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¿Gestos conciliatorios y concesiones a cambio de qué?
No olvidemos que la sucesión es la agenda del continuismo y la tiranía
Editorial
La Nueva Cuba
El fantasma de Munich ronda las mentes calenturientas de muchos en
Europa y América y por qué no, de cubanos dentro y fuera de la Isla. No
aprendieron la lección. Aún creen que es un buen comienzo el hacer
gestos y concesiones a cambio de nada al grupúsculo que en Cuba continúa
aferrado al usufructo del poder.
Se sugieren fórmulas similares a aquellas que años antes del
desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, no cejaban en
producirse, creyendo apaciguar a aquellas aves de rapiña. No fueron al
final sino señales equívocas, confusas y cobardes que por el contrario
alentaron aún más las ambiciones desenfrenadas de los enemigos de las
libertades.
Erradamente creen que lo importante es hacer concesiones, hacer gestos
múltiples a La Habana, sin que siquiera ello sea justificado por la más
mínima señal de muestra de flexibilidad alguna, inexistente por supuesto
por parte de aquellos que no sólo tienen control absoluto de nuestra
patria, sino que además no tienen intención alguna de cederlo en lo más
mínimo.
Nadie discutiría que quienes han permanecido atrincherados en el poder
por casi medio siglo en Cuba -hombres envalentonados y poseídos-, están
armados de la firme convicción de que nuestro pueblo se encuentra
totalmente inerme e indefenso. En su prepotencia creen al cubano incapaz
de rebelarse y confían en la vacilación en el exterior de unos, la
indolencia de otros y el desinterés de los más, para no sentirse en lo
más mínimo forzados a considerar siquiera por un segundo en la
posibilidad de ceder en un ápice el férreo control que ejercen sobre
Cuba.
Como en el caso de su Caudillo, han optado por continuar secuestrando la
soberanía que sólo reside en nuestro pueblo; ellos que debieron ser
siempre los administradores elegidos por los verdaderos dueños: el
pueblo de Cuba y que no han sido sino violentos usurpadores de la
voluntad popular.
La Sucesión es la agenda del continuismo; engendro de la fórmula que
gracias a la coyuntura de la Guerra Fría logró dejar a Cuba enquistada
en el año 1959; varada en el tiempo.
Los elementos que han ilegítimamente heredado el poder de manos del
moribundo dictador ni siquiera tienen ideas nuevas, proyectos de genuino
cambio con que intenten responder a las angustiosas y críticas
necesidades de los cubanos, ni su discurso ha estado dirigido a por
primera vez en más de cuatro décadas a poner las ansias y necesidades de
la nación primero que ninguna otra consideración.
Fuente: La Nueva Cuba.
Octubre 16, 2006
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