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Vocera del régimen de La Habana,
trata de tapar el sol con un dedo.
Por Boris Luis Santa Coloma/ Europa
El periodista Boris Luis Santa Coloma elaboró el siguiente comentario
sobre lo publicado por la agencia EFE acerca de lo expresado en una
rueda de prensa en Madrid por la embajadora de Cuba en España, Isabel
Allende, quien se refirió a la inquietud del gobierno de La Habana por
las medidas anunciadas el pasado día seis por el Gobierno de Estados
Unidos, las cuales considera que son 'endurecedoras del bloqueo
comercial'.
Según publica la agencia EFE, la sra Allende –descendiente de una
familia comunista española que emigró a Cuba- informó de que en la Isla
habrá que adoptar 'medidas de excepción que puedan garantizar la
supervivencia de la revolución y del país“ en alusión al absurdo plan
adoptado por el gobierno cubano.
El pasado día 6, en Washington, el presidente de Estados Unidos, George
W. Bush, presentó un informe de la Comisión de 'Ayuda para una Cuba
Libre' con el que su Gobierno prevé restringir la frecuencia de los
viajes de familias a Cuba y reducir la cantidad de dólares que pueden
enviar a la Isla, entre otros medidas.
Disfrazándose de abogada del exilio cubano, la embajadora Allende
aseguró que estas disposiciones, contenidas en un documento de 500
páginas, suponen 'una violación de los derechos de los ciudadanos
cubanos residentes en Estados Unidos y de los cubanos de la Isla' y un
deseo de 'asfixiar' a Cuba e impedir que las relaciones de las familias
'se desarrollen con cierta normalidad'. Algo que llama la atención por
salir de la boca de un representante de un país que durante décadas
castigó y discriminó a sus nacionales por mantener relaciones con sus
familiares en el extranjero, a quienes tildaba de traidores y gusanos.
En su intervención la diplomática también expresó preocupación por las
empresas extranjeras, ya que a su juicio el Plan estadounidense supondrá
un 'castigo muy grave' para los inversionistas, que quedan convertidos
en 'rehenes del Gobierno de Estados Unidos', teniendo en cuenta que veta
la inversión de empresas y sus filiales en Cuba. No habló nada de que
desde hace décadas a los cubanos se les veta el derecho a desarrollar su
propia iniciativas económicas, ni de que se les impone un sistema de
producción colectiva, del que solo se beneficia una élite privilegiada
en la cúpula del país. Por cierto que unas décadas atrás precisamente la
sra. Allende lanzaba arengas en foros internacionales sobre los efectos
perniciosos de la actividad internacional de los consorcios sobre las
economías de los países subdesarrollados. Por eso llama la atención su
preocupación por las empresas capitalistas, las que de repente ya parece
que no son tan malas como antes. Pero es lógico que tras la bancarrota
del socialismo como sistema, una diplomática cubana necesite modernizar
su discurso acorde con las circunstancias, sobre todo cuando se trata de
conseguir los dólares del odiado „Imperio“, pero bien, el fin justifica
los medios.
Más adelante la diplomática se refirió en concreto a las medidas
adoptadas por la Casa Blanca, las cuales considera una forma de 'endurecer'
el bloqueo contra la Isla para ahogarla y recuperar a Cuba como 'colonia'
estadounidense. En esto hay que reconocer la tenacidad de los personeros
del régimen cubano y de la sra. Allende en particular a la hora de
repetir clichés gastados. Todo el mundo sabe que para Estados Unidos la
importancia de Cuba es de orden moral, no económica. Insinuar que los
americanos quieren apoderarse de la Isla para convertirla en su colonia
es una mentira apta solo para las mentes ingénuas. Luego de décadas de
desmanejo de la economía cubana a fuerza de un dirigismo centralizado y
la imposición del modelo soviético no existe alternativa viable para
Cuba que no sea la libre empresa. Pero la sra. Allende puede dormir
tranquila, que el asunto sobre el futuro de Cuba es motivo de
preocupación a ambos lados del Atlántico y que en el momento crucial
Cuba no estará sola en el difícil momento de la transición.
La embajadora cubana también hizo referencia a las medidas que el
gobierno de su país se verá obligado a adoptar para poder mantener los
cacareados logros de la Revolución. Entre ellas citó que el gobierno del
presidente Fidel Castro dará prioridad a las inversiones económicas que
tengan más rápida amortización y reporten beneficios inmediatos con el
presunto propósito de ganar en calidad y ahorrar recursos. En otras
palabras, que el país se verá ahora más que nunca sometido a una
economía de subsistencia.
Fiel a la retórica oficial de La Habana, Allende aseguró que el Gobierno
de Estados Unidos 'es capaz de cualquier cosa' contra Cuba y se refirió
a la falacia que desde hace cuarenta años vienen repitiendo los
diplomáticos cubanos de que no era descartable alguna 'agresión militar'.
Cabe precisar que con el tiempo transcurrido desde que Castro asumió el
poder, si Estados Unidos hubiera optado seriamente por la intervención
hace rato ya que lo habría hecho. Sería duduoso que lo hiciera bajo las
actuales circunstancias con una Cuba con economía tambaleante y un
gobierno que busca desesperado sostén a diestra y siniestra.
Interrogada por la prensa asistente, la embajadora rehusó pronunciarse
sobre las relaciones de la Isla con México, aunque aseguró que 'en
términos generales', todo gobierno 'que se respete' tiene que oponerse a
esas medidas' contrarias a toda norma de derecho internacional'. Por
supuesto que omitió hacer referencia a la ingerencia del gobierno cubano
en los asuntos mexicanos, tal vez porque no lo considere así sino un
gesto de „internacionalismo proletario“, pero en política todo es un
asunto de percepción, sobre todo si se trata del régimen cubano.
El balance final de lo aportado con su intervención fué pobre. A los
diplomáticos cubanos solo se les permite repetir libretos estudiados de
antemano por el gobierno de La Habana. Al igual que en la economía, en
la diplomacia de Cuba hay poco espacio para las iniciativas.
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