente José
León García, quien, desarmado, se partió el corazón con un cuchillo.
Matos recuerda que
durante su destitución, Camilo Cienfuegos llamó a Fidel Castro para
decirle que se estaba cometiendo una injusticia.
"Camilo estaba
abochornado por la misión de destituirme y llamó por teléfono a Fidel
para decirle que era una metedura de pata lo que se estaba haciendo
conmigo y con mis subordinados'', relató. "La respuesta del otro lado de
la línea la escuchó en silencio, poniéndose pálido, con el rostro
desencajado. En ese momento tuve el primer presentimiento de que la
carrera de Camilo estaba acabada''.
Cienfuegos desapareció
misteriosamente el 28 de octubre de 1959 cuando se trasladaba de
Camagüey a La Habana en un avión Cessna, sin que se hallaran rastros de
la catástrofe. Matos dice que está convencido de que fue un asesinato
perpetrado por Fidel Castro.
Días antes de la
desaparición de Cienfuegos, Matos fue trasladado a La Habana custodiado
personalmente por el comandante Ramiro Valdés, jefe de inteligencia del
Ejército Rebelde (G-2) y posterior ministro del Interior. Entre el 11 y
el 15 de diciembre transcurrió el consejo de guerra, que le impuso una
condena de 20 años de cárcel.
Matos cumplió la sanción
penitenciaria hasta el último día. Fue liberado el 21 de octubre de 1979
y enviado a Costa Rica apenas horas después de salir de la cárcel. No
pudo cumplir con su voluntad de visitar la tumba de su madre, en el
poblado oriental de Yara, antes de marchar forzosamente al exilio.
Pero asevera que no
guarda odio en su corazón y no puede ocultar su entusiasmo cuando habla
del futuro de Cuba.
"Vivo con la convicción
de que voy a regresar a Cuba, no para meterme a aspirar a puestos
gubernamentales a mi edad, sino para ser un promotor de las
instituciones democráticas que permitan el renacimiento de la nación'',
afirmó Matos. "No me arrepiento de haber luchado por derrocar a una
dictadura militar [Fulgencio Batista], sino de que mi esfuerzo haya
servido para llevar al poder a este fraude que se dice llamar revolución
cubana''.
Está al tanto de la
actualidad cubana y del desempeño de los jóvenes desafectos al régimen.
Elogia y lee con frecuencia los textos de la reconocida bloguera Yoani
Sánchez y días atrás recibió en su casa al rockero Gorki Aguila, un
feroz crítico del sistema comunista de la isla.
"El daño que ha hecho Fidel Castro a la nación cubana va a necesitar
varias generaciones para repararlo y nunca regresaremos al punto de
partida'', reflexionó Matos, autor del libro de memorias Cómo llegó la
noche (2002). "Castro ha convertido la república en un feudo, en un
prostíbulo, en un manicomio''.
Matos no es partidario
de mantener la pena de muerte de manera permanente en la Cuba futura,
pero considera que "no debe haber perdón para los principales culpables
de la tragedia nacional''.
"Estoy a favor de un
Nuremberg cubano para juzgar a los que teniendo la opción de redimirse,
no se rediman'', opinó. "Pero Fidel y Raúl Castro tendrán que ser
colgados de las farolas del Malecón de La Habana si llegan con vida al
final de este proceso. Dejarlos vivos sería un gesto de debilidad que no
debería permitirse el pueblo cubano''.
Fuente: El Nuevo Herald
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