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Los izquierdistas latinoamericanos temen al precedente hondureño

Miami Herald. 19 de agosto del 2009. Las posibilidades de que Manuel Zelaya sea repuesto en la presidencia de Honduras se alejan con cada semana que pasa. En toda Latinoamérica, tanto aliados como adversarios consideran que se está sentando un precedente.

Es un rayo de esperanza para la elite conservadora de la región, que ha presenciado con desaliento durante la última década cómo una ola de presidentes izquierdistas ha subido al poder, prometiendo echar abajo el sistema y dar mayor poder a los pobres.

Cuando el otrora moderado Zelaya inició ese camino, los militares, el Congreso y la Corte Suprema se aliaron para derrocarlo y, pese a protestas en todo el continente, el gobierno instalado por el golpe sigue en el poder. ¿Podría ser éste el modelo que los conservadores latinoamericanos buscaban desesperadamente?

El dictador venezolano Hugo Chávez, que fue derrocado durante dos días en un golpe en el 2000, afirmó que el "dictador" cubano Fidel Castro le dijo que la situación en Honduras "abrirá la puerta a la ola de golpes que se viene en América Latina".

"Fidel dice algo que es muy cierto", agregó.

Y según dijo el presidente ecuatoriano Rafael Correa, estrecho aliado de Chávez y Zelaya, "tenemos algunos estudios de inteligencia que dicen que, después de Zelaya, el próximo soy yo".

En toda la región, los conservadores que desde hace largo tiempo gobernaban Latinoamérica -y que siguen en gran parte de ella- están manifestando su inquietud con levantamientos armados en Bolivia y marchas en Guatemala donde decenas de miles de manifestantes han exigido la renuncia del presidente.

Pero el caso más extremo se produjo en Honduras, un país con tres décadas de estabilidad política y siete presidentes consecutivos elegidos democráticamente.

"Sorprende mucho el golpe realmente", dijo Jorge Acevedo, subdirector de un grupo hondureño defensor de los derechos humanos. "La sociedad no la esperó. Creíamos que el derecho civil era un tema superado en el país".

Los soldados arrestaron a Zelaya el 28 de junio y lo enviaron al exilio, y horas después el Congreso proclamó al segundo en línea a la presidencia, Roberto Micheletti. En las seis semanas desde entonces, las manifestaciones de los partidarios de Zelaya y los esfuerzos diplomáticos de varios países desde Estados Unidos hasta Venezuela han sido infructuosos para lograr el retorno de Zelaya.

La presidenta argentina Cristina Fernández, cuya popularidad se ha venido abajo, dijo que permitir que el gobierno interino hondureño siga en el poder hasta las elecciones presidenciales del 29 de noviembre socavaría la democracia en toda la región.

"Bastaría que alguien diera un golpe cívico ayudado por fuerzas militares, o simplemente cívico, y luego subsanar esto con una convocatoria a elecciones, con lo cual entonces las garantías democráticas serían una verdadera ficción", dijo Fernández a líderes sudamericanos.

Honduras respondió dando a la misión diplomática argentina 72 horas para salir del país.

Quienes han causado conmoción en países gobernados por la izquierda insisten en que son ellos quienes defienden la democracia.

Muchos de los llamados gobiernos "revolucionarios" que han llegado al poder mediante las urnas, desde Nicaragua hasta Bolivia, no sólo han tratado de redistribuir la riqueza sino también levantar los límites de su período en el poder. Muchos han reducido los poderes de sus oponentes, que han hecho sentir a las elites tradicionales que sus bienes privados, inversiones y libertades democráticas corren peligro.

"Creo que Zelaya dio razones suficientes para que lo sacaran del gobierno, y estas razones, en Venezuela, sobran", comentó el líder opositor venezolano José Luis Farías. "Son de muchísimo más bulto las violaciones a la Constitución que hace Chávez que las que hizo el propio Zelaya".

En Bolivia, el gobernador opositor Rubén Costas calificó la destitución de Zelaya como una reacción lógica.

"Las imposiciones y arbitrariedades tienen un límite", afirmó. "Lógicamente hay reacción hacia la imposición de arbitrariedades y hacia un proceso que sigue el mismo libreto determinado y comandado por Hugo Chávez, que lo único que quiere es una Constituyente para la perpetuidad de los caudillos".

Por supuesto, el precedente de Honduras tiene sus limitaciones.

Ningún otro líder en la región enfrenta el aislamiento político que desplazó a Zelaya del poder de manera tan expeditiva: los militares, la Corte Suprema y aun su mismo partido político se volcaron contra él cuando profundizó su alianza con Chávez y buscó cambios constitucionales en desafío a los fallos de la justicia.

En otros puntos en la región, muchos de los líderes ya han cimentado su poder, en parte por medio de plebiscitos y nuevas constituciones aprobadas por gran mayoría de votantes. En Venezuela, otras ramas del gobierno, incluyendo el Congreso y el poder judicial, están llenos de aliados de Chávez, lo que deja a sus oponentes pocas opciones para volver al poder.

"Sacar a Chávez por la vía legal, o sea, a través de las instituciones, sería bastante difícil porque él tiene un control absoluto sobre todas las instituciones el país y a esto se suma el control de otras instancias como las fuerzas armadas", dijo Farías.

Los líderes izquierdistas no quieren correr riesgos.

Ecuador anunció planes de crear comités de ciudadanos para defenderse de golpes al estilo hondureño. Correa no ha dado detalles de cómo funcionarán esos grupos, pero sus críticos temen que sean similares a los Comités para la Defensa de la Revolución, de Cuba, utilizados para vigilar las actividades "contrarrevolucionarias".

El presidente boliviano Evo Morales, quien calificó de "golpe civil" dos semanas de cruentas protestas en el este del país el año pasado, anunció recientemente que tres hombres muertos por la policía habían planeado asesinarlo en un golpe apoyado por líderes opositores.

El guatemalteco Alvaro Colom atribuyó a las elites indignadas por sus intentos de eliminar resquicios impositivos empresariales la movilización de millares de manifestantes en mayo. Éstos exigieron su renuncia después que una videograbación de un abogado prominente anticipó su propio asesinato y culpó a Colom.

Y para muchos líderes latinoamericanos que se sienten confiados en su poder, Honduras ofrece una lección por la rapidez con que un presidente puede perder el control.

Luis Vicente León, un analista de la encuestadora venezolana Datanalisis, dijo que todos los líderes izquierdistas latinoamericanos "tienen muchos enemigos".

"Nadie es inmune", sentenció.



Fuente: © 2009 El Nuevo Herald.