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Según lo admite
el dictador a Ignacio Ramonet
en su libro «Fidel Castro, Biografía a Dos Voces»
Fidel Castro confiesa su
interferencia en los asuntos internos de Venezuela.
La Nueva Cuba, Abril 15, 2006. En el libro «Fidel Castro, biografía a
dos voces» , publicado por la Editorial Debate, el dictador vitalicio
cubano se alega que confió a Ignacio Ramonet información no divulgada
sobre los hechos de abril de 2002 en Venezuela.
Castro afirma que llamó a Miraflores antes de que Chávez se entregara y
le dijo: «No te inmoles, Hugo; no hagas como Allende, que era un hombre
solo; tú tienes una gran parte del Ejército, no dimitas, no renuncies».
Luego decidiría comisionar al canciller Felipe Pérez Roque para que se
trasladara a Caracas, con dos aviones, y se llevara a Chávez consigo.
Hizo contacto con «un General que estaba con él» para insistir en que el
mundo sabía que el Presidente no había renunciado, y pedirle que enviara
fuerzas a rescatarlo.
Fidel Castro, que tantos discursos pronuncia, ha concedido muy pocas
entrevistas. Sólo se han publicado cuatro conversaciones largas con él a
lo largo de 50 años. La quinta, mantenida con el Director de Le Monde
Diplomatique, Ignacio Ramonet , se ha convertido en el libro «Fidel
Castro, biografía a dos voces», resumen de la vida y el pensamiento del
jefe de Estado de Cuba a lo largo de cien horas de conversación.
Sin embargo, la credibilidad de las entrevistas de Ramonet ha sido
cuestionada por algunos.
Ramonet afirma que la primera se inició a finales de enero de 2003, y la
última, en diciembre de 2005.
En estas páginas se publica un extracto de la entrevista en la que el
dictdor habla sobre el conflicto venezolano sucedido el 11 de abril de
2002.
Fragmento del diálogo.
Ignacio Ramonet: ¿Usted ha seguido de cerca la evolución de la situación
en Venezuela, en particular las tentativas de desestabilización contra
el Presidente Chávez?
Fidel Castro Ruz: Sí, hemos seguido con mucha atención los
acontecimientos. Chávez nos visitó cuando salió de prisión antes de las
elecciones de 1998. Fue muy valiente porque le reprocharon mucho que
viajara a Cuba Vino y conversamos. Descubrimos a un hombre culto,
inteligente, muy progresista, un auténtico bolivariano.
IR: El 11 de abril de 2002 hubo un golpe de Estado en Caracas contra
Chávez, ¿siguió usted aquellos acontecimientos?
FCR: Cuando nos enteramos de que la manifestación aquella de la
oposición había sido desviada y se acercaba a Miraflores, que había las
provocaciones, los tiros, las víctimas, y que algunos altos oficiales se
habían amotinado y pronunciado públicamente contra el presidente, que la
guarnición presidencial se había retirado, y que ya el ejército iba a
venir a arrestarlo, yo llamo a Chávez porque sé que se encuentra
indefenso y que es un hombre de principios y le digo:
«¡No te inmoles, Hugo!¡No hagas como Allende! Allende era un hombre
solo, no tenía un soldado.Tú tienes una gran parte del ejército. ¡No
dimitas! ¡No renuncies!».
IR: ¿Usted lo estaba alentando a resistir con las armas en la mano?
FCR: No, al contrario. Eso fue lo que hizo Allende y lo pagó
heroicamente con su vida.
Chávez tenía tres soluciones: atrincherarse en Miraflores y resistir
hasta la muerte; hacer un llamado al pueblo, a la insurrección y
desencadenar una guerra civil; o rendirse, sin renunciar, ni dimitir.
Nosotros le aconsejamos la tercera.
Que fue lo que él también había decidido hacer. Porque, además, eso lo
enseña la historia, todo dirigente popular derrocado en esas
circunstancias, si no lo matan, el pueblo lo reclama y, más tarde o más
temprano, regresa al poder.
IR: Ustedes, en ese momento, ¿trataron de ayudar de alguna manera a
Chávez?
FCR: Bueno, nosotros sólo podíamos actuar usando los recursos de la
diplomacia. Convocamos en plena noche a todos los embajadores
acreditados en La Habana y les propusimos que acompañaran a Felipe (Pérez
Roque), nuestro ministro de Relaciones Exteriores, a Caracas para
rescatar a Chávez, Presidente legítimo de Venezuela.
Propusimos mandar dos aviones para traerlo en caso de que los golpistas
decidieran enviarlo al exilio.
Chávez había sido hecho prisionero por los militares golpistas y se
había perdido su rastro. La televisión difundía una y otra vez la
noticia de su «dimisión» para desmovilizar a sus partidarios, al pueblo.
Pero, en un momento, a Chávez le permiten hacer una llamada telefónica,
y puede hablar con su hija María Gabriela. Y le dice que él no ha
dimitido, que no ha renunciado Que es un «Presidente arrestado».
Y le pide que difunda esa noticia. La hija tiene entonces la idea audaz
de llamarme y me informa. Me confirma que su padre no ha dimitido.
Nosotros decidimos entonces asumir la defensa de la democracia
venezolana, ya que teníamos constancia de que países como Estados Unidos
y España -el gobierno de José María Aznar-, que tanto hablan de
democracia y tanto critican a Cuba, estaban apoyando el golpe de Estado.
Le pedimos a María Gabriela que lo repitiera y grabamos la conversación
de ella con Randy Alonso, el conductor del programa ’Mesa Redonda’ de la
televisión cubana, que tuvo una gran repercusión internacional.
Además, convocamos a toda la prensa extranjera acreditada en Cuba -¡debían
ser las cuatro de la madrugada!-, les informamos y les hicimos oír el
testimonio de la hija de Chávez. Inmediatamente, la CNN lo transmitió, y
en toda Venezuela la noticia se difundió como reguero de pólvora.
IR: Y eso, ¿qué consecuencias tuvo?
FCR: Bueno, eso lo oyeron los militares fieles a Chávez que habían sido
engañados con la mentira de la renuncia, y entonces se produce un
contacto con un General que está a favor de Chávez. Yo hablo con él por
teléfono. Le confirmo personalmente que lo que ha dicho la hija es
cierto y que ya el mundo entero sabe que Chávez no ha dimitido. Hablo
largamente con él, me informa de la situación militar, de qué oficiales
superiores están con Chávez y quiénes no. Yo entiendo que nada está
perdido, porque las mejores unidades de las Fuerzas Armadas, las más
combativas, las mejor entrenadas, estaban a favor de Chávez.
Le digo a ese oficial que lo más urgente es saber dónde se encuentra
detenido Chávez y enviar allí fuerzas leales a rescatarlo
Me pide entonces que hable con su superior jerárquico, y me lo pasa. Le
repito lo que ha afirmado la hija de Chávez, y que éste sigue siendo el
Presidente Constitucional. Le recuerdo la lealtad necesaria, le hablo de
Bolívar y de la historia de Venezuela... Y ese alto oficial, en un rasgo
de patriotismo y de fidelidad a la Constitución, me afirma que si es
cierto que Chávez no ha dimitido él sigue siendo fiel al Presidente
arrestado.
IR: Pero en aquel momento aún no se sabe dónde está Chávez, ¿verdad?
FCR: Entretanto, Chávez ha sido conducido a la isla de La Orchila. Está
incomunicado.
El Arzobispo de Caracas, lo viene a ver y le aconseja que dimita. «Para
evitar una guerra civil», le dice. Le hace un chantaje humanitario. Le
pide que escriba una carta diciendo que dimite.
Chávez trata de ganar tiempo con el Arzobispo. Hace borradores de una
declaración.
Teme que una vez la carta escrita, se las arreglen para eliminarlo. No
piensa renunciar. Declara que tendrán que matarlo antes. Y que no habrá
entonces solución constitucional.
IR: ¿Mientras tanto, ustedes seguían con la intención de enviar aviones
a rescatarlo para llevarlo al exilio?
FCR: No, después de esa conversación con los generales venezolanos,
nosotros cambiamos de plan. Suspendimos la proposición de Felipe de
viajar con los embajadores a Caracas. Es más, en un momento nos llega el
rumor de que los golpistas están proponiendo expulsar a Chávez hacia
Cuba. Y nosotros inmediatamente anunciamos que si mandan a Chávez para
aquí, lo reenviamos para Venezuela por el primer avión.
IR: ¿Cómo regresa Chávez al poder?
FCR: Bueno, en un momento, se produce de nuevo un contacto con el primer
general con el que yo había hablado y me informa que ya han localizado a
Chávez, que está en la isla de La Orchila. Conversamos sobre, la mejor
manera de rescatarlo; con mucho respeto, le aconsejo tres cosas
fundamentales: discreción, eficacia y fuerza muy superior. Los
paracaidistas de la base de Maracay, la mejor unidad de las Fuerzas
Armadas venezolanas, fiel a Chávez, se encargan del rescate.
Entretanto, en Caracas, el pueblo está movilizado pidiendo que vuelva
Chávez, la Guardia presidencial ha vuelto a reocupar Miraflores y
también exige el regreso del Presidente. Procede a la expulsión de los
golpistas del Palacio. El propio Pedro Carmona, presidente de la
patronal y brevísimo presidente usurpador de Venezuela, casi es
arrestado allí mismo en el Palacio.
Por fin, ya de madrugada, el 14 de abril de 2002, rescatado por los
militares fieles, Chávez llega a Miraflores en medio de una apoteosis
popular. Yo casi no dormí en esos dos días que duró el golpe de Caracas,
pero valió la pena ver cómo un pueblo y también unos militares patriotas
defendieron la legalidad. No se repitió la tragedia de Chile en 1973.
Fuente:
La Nueva Cuba.
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