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Editorial de La Nueva Cuba.
Octubre 18, 2005

"SALA MANCA"

Ha concluido el bochornoso espectáculo. Bochornoso más por lo que silenciaron, conculcaron y pretendieron borrar de un plumazo, que por lo que proclamaron con pomposa retórica e hipocresía.

España fue el marco, el planeta escenográfico de una puesta en escena en la que muchos de los participantes se aprestaron a buscar cada uno lo suyo y volver el rostro ante la Cuba que languidece bajo el sol abrasante del despotismo, la Cuba de nadie, que a nadie interesa, sino sólo para expoliar y usufructuar.

Vimos el ala meretriz de la izquierda en su momento menos álgido, menos feliz, exhibiendo en cruda desnudez su vacío y despiadado corazón.

El sentido mínimo de la justicia y los derechos humanos sufrieron a manos de unos truhanes que se disfrazan de hombres honorables, pero son mudos cómplices de los más horrendos crímenes. Los brazos de la justicia fueron cercenados en aquella "sala manca".

La España de Salamanca no es la España de nuestros abuelos, sino una España adúltera, facinerosa y oscura. La Cumbre de los dictadores fue en su inmoralidad suma, una Cumbre de la carroña moral de una ideología en bancarrota. Tamaña desvergüenza sólo la invocan hombres despiadados y feroces.

Aquel patético circo quedará en la historia como una creación genuina a imagen y semejanza del Zapaterismo.

El minúsculo neroncillo sudamericano y el déspota de la "siempre fiel" Isla de Cuba tuvieron su momento más feliz. Lo hizo posible el gobierno español, arquitecto de ese desastre y responsable ante la Historia de una monstruosidad. La Cumbre de los dictadores pasará al basurero de la historia como un innecesario e inexplicable desafuero de la España del siglo XXI.

Lo pérfido en la Madre España una vez más traiciona lo que debió ser su amor, pareciera como que no perdonará jamás a sus hijos cubanos que crecieran, que quisieran ser nación. Sus rencores son más desalmados que sus indiferencias.

Sala Manca fue esta, cercenada en derechos, en humanidad y solidaridad con los que sufren la tiranía. Recinto de hombres minúsculos, hombrecillos que se prestan a cualquier canallada.

No puede haber hispanidad, ni comunidad iberoamericana sin un sólido espaldarazo a la justicia y al respeto de los derechos humanos. Concluir este cónclave como si en Cuba nada relevante ocurre como para recabar un concierto de naciones preocupadas y unánimes ante tanto crimen y barbarie, habla por los señores de La Moncloa.

Esta escritura de pared, el mensaje de Zapatero y sus acólitos a Iberoamérica y al mundo, no requiere un profeta Daniel que la descifre. Allí donde el hombre tiene su interés es donde tiene su corazón. Estaban en compañía de sus iguales


Fuente: La Nueva Cuba
Octubre 18, 2005