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Empresarios de EEUU dan marcha
atrás.
Wilfredo Cancio Isla
El Nuevo Herald
La reciente decisión de la compañía SYSCO de renunciar a un acuerdo de
intención política con el régimen cubano para vender sus productos en la
isla, está sonando como una voz de alerta entre empresarios,
funcionarios gubernamentales y legisladores estadounidenses que
promueven las relaciones comerciales entre ambos países.
''Ninguna dependencia de nuestra compañía está autorizada a realizar
declaraciones sobre política de gobierno y vincularlas a operaciones
comerciales'', expresó Toni Spiegelmyer, vicepresidenta para el área de
inversionistas y relaciones públicas de SYSCO Corporation.
La ejecutiva confirmó a El Nuevo Herald que el pasado 23 de agosto SYSCO
Corporation decidió cortar los lazos establecidos con Alimport alegando
conflictos de política corporativa.
SYSCO Corporation --radicada en Houston, Texas-- es el mayor
distribuidor y comercializador de productos alimentarios y servicios de
comidas en EEUU, con ganancias anuales de $26,000 millones. Sus
transacciones con dependencias federales alcanzan los $7,000 millones.
La decisión desarticuló el acuerdo de intención firmado por la
subsidiaria SYSCO Food Services of Central Alabama, el 11 de agosto, con
el fin de ampliar las relaciones comerciales. Esta filial, con sede en
Calera, Alabama, había vendido a Cuba unos $500,000 en productos
alimenticios desde noviembre.
El presidente de Alimport, Pedro Alvarez, había calificado el acuerdo
como ''estratégico'' por las amplias posibilidades de abastecimiento que
ofrecía para sector turístico y los supermercados.
Spiegelmyer se limitó a señalar que SYSCO cumplirá los posibles
compromisos pendientes con Alimport, pero insistió en que ``no existen
planes futuros para comerciar con Cuba''.
Desde el pasado año, numerosas transacciones entre la empresa estatal
Alimport y firmas estadounidenses estuvieron caracterizadas por la
adición de un documento que --de manera más o menos explícita--
comprometía a los vendedores a gestionar ante el Congreso la
flexibilización del embargo.
El lenguaje de los documentos firmados por las entidades norteamericanas
incluye frases de apoyo y estímulo a la promoción de un cambio en la
política de EEUU hacia Cuba. El compromiso suscrito puede tomar
calificativos como ''memorando de entendimiento'', ''comunicado conjunto''
o ``carta de intención''.
La situación resultaba ya preocupante para analistas, empresarios y
funcionarios públicos que consideran impropia la sutil politización del
nexo comercial con la isla, pero SYSCO fue la primera entidad en tomarse
el asunto en serio.
''Desafortunadamente el gobierno de Cuba está corrompiendo el proceso
comercial con presiones políticas'', opinó John Kavulich, presidente del
Consejo Económico y Comercial Cuba-EEUU, con sede en Nueva York.
Kavulich señaló que cada vez son más crecientes las quejas de
empresarios y compañías respecto a las presiones de funcionarios de
Alimport para que hagan ''más pública y vigorosa'' su oposición a la
política norteamericana sobre Cuba.
El paso de SYSCO no es el único. Tras firmar un ''memorando de
entendimiento'' para cabildear contra la política estadounidense, el
pasado noviembre, las autoridades del puerto de Manatee, Florida,
retiraron poco después las referencias antiembargo de los documentos
suscritos con Alimport.
''Usar una transacción comercial para cambiar la política estadounidense
es un acto antipatriótico'', opinó el congresista cubanoamericano Bob
Menéndez.
Menéndez es promotor de un proyecto legislativo para gravar con un
impuesto del 100 por ciento las ventas de compañías estadounidenses a
Cuba. La iniciativa --según él-- ``está bloqueada por los propios
republicanos que mayorean la Cámara''.
Por el momento Cuba parece estar dispuesta a moderar sus estrategias
políticas. A comienzos de este mes el Secretario de Agricultura de
Vermont, Steve Kerr, visitó Cuba para firmar un contrato de ventas por
$7 millones. En esa ocasión, los funcionarios de Alimport no ofrecieron
el memorando de entendimiento.
Desde diciembre del 2001 las ventas de productos agrícolas de EEUU a
Cuba ascienden a unos $677 millones.
Fuente: El Nuevo Herald
Viernes, Septiembre 24, 2004
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