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Extensa entrevista a Huber Matos durante visita a Uruguay.
Por Emiliano Cotelo



EMILIANO COTELO:

En enero de 1959, junto a Fidel Castro y Camilo Cienfuegos, encabezó la marcha de la guerrilla cubana en su entrada a La Habana. Fue uno de los líderes del movimiento que derrocó al dictador Fulgencio Batista y ocupó altos cargos en los primeros meses del gobierno revolucionario.

Después sus divergencias con Fidel, su arresto, un juicio sumario y 20 años de cárcel, todo eso lo convertiría en uno de los principales opositores al régimen que desde hace 45 años gobierna Cuba.

Estoy hablando de Huber Matos, que hoy tiene casi 87 años, reside en Miami y es uno de los íconos de la disidencia cubana. Se encuentra por unas horas en Montevideo a efectos de promover un libro, y vamos a aprovechar para conversar con él sobre la historia, pero también sobre su visión de la actualidad de la isla y su futuro.

***

Matos, hay quienes dicen que su encarcelamiento fue uno de los hechos que marcaron un quiebre en la cohesión interna de la revolución cubana, que incluso precipitó que varios de sus miembros decidieran pasarse a la oposición. ¿Usted cómo recuerda aquel momento? ¿Qué pasó exactamente?



HUBER MATOS:
Fue el 21 de octubre de 1959 el día de mi arresto. Yo había mandado dos días antes una carta a Fidel Castro separándome del proceso, notificándole que renunciaba a mi posición de jefe militar de la provincia de Camagüey, de gobernador de la provincia de Camagüey, que estaba a mi cargo, y por supuesto, a mi participación en el liderazgo revolucionario. Después de haber insistido con él en repetidas oportunidades para que ratificáramos el compromiso con la revolución que en toda la etapa insurreccional había mantenido, de restablecer el sistema democrático. Ése era el principal objetivo, el compromiso fundamental del proceso insurreccional: poder restablecer el sistema democrático, realizar reformas económicas y sociales que mejoraran las condiciones de vida del pueblo cubano, pero todo dentro del contexto de eso que se llama democracia representativa.

La raíz del proceso, que duró siete años, de la lucha insurreccional no sólo en las sierras sino en las calles, en la universidad, etcétera, todo el origen de eso estaba en el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952. 82 días antes de las elecciones que debían efectuarse en 1951, el general Batista, que antes había sido presidente, que era un militar retirado, quiso llegar al poder de nuevo por la vía de las elecciones, pero como sabía que no tenía votación, que no tenía votos, que no tenía respaldo, que era impopular, estaba en el tercer lugar entre los aspirantes, lo que se le ocurrió fue, usando a sus viejos amigos del aparato militar, asaltar el poder y decir “no hay elecciones, yo soy el jefe del Estado”, eso fue lo que hizo. `

El pueblo reaccionó de una manera cívica, hay que restaurar el sistema y hay que luchar contra esta imposición. El compromiso era restablecer ese sistema democrático alterado a partir del 10 de marzo de 1952 y luego encauzar al país en un período quizás de un año, dos años, pero volver al sistema de democracia representativa. Me di cuenta de que no, que ya en el poder Fidel estaba dando pasos en alianzas escondidas con el Partido Comunista para establecer una dictadura que probablemente fuera marxista. Como aquello era traición para mí y el pueblo no se daba cuenta porque estaba entusiasmado con el discurso de Fidel Castro, llegó el momento en que no me quedó más remedio que romper. Entonces con la probabilidad grande de que me declararan traidor, que me fusilaran, etcétera, pero convencido de que había que alertar al pueblo, por lo menos había que romper para definir campos, por una cuestión de conciencia y además para que el pueblo entendiera que estaba siendo embaucado.

EC – Usted fue acusado efectivamente de traición a la patria, pero no fue fusilado.

HM – Sí, pero no fui fusilado porque Dios lo quiso así, porque los dos Castro estaban decididos a fusilarme. Pero cometieron un error: para fusilarme hicieron llegar al Consejo de Guerra para que lo presenciaran más de mil oficiales de los más selectos de las Fuerzas Armadas cubanas, el ejército, aviación, marina y policía, los llevaron allí para que cuando se pidiera paredón para Huber Matos –ya me había condenado en público una multitud unas semanas antes al paredón– toda esa gente gritara “¡Paredón!”, que era lo que se usaba en ese tiempo, hacer un coro de “¡Paredón, paredón, paredón!”, una cosa tétrica.

Esos oficiales cuando yo terminé mi declaración me aplaudieron. Me aplaudieron sencillamente porque cuando se inicia el proceso, que me dan la palabra, yo quiero seguir explicando: yo no soy un traidor, me acusan de esto, de esto, todo esto es una infamia. Me mandaron callar como cincuenta veces pero yo seguía hablando, si me iban a fusilar quería decir mi verdad. ¿Entonces qué ocurrió? Que cuando terminé de decir mi verdad pasé tres horas y minutos hablando, diciendo mi historia: “yo no soy un traidor, ni siquiera sé, porque no he podido examinar todo el sumario, de qué me acusan, yo sé que de traición y sedición, pero hay dos supuestos, traición a la patria y traición al proceso, quien me trae aquí es mi lealtad a la revolución, porque yo quiero que la revolución cumpla su programa, porque quiero que el pueblo cubano se sienta identificado con este proceso hasta sus últimas consecuencias, y lo que yo veo venir es una calamidad para mi país, que yo veo a un Fidel Castro que se convierte en dictador, y veo unas relaciones con los comunistas que incuestionablemente evidencian algún tipo de compromiso, y eso no es lo que está en el programa”.

EC – Usted terminó preso 20 años.

HM – Sí, me condenaron a 20 años, y en la sentencia venía “traición”, pero a mí eso me importaba poco porque estaba seguro, convencido de que no era un traidor e iba a demostrar mientras viviera que la única causa de la condena era que yo no aceptaba que se torciera el rumbo de la revolución.

EC – Su prisión no fue corta pero tampoco fue sencilla.

HM – Hay un libro en que describo toda esta historia del proceso que se titula “Cómo llegó la noche” –no vine a hacer un comercial, conste– que narra todos los detalles de cómo se produjo el proceso y cómo fue la prisión. Me torturaron, me rompieron huesos, me dieron no sé cuántas palizas, durante siete años y meses estuve sin visitas, sin que mis familiares ni nadie me pudiera visitar en la prisión. Así que los Castro se excedieron de una manera increíble contra mí con la esperanza de que me muriera. Además cada un mes o dos me mandaban un emisario de arriba, de los dos hermanos Castro a decir “no estás condenado a 20 años, tú te tienes que morir en la prisión, aunque cumplas tú no sales”, así que es un milagro que conservara la vida y un milagro que regresara a la libertad.

EC – Desde el momento de su liberación, cuando usted fue dejado en libertad en San José de Costa Rica, ¿verdad?

HM – Sí, fue en San José de Costa Rica, en el aeropuerto de San José de Costa Rica en la madrugada del 22 de octubre de 1979, que vine a estar en libertad. La libertad supuestamente me la dan en La Habana, pero me trasladaron en un avión después a Costa Rica con 10 o 12 agentes de la seguridad del Estado, por lo que seguía tan preso como si hubiera estado en los calabozos.

EC – A partir de ese momento desde el exterior usted se ha colocado como una de las figuras más visibles de la disidencia cubana. ¿De qué manera ejerce esa oposición? La disidencia cubana es muy variada, tiene distintas manifestaciones, ¿cuál es la suya?

HM – Al cabo de un año de haber salido de la prisión fundé en la ciudad de Caracas, en Venezuela, el movimiento Cuba Independiente y Democrática, que ya había tenido su gestación, su inicio en la propia prisión. En la prisión muy poco se podía hacer, así que fundamos ese movimiento, que existe todavía, estuve durante unos cuantos años trasmitiendo por radio para Cuba en onda corta, el instrumento que teníamos se llamaba “La voz del Cid”, y no trasmitíamos desde Estados Unidos sino desde países de América Latina en onda corta, se escuchaba en Cuba y en el mundo porque las plantas eran potentes. También hubo un trabajo clandestino, mantenemos vínculos con los diferentes grupos de oposición. Y en los últimos meses estamos siendo parte de un trabajo, somos unos de los que impulsan un esfuerzo de conjunción de voluntad de los diferentes grupos y de gente que no pertenece a ningún grupo de la disidencia, y ese esfuerzo se llama Compromiso Nacional Cubano, buscando la manera de aunar voluntades para enfrentar con una plataforma común el régimen castrista.

EC – Políticamente, ¿usted qué es?

HM – Sencillamente soy un hombre convencido de que por encima de todo el ser humano tiene que defender la libertad, por encima de todo las sociedades tienen que buscar el bien común, condiciones de vida aceptables para los pueblos. Por encima de todo soy un devoto de algo que Martí llamo la ley primera que él quería para la República, él decía “yo quiero que la ley primera de la república sea el culto de los cubanos a la dignidad”, es decir la vida no sólo con libertad sino también con principios, con respeto a sí mismo y con respeto al interés común.

EC – ¿De esa misma definición era cuando integró la revolución, cuando se incorporó a la revolución?

HM – Seguramente, sí. Antes de que apareciera el movimiento 26 de Julio yo formaba parte de un partido –era dirigente local en la ciudad de Manzanillo– que se llamaba Partido del Pueblo Cubano, que lideraba Eduardo Chibás, un hombre muy cívico pero muy temperamental que terminó suicidándose. El Partido del Pueblo Cubano en aquel momento representaba con toda seguridad las mejores posibilidades para la nación cubana, llevaba su candidato a esa elección del 10 de marzo de 1952 en que se frustró todo y vino esta calamidad. Esta calamidad que hubiera tenido otro curso si Fidel Castro hubiese cumplido el programa de la revolución y no fuese un embustero, un ególatra, un hombre sin principios empeñado nada más que en ejercer el poder.

Yo quisiera que habláramos algo de ahora, estas cosas, porque importa mucho que el pueblo de Uruguay y toda la gente fuera de la capital de Uruguay pueda conocer de nosotros. Yo quisiera que se supiera que nosotros los cubanos necesitamos la solidaridad de todos los demócratas del mundo. Hay mucho de confusión en esto, Castro aparece como un líder con moral, con mucha valentía, etcétera, pero es un farsante, la lucha nuestra es la lucha contra alguien que nos engañó, que hizo de la República un feudo.

EC – Usted ha dicho: “La revolución cubana es el fraude más inmoral y costoso que haya tenido que sufrir pueblo alguno en tierras de América”. De todos modos es evidente que Fidel Castro tiene detrás de sí a una buena parte del pueblo cubano. ¿Cómo lo explica usted?, ¿cómo explica esas concentraciones multitudinarias que se producen en la Plaza de la Revolución, por ejemplo?

HM – De una manera muy fácil, muy comprensible. En Cuba el poder primero lo ejerce un solo partido, el Partido Comunista, el Partido Comunista es Fidel Castro con sus incondicionales; el aparato del Estado controla todo, los medios de consumo, por la libreta de racionamiento que otorga la posibilidad de conseguir esto y lo otro a familias para su supervivencia. La libreta de racionamiento significa un medio de control tal que si el muchacho de esta familia va a la escuela y manifiesta algo contra el sistema, ya no puede seguir yendo a la escuela, perdió su derecho a recibir educación. La asistencia médica es exactamente igual, en todas las cosas es necesario pertenecer al Partido Comunista o cuadrarse, alinearse con el régimen. Para emplearse los padres de ese muchacho, para tener oportunidad de ganar los recursos necesarios para vivir, para atender a la familia, dependen del patrón único que es el Estado.

De manera que todos los controles políticos, económicos, sociales, educativos, etcétera, están en mano de Fidel Castro y de su partido, de su instrumento. Cuando llaman a una multitud para reunirse el día tal y tal, la gente tiene que ir, porque si no se pelea con quien todo lo resuelve. Y además eso ha traído como consecuencia que el cubano vive con lo que se llama doble moral, al niño le enseñan desde chiquito “tú vas a empezar a ir a la escuela, tienes que hacerte pionero, tienes que hacer esto, no importa lo que nosotros pensemos, no importa que esto sea un desastre, tú tienes que alinearte, tienes que llevar la pañoleta de pionero y después tienes que desfilar”. Y el padre va al desfile también. Ése es el porqué.

¿Además cuándo ha celebrado elecciones este señor en 46 años? Nunca. Son unos controles rígidos que hacen que el individuo viva dentro de un sistema que llamamos de doble moral: piensa de esta manera, pero tienes que actuar de la otra.

***

EC – Usted iba a agregar algo.

HM – Sí, yo iba a argumentar que si hubiese dudas acerca de que el pueblo se ve forzado a estos desfiles multitudinarios, a decir sí aunque desee decirle un no categórico a la tiranía, una pregunta: ¿por qué Castro no ha celebrado ningún tipo de elección o de referéndum durante todos estos años? Porque cuando hace algún tiempito uno de los grupos de la oposición, Osvaldo Payá, planteó que hubiera un referéndum dijeron “no” e hicieron modificar la Constitución arbitrariamente para que no hubiese nunca oportunidad de pedirle criterio al pueblo.

Sencillamente hay una manipulación y un arbitraje grosero, burdo, que es lo que conforma el sistema totalitario. Pregonan las verdades supuestas del sistema para acá, para estos países donde hay una angustia porque la problemática social existe, porque hay pobreza, etcétera, porque hay atraso, porque hay muchísimas cosas que no conforman una sociedad satisfactoria para la inmensa mayoría. Pero no dicen la verdad en modo alguno, que este sistema llamado marxista-leninista es un sistema de imposición absurdo, estalinista, brutal.

Para que se entienda mejor: hace cuestión de año y pico fusilaron a tres muchachos, tres mulatos que corrieron a tomar una lancha en la bahía de La Habana y se la llevaban. Eso es delito, tratar de escapar hacia la libertad, hacia las costas de Estados Unidos, para donde fuere, para Honduras; en este último tiempo salen muchos para Honduras, para México. Huir de aquello, lo fusilan por ese delito. ¿En qué lugar del mundo, en qué momento de la historia puede ser razón para fusilar a alguien que trate de huir buscando la libertad que en su país no hay?

***

EC – Me gustaría que nos detengamos ahora brevemente en el motivo de su visita a Uruguay, más allá de otras preguntas que después vamos a seguir formulando cuando ingresemos en el tiempo de Tertulia.

***

EC – Usted ha llegado a Uruguay promocionando un libro del cual no es autor, es prologuista. ¿Qué es este libro?

HM – Es un libro que se llama “Boitel vive”. Boitel es uno de los héroes, de los mártires de la revolución. Lo escribió un preso, precisamente un mulato que está sufriendo allá las calamidades de la vida carcelaria del castrismo; se llama Jorge Luis García Pérez, pero su sobrenombre es Antúnez, que es el apellido que le debió haber dado su padre. Es un pobre hombre que ya tiene alrededor de 40 años y lleva más de 15 años preso. Mandó sus apuntes, que son de fecha atrasada, de hace dos años, se pudieron conseguir sus apuntes autobiográficos, por qué está preso, por qué lo han condenado primero a cinco años y después a más y más y lleva 15 años y pico preso. Él dice “yo no he hecho nada, sencillamente he expresado mi oposición al sistema, a la arbitrariedad al sistema”. Ha tenido que hacer mucha huelga de hambre, le han dado palizas, lo han triturado propiamente. Está vivo todavía, con el pensamiento claro, pero en una angustia tremenda. Y toda esa angustia la vuelca en sus apuntes. Entonces me pidieron que hiciese el prólogo, y como yo me siento más que motivado en todos estos casos porque viví en carne propia toda esa tragedia de la prisión, todos esos abusos arbitrarios, escribí el prólogo, y cuando lo escribí me dijeron: “Usted es la persona que puede ayudarnos en la presentación”. Lo presentamos primero en Buenos Aires, después en República Dominicana, ahora aquí, después será en Costa Rica, en España, en fin, no sólo clamando por la libertad de este hombre sino por la libertad de todos los presos políticos cubanos, y por solidaridad con nuestro pueblo, porque creemos que sobran razones para que este pueblo de Uruguay, el pueblo español, el pueblo argentino, todos los pueblos del mundo que saben qué cosa es vivir en libertad pueden o deben identificarse con el pueblo de Cuba.

No es una cosa que estamos pidiendo con lágrimas sino con razones. Cuando había el problema del apartheid en África del Sur, aquello de que una minoría blanca gobernaba una nación formada mayoritariamente por negros, el mundo fue identificándose con esas razones del propio pueblo africano, y nosotros decimos: ¿y por qué no con la tragedia de Cuba? Comprendemos que Castro manda su mensaje de que su problema es con el imperialismo, que son los americanos los que crean las calamidades de Cuba. La miseria de Cuba, el atraso, la corrupción que impera, el fenómeno del jineterismo que es una cosa que nos avergüenza a todos los cubanos, son todos consecuencia del castrismo, de la naturaleza del castrismo, y queremos que el mundo entienda que tenemos sobradas razones para que se nos apoye, se nos ayude.

***

EC – Continuamos esta entrevista, ahora en régimen de Tertulia, con la participación de Luciano Álvarez, Daniel Buquet, Javier de Haedo y Marcelo Pereira.

Quería plantearle una pregunta a propósito de las distintas modalidades de la disidencia y en particular su coincidencia o no con posiciones impulsadas desde el gobierno de Estados Unidos. Concretamente, ¿qué piensa usted sobre el bloqueo?

HM – Ya adelanté algo cuando le dije que con respecto a África del Sur en los días aquellos de la famosa segregación racial la comunidad internacional actuó poniéndole un embargo al régimen racista para obligarlo a cambiar su naturaleza. Nosotros hubiéramos querido que la comunidad internacional en el caso de Cuba hubiese actuado de esa manera y que Estados Unidos unilateralmente no tuviera que aplicar eso.

EC - ¿Usted coincide con la idea del bloqueo?

HM – Si la comunidad internacional se hubiese sensibilizado con la tragedia cubana haría rato que el régimen castrista no existiría.

EC – Mi pregunta es: ¿usted coincide con la idea del bloqueo?

HM – No, del bloqueo no, de un castigo comercial, en términos comerciales, para obligar al régimen castrista a abrir el país al sistema democrático. No hay razón para que un régimen esté en el poder durante un montón de tiempo sin consultar al pueblo.

EC – Pero una medida de ese estilo, ¿no es perjudicial para el pueblo, justamente, para la gente que vive en Cuba?

HM – En África como fue multilateral no hizo perjuicio porque obligó al cambio de sistema. En Cuba unilateralmente aparece como un conflicto de Washington con La Habana, ¿pero por qué los europeos, por qué los argentinos, por qué los demás países no asumen las responsabilidades que les corresponden como países democráticos ayudando al pueblo de Cuba? Nunca ha habido una consulta, los chilenos cuando Pinochet tuvieron un referéndum, otros países han tenido oportunidad de optar por el sistema democrático, pero en Cuba no, en Cuba es un sistema que controla el aparato militar, la policía política, el partido, el único partido político, lo controla todo, la economía, las universidades, la educación. ¿Cómo se sale de esa cueva?

DANIEL BOUQUET:
¿Usted no cree que la política de Estados Unidos es uno de los principales factores que han ayudado a Fidel Castro a mantenerse en el poder? Porque el gobierno de Estados Unidos ha agredido al gobierno de Cuba, en lugar de buscar un consenso internacional a favor de la democracia desde 1962, por citar un hecho conocido como la invasión en bahía de Cochinos o plaza Girón, como le llaman los cubanos, ha sido una actitud unilateral de confrontación directa que precisamente ha servido de excusa –esa magia que usted le atribuye a Castro– en cuanto a convencer al mundo o a buena parte del mundo de que el problema de Cuba es que Estados Unidos la arremete y por tanto no tiene condiciones para abrirse.

HM – Yo le contesto con una pregunta: ¿por qué la comunidad internacional no comparte responsabilidades para ayudar al pueblo de Cuba a salir de esta situación? ¿Por qué Estados Unidos es el que aparece como más preocupado por este problema? Por ejemplo la Unión Europea durante algún tiempito, hasta que llegara Rodríguez Zapatero a España, tenía una política de presión hacia el régimen de La Habana, pero la cambió. Rodríguez Zapatero cuando llegó al poder hizo cambiar en la Unión Europea la política de presión para que en Cuba hubiese un cambio. ¿Y qué ha hecho Castro? Ha recrudecido la represión. Así que lo que le corresponde a la comunidad internacional y no lo ejerce es la obligación a contribuir a que en Cuba haya democracia, que se respeten los derechos humanos, que es una cosa fundamental de la Carta de las Naciones Unidas, pero están dejando que los americanos sean los únicos que lo hagan.

JAVIER DE HAEDO:
Usted planteó dos veces una pregunta, ¿cuál es la respuesta que usted tiene para esa pregunta? ¿Por qué la comunidad internacional no actúa en la forma que usted plantea?

HM – Por la insinceridad, por los compromisos de naturaleza comercial, por la hipocresía. Por ejemplo, nosotros vimos con dolor –yo estaba preso– que estando Franco, que era de extrema derecha, en el poder, España favorecía a Fidel Castro, después vino la izquierda, vino la transición y lo mismo Franco que luego otros gobiernos, Felipe González, etcétera, y ahora José Zapatero, la política ha sido de complacencia y de ayuda. ¿Cuántos hoteles Meliá hay en Cuba? Creo que el otro día inauguraron el número 23, la cadena Sol Meliá. Es un aliado comercial de Fidel Castro. Holanda, Francia, todos ésos han hecho préstamos, Francia tiene inversiones en la cuestión de investigación petrolera en Cuba; Canadá desde hace años es un socio fuerte en el negocio del níquel y muchos otros; y además le mandan turismo, Canadá y muchos países mandan mucho turismo a Cuba, eso es alimentar y sostener a Fidel Castro.

¿Por qué la comunidad internacional mira, critica a Estados Unidos –está bien, tendrá sus razones para criticarlo– y no asume su responsabilidad de ayudar al pueblo de Cuba, siendo solidaria, denunciando los crímenes que se cometen, denunciando las prisiones injustas? ¿Por qué está preso, por ejemplo, Oscar Elías Biscet, por qué está preso este pobre mulato Antúnez que ya va a cumplir años de preso? Son preguntas que no tienen respuesta. Nosotros creemos que no debería Estados Unidos estar unilateralmente, pero le preguntamos al resto del mundo ¿por qué ustedes no hacen su parte?

LUCIANO ÁLVAREZ:
Una afirmación y dos preguntas. Creo que no hay ningún régimen político que tenga derecho a encarcelar a la gente por razones políticas. Quienes lo vivimos en Uruguay debemos saberlo, no hay régimen que lo justifique.

Hace muchos años salió un libro que me había encantado, “La hora final de Castro”, de Oppenheimer, que vaticinaba la caída de Castro en la época de los fusilamientos de Ochoa. Castro sigue allí. Hace dos años le dio una entrevista a usted, Huber Matos, y pronosticaba la caída de Fidel, pero en general este tipo de personajes muere en la cama. Ésa es la primera pregunta, ¿qué piensa usted de la afirmación?

Y la segunda es la siguiente. Creo que en el propio libro de Oppenheimer decía: “Uno de los principales problemas del cambio en Cuba es que los cubanos oscilan entre el miedo al régimen y el miedo a los cubanos de Miami, que les pase como a los de la Revolución Francesa, que vuelvan sin haber olvidado nada, sin haber aprendido nada y con ansias de revancha”.

HM – Primero yo diría que Castro, además de ser un hombre muy astuto, de mucha garra, es un hombre de buena suerte, le cayó el señor Chávez como un milagro del cielo, entonces en esta época de escasez de combustible y de combustible muy caro, viene el señor Chávez como un mago, revive el liderazgo de Castro en la cosa ésa de la fanfarria, etcétera, del discurso de extrema izquierda, pero eso no es tan importante como lo otro. Cuando decían que eran 53.000 barriles diarios enviados a Cuba sin tener que pagar los cubanos, eran como 80.000; ahora que dicen que son 93.000 deben ser mucho más. Castro revende casi la totalidad del petróleo a precios muy ventajosos y ahí va resolviendo el problema.

EC – ¿Usted dice que el gobierno de Chávez en Venezuela es el soporte actual del gobierno cubano, que sustituye lo que en su momento significó la Unión Soviética?

HM – Cuba está paralizada.

EC - ¿Es a ese extremo la importancia del gobierno de Chávez?

HM – Veamos esto. Lo económico representa en términos reales un salvavidas importantísimo para el régimen de Castro, en lo económico. En el orden político en estos países como Cuba, donde nada más hay una voz oficial, donde no existe prensa, como aquí –que cualquiera de ustedes va y dice lo que crea, si no en esta estación en otra o en un periódico, y puede pensar–, todo el control está en manos del Estado, los medios de prensa, la televisión. En un país como ése la fanfarria ésta de que Fidel Castro tiene un aliado en Venezuela, Fidel Castro que estaba bastante aislado ahora sale, lo invitó el señor Kirchner a Argentina, lo invita el otro, tiene aliado en Brasil, más o menos aliado, aliado Zapatero de España. Todo eso conforma una opinión, ayudada por ese control de los medios de prensa, que hace que el pueblo cubano se sienta con muy poco ánimo para salir a la calle a reclamar sus derechos.

EC – La otra pregunta de Luciano era a propósito de los temores que los propios cubanos tienen sobre cuál es la alternativa, a propósito especialmente de una parte de la oposición, la que vive en Miami.

HM – Pero no es sólo esta cuestión de Chávez, los canadienses siguen ayudando, la empresa Sol Meliá y otras empresas españolas y europeas siguen ayudando, siguen facilitándole a Castro recursos para que sobreviva. En cuanto a la pregunta específica…

LA – Creo que era Oppenheimer que decía que hay muchas oposiciones en el exterior y en el interior, pero que particularmente quienes las lideraban generaban un temor en la población cubana de que hubiera un revanchismo muy fuerte.

HM – Es un argumento que usa Castro, presentar a Miami como el gran peligro para el poscastrismo. Pero es un argumento falaz. En Miami hay grupos que piensan en cuando desaparezca el control de Castro ir a Cuba a controlar el país, eso es obvio. Hay intereses que no tienen una gran preocupación porque en Cuba vuelva la democracia sino por hacer negocios, pero la inmensa mayoría de la población cubana exiliada en Miami, en España, en Suecia y en otros países lo que quiere es regresar a su patria y que en Cuba vuelva a haber la oportunidad para todos los cubanos de expresarse libremente, hacer negocios, etcétera, en un sistema democrático. Y en la medida que va transcurriendo el tiempo cada vez hay mayor identificación entre los cubanos del exilio y los cubanos que están dentro del país.

Hace unos cuantos años “La voz del Cid”, un instrumento de comunicación que organizamos nosotros, Cuba Independiente y Democrática, abogaba por eso porque somos un mismo pueblo, pero ese discurso ya lo tiene todo el mundo en Miami, “somos un solo pueblo”, hay que salir de esta tragedia y volver a crear las posibilidades de que la nación se reconstruya y el pueblo vuelva a vivir dentro de ciertos patrones de expresión de libertad, de posibilidades de negocios, de mejores condiciones de vida. Pues, señores, no sé si ustedes lo saben, pero más allá de esa propaganda mentirosa, Cuba se ha destruido, la industria azucarera que era la que proporcionaba las mayores divisas se ha destruido hasta el punto que ya apenas quedan centrales azucareras. Dice Castro que esta industria no es remunerativa; ¿y por qué Brasil ha multiplicado la producción de azúcar y otros países de América Central van a multiplicar la producción de caña de azúcar, de azúcar de caña? Y así, todo el desastre Castro lo explica por la oposición de Estados Unidos y un montón de mentiras. ¿Pero por qué no se le da oportunidad al pueblo para que no sólo exprese sus aspiraciones, sino para que cree riqueza? ¿Por qué se le exige que sea cuentapropista al que repara latas, al que hace esto, al que sale amuela un cuchillo? Eso no puede ser, lo han ido cerrando todo.

EC – A propósito de preocupaciones entre los cubanos que dentro de Cuba discrepan con el gobierno de Fidel Castro, preocupaciones sobre la disidencia o la oposición que vive en el exterior, no sólo están las que mencionaba Luciano, también están las otras a propósito de cuán manipulados o financiados por Estados Unidos se encuentran algunos de esos movimientos. El caso suyo y el de su movimiento, ¿qué respaldo tiene, en este caso del gobierno Bush, pero de todas las administraciones anteriores?

HM – Creo que simpatiza con el trabajo nuestro, pero no nos da un centavo si se lo pedimos, se lo puedo decir olímpicamente así, ni nos dan un centavo ni se lo pedimos.

EC – Por ejemplo, ¿cómo se financia esta venida suya aquí? ¿Qué tipo de respaldo tiene?

HM – A mí me invita el grupo, que es el Directorio Democrático Cubano, me invitan ellos. Y cuando he ido a Costa Rica, a España también, algunos gastos los resuelvo con gastos de la propia organización. Nosotros tiramos nuestro periodiquito mensual que lleva una cartita que dice: “Si usted quiere cooperar con trabajo, mándenos algún dinerito”, y así pues vivimos con recursos muy limitados. En este caso yo vengo aquí y los gastos los cubre esta organización que trabaja, que se titula Directorio Democrático Cubano. Son jóvenes, gente limpia, trabajadora, que realiza un trabajo enorme, que tiene sus auspiciadores –ellos buscan sus recursos– y tiene toda mi simpatía porque son elementos que incluso trasmitían por La Voz del Cid, cuando teníamos una estación. Nos la cerraron hace unos años por presiones del señor Clinton, el presidente de Estados Unidos. La estación no trasmitía desde Estados Unidos sino desde un país de América Latina, y desde allá por presiones de Fidel Castro a Clinton y de Clinton a ese país, nos cerraron la posibilidad de trasmitir.

EC – En Uruguay usted cuenta con el apoyo del grupo del diputado Jaime Trobo, del Partido Nacional.

HM – Me siento muy honrado, y muy honrado también por las atenciones que me ha brindado aquí el ex presidente Lacalle. Vengo aquí no sólo a hablar de estas cosas sino a hablar de la América Latina en general, porque José Martí, que escribió bastante y habló bastante, y que es un cubano que sigue siendo nuestro líder moral y lo seguirá siendo mientras la necesidad exista, y del cual Fidel Castro ha dicho cosas tan tremendas como que es el inspirador de esa revolución cubana que ha acabado con la nación cubana, nos habló de nuestra América, nos hablaba de una comunidad ideal, de un montón de valores a defender en común. Entonces vengo aquí a buscar el respaldo de este pueblo que ha tenido siempre toda mi simpatía. Permítanme decir que desde que yo era joven, adolescente, que me leí “Las fuerzas morales” y después leyendo a Rodó y a otros muchos, siento una admiración muy grande por este país. Ahora lo vine a conocer, pero es parte de esa admiración de adolescente que dura toda la vida.

MARCELO PEREIRA:
Una pregunta en dos partes pero que es una sola. Con todo respeto, porque yo al igual que Luciano estoy absolutamente convencido de que el sistema que deseo para cualquier país del mundo incluye la democracia y el derecho a expresar la discrepancia política y a no ir preso por las opiniones políticas, le quería plantear un problema también político. Yo tengo la impresión de que gran parte de los sentimientos que genera Fidel Castro en América Latina no se debe solamente a su capacidad de manipular sino a lo que representa contra Estados Unidos, a un sentimiento contra Estados Unidos que él simboliza ante los pueblos de América Latina. Entonces el problema es que esto también, a mi manera de ver, tuvo algo que ver con la suerte que terminó corriendo la revolución cubana, el problema de la relación con Estados Unidos, de la cercanía con Estados Unidos.

Yo veo, por ejemplo, que usted cuando es reelegido el presidente Bush, por consideraciones que tienen que ver con la situación de Cuba, escribe que la situación está mejor para la oposición cubana en el exilio con Bush, o sea que de alguna manera usted saluda su reelección, se congratula de su reelección. Creo que eso hace muy difícil que en América Latina se pueda simpatizar con una causa que aparece aliada a Bush, que también comete una cantidad de atentados contra la libertad en el mundo. Entonces, ¿cómo sale Cuba y cómo se sale para usted de esa encrucijada?

HM – Déjeme decir que como conozco a Castro desde la sierra, sé que mucho de su justificación en los ataques a Estados Unidos viene de las razones de la conveniencia. En junio de 1958, cuando estábamos luchando en la Sierra Maestra, Castro hizo una cartica desde un lugar que se llama la Mina del Frío, al lado de la comandancia de La Plata, donde yo estaba desempeñándome, diciendo: “Desde la casa de Mario Sariol –un vecino de esa casa; al lado estaba la escuela de reclutas del Che–, viendo aquí los estragos que se han hecho, viendo esta tragedia, me comprometo a que cuando termine esta lucha hacer otra guerra más larga y difícil contra Estados Unidos, ese es mi destino”. Esa carta anda por ahí, se ha publicado. Yo conocí los estragos que había hecho, habíamos tirado un cohete en la casa, porque la casa estaba situada por encima de los túneles de una mina abandonada donde estaba la escuela de reclutas de la sierra. El ejército se había informado de que esa casa era la señal de la escuela de recluta, tiró un cohete y el cohete rajó el techo de la casa. No mató a nadie, no hirió a nadie. Pero Castro, sin pensar que algún día habría testigos de su mentira, dijo: “Viendo lo que ha ocurrido aquí, yo juro que después de que termine esta lucha, el destino me invita a luchar contra los americanos”. Ahí tenemos la razón de Castro, es un individuo con una habilidad extraordinaria para argumentar, para convertir la espuma en razón, para convertir en miedo la razón, para convertir el odio en razón.

Yo fui profesor de historia muchos años y no conozco ningún personaje a lo largo de la historia que haya tenido la habilidad de Fidel Castro para vestir la mentira con los colores de la verdad y usar todo eso en términos de razonamiento ante la multitud y hacer que la multitud aplauda y se identifique con sus ideas.

EC – La otra parte de la pregunta de Marcelo era a propósito de los problemas que implica tener a la administración Bush como un aliado.

HM – En América Latina hay pobreza, hay una indiada atrasada e inculta que no halla los medios de incorporarse al progreso. Estas repúblicas que tenemos cuando surgieron dejaron de ser colonias pero no se convirtieron propiamente en repúblicas, nada más que de nombre. Las instituciones, las costumbres, la moral del pueblo, un montón de cosas, la perspectiva del llamado ciudadano no eran las del miembro de una República. Desgraciadamente nuestras repúblicas han seguido conservando muchas cosas de la colonia. Y además los vicios de la corrupción, que son un fenómeno general en el mundo, no sólo de estos grupos, los políticos –salvo excepciones– en estos países han defraudado mucho y han contribuido a la frustración de los pueblos, entonces es fácil culpar del atraso de la miseria, de muchísimas cosas más. Ocurre aquí y en otra medida y con otras características ocurre en pueblos de África y de Asia por culpar de su pobreza, su atraso y sus problemas a las naciones que tienen un nivel de progreso más adelantado. Además Estados Unidos tiene una historia –ya hoy no, pero la tuvo durante muchos años– de avasallar a países.

DB - ¿Hoy no, dice usted?

HM – Se quedó con Puerto Rico, con Filipinas, y trató de quedarse con Cuba, eso es cierto.

DB – Y ahora se quedó con Irak, o sea que esa historia no terminó.

HM – Usted seguramente está enterado de que las resoluciones de Naciones Unidas en cuanto a Irak justifican de alguna manera…

DB – De ninguna manera, de ninguna manera. En ningún caso las Naciones Unidas avalan una invasión.

HM – Yo vengo aquí a hablar de mi caso, y por supuesto tengo también que explicar ciertas cosas que se relacionan con la política norteamericana. La embajada americana aquí o los voceros de Estados Unidos son los que pueden hablar, pero yo estoy contestando que es fácil combatir el derecho del pueblo cubano a querer un cambio en Cuba diciendo que los americanos hacen esto y esto.

DB – Pero la hipocresía que usted les cuestiona a España, a Europa, a otros países, ¿no es peor en Estados Unidos, que defiende, dice defender, la democracia en Cuba pero no le importa la democracia en China, no le importa la democracia en Arabia Saudita? China es tan aliada de Estados Unidos como España de Cuba. ¿No será mejor que el exilio cubano, que defiende la democracia en Cuba, trate de separarse de un aliado tan desagradable como Bush y el gobierno de Estados Unidos?

HM – Mire, la pregunta puede sonar muy bonita, pero el exilio cubano trata de buscar aliados donde quiera, si los encuentra en Uruguay, bien; nosotros buscamos las alianzas en los pueblos, pero si hay gobiernos que nos ayudan, aplaudimos a esos gobiernos, nos identificamos con esos gobiernos. Ante un gobierno como por ejemplo el de Clinton, que no fue favorable o que ayudó muy poco –y hubo otros gobiernos americanos que han sido poco identificados, muy poco identificados con las aspiraciones del pueblo de Cuba–, si el señor Bush dice que quiere un cambio en Cuba, nosotros lo aplaudimos. A quien no podemos aplaudir es al señor Rodríguez Zapatero, que llegó al poder el otro día y que desde que llegó está buscando la manera de que Europa cambie su posición de no enterarse de las cosas que ocurren en Cuba.

En conclusión, yo creo que la gente de izquierda, de la extrema izquierda, tiene sobradas razones para aplaudir a Fidel Castro porque Fidel Castro representa de algún modo el totalitarismo que fracasó y se derrumbó en la Unión Soviética y está todavía vivo en Corea del Norte, en La Habana y en algún otro lugar. Pero a los que aman la democracia, los que creen que hay valores que la democracia contiene, que la democracia además posibilita que haya una prensa libre, que no haya persecución por las ideas, la democracia que busca la manera de que en Cuba se acabe la prisión política y que la gente pueda expresarse y que haya un referéndum, haya oportunidad de cambio, a ésos nosotros los aplaudimos. A los que defienden a Castro por encima de todo porque es el antiamericanismo, bien, les respetamos sus ideas, pero no podemos entender sus razones. Creo que con esto les estoy contestando.

***

HM – Estamos aquí discutiendo libremente. Agradezco esta oportunidad de estar en una tribuna libre que quisiera para mi país y que aspiro a que esté.

DB – Yo también, quiero aclarar eso: yo también.

HM – Y con esto estoy contestando una pregunta que me hizo que quedó sin contestar. ¿Cuándo? Yo no sé cuándo, pero mientras no llegue ese momento los cubanos tenemos sobradas razones para luchar contra ese sistema, por la libertad y por muchísimas cosas más que conforman el sistema democrático.


Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Alexandra Hahn


Fuente: Bitácora Cubana
El Espectador / Bitácora Cubana
Uruguay, 13 de septiembre de 2005