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Documentos
Declaración de Viña del Mar
Santiago y Viña del Mar, Santiago de Chile, 16 e 17 de
noviembre de 1996
Primera parte:
Gobernabilidad para una democracia eficiente y
participativa I. Introducción
1. Los Jefes de Estado y de Gobierno de
los 21 países iberoamericanos nos hemos reunido por sexta vez en el
marco de la Conferencia Iberoamericana, en las ciudades de Santiago y
Viña del Mar, República de Chile, los días 10 y 11 de noviembre de 1996.
En este nuevo encuentro confirmamos y realzamos los principios y
objetivos que hemos adoptado en Cumbres anteriores, que han consolidado
la fuerza de nuestra Comunidad Iberoamericana, como espacio de
concertación y cooperación de características propias.
2. Reafirmamos nuestro
compromiso con la democracia, el estado de derecho y el pluralismo
político, el respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales, el imperio del Derecho Internacional y de los principios
consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y, en especial, los
principios de soberanía, de no intervención y de igualdad jurídica de
los Estados, así como el derecho de cada pueblo a construir libremente,
en paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones.
Este conjunto de compromisos y de principios, que se sustenta en el
acervo cultural e histórico que compartimos y que nos ha llevado a
constituir la Conferencia Iberoamericana, es la base fundamental y el
marco conceptual que orienta nuestra reflexión, decisiones y objetivos
que nos hemos trazado en relación con el tema de la gobernabilidad para
una democracia eficiente y participativa.
3. En la
Cumbre de Bariloche afirmamos que Iberoamérica enfrenta un triple
desafío en los umbrales del siglo XXI: la promoción y la consolidación
de un desarrollo económico y social sostenido y sostenible; la
profundización, ampliación y consolidación de los procesos de
integración regional; y su inserción en un mundo en profunda
transformación tecnológica y productiva. A estos inmensos desafíos se
les une el imperativo de impulsar el desarrollo político, capaz de
atender las demandas de una sociedad más participativa, como condición
básica para asimilar e incidir positivamente en estos cambios de escala
global. La necesidad de consolidar nuestras democracias, haciéndolas más
eficientes, participativas y transparentes, se constituye así en una
tarea permanente y en un obligado espacio de reflexión y cooperación
para nuestros pueblos.
II. Gobernabilidad para una democracia eficiente y
participativa
4. En Iberoamérica existe la convicción de
que la independencia de poderes, su mutuo control, la adecuada
representación y participación de mayorías y minorías, las libertades de
expresión, asociación y reunión, el pleno acceso a la información, las
elecciones libres, periódicas y transparentes de los gobernantes,
constituyen elementos esenciales de la democracia. Hoy somos más
conscientes que la consolidación de la democracia es una tarea
permanente en que cada pueblo, de acuerdo con su tradición política,
debe avanzar resueltamente.
5. Nuestras
democracias tienen desafíos tales como asegurar una representación y
participación efectiva de la población, procurando que las opiniones y
las iniciativas -que son condiciones esenciales para el debate abierto y
transparente de la vida pública- fortalezcan a las sociedades. La
gobernabilidad democrática supone también transformaciones sociales,
económicas y culturales profundas que conduzcan a disminuir las
desigualdades y los problemas de exclusión social. En este punto
corresponde a nuestros Estados una importante e intransferible función.
6. A
estos desafíos se suman nuevas exigencias derivadas tanto de la
globalización como de los propios ajustes económicos, las que hacen
urgente e imperativa la cooperación iberoamericana. Asimismo, nuestras
democracias deben hacer frente a los retos que suponen la superación de
la pobreza, el mejoramiento de la seguridad pública y de la
administración de la justicia, así como el combate contra la corrupción,
el terrorismo, las drogas ilícitas y sus problemas conexos, el lavado de
dinero y otras formas de delincuencia organizada internacional.
7. Esta
Cumbre persigue establecer un amplio programa de cooperación política
para Iberoamérica. Se fundamenta en una reflexión sobre la marcha de la
democracia, que nos señala en qué materias podemos cooperar y las
condiciones que permiten que esa cooperación sea posible y eficaz.
Tenemos la convicción que podremos realizar un vasto intercambio de
experiencias nacionales relacionadas con el fortalecimiento de nuestras
instituciones políticas, con la formulación y aplicación de políticas
públicas y con la intensificación de nuestras instancias de
concertación. Estos intercambios, que ya existen a diferentes niveles y
con diverso grado de desarrollo, deben ser impulsados con el único fin
de ayudar a que nuestras democracias sean expresión de un gobierno
efectivo para nuestros pueblos.
III. Condiciones para una cooperación política
iberoamericana
8. La cooperación política implica una
interacción entre las naciones, que se fundamenta en el respeto
irrestricto a la soberanía, la integridad territorial, la
autodeterminación y la independencia de cada país. Ella exige que las
tradiciones nacionales arraigadas en cada una de nuestras sociedades
sean respetadas, y que se posibilite la elección de los medios, los
instrumentos y los mecanismos que cada Nación considere más idóneos.
9. Esta cooperación
política se funda en criterios desarrollados en Cumbres anteriores que
rechazan cualquier forma o intento de alterar el orden institucional,
que establecen un mecanismo de consultas en casos de especial urgencia y
relevancia y que han permitido gestiones y posiciones comunes en defensa
de los valores democráticos y de la soberanía, fundadas en compromisos
aceptados por nuestros países.
IV. Dimensiones internacionales de la gobernabilidad en
democracia
10. La experiencia política de los países
iberoamericanos pone de manifiesto que la gobernabilidad democrática se
fortalece en un entorno de paz y seguridad internacionales. Asimismo,
valoramos que el régimen democrático contribuye decisivamente a las
relaciones pacíficas entre los pueblos.
11. La globalización
se ha convertido en un elemento característico de la sociedad
contemporánea que incide en la vida de nuestros pueblos y en las
acciones de los gobiernos. Solo una comprensión cabal de los alcances de
este proceso, nos permitirá encarar sus riesgos, aprovechar sus
oportunidades y amortiguar los efectos que inciden sobre los sectores
más vulnerables de la población.
12. En
el marco del regionalismo abierto y con el propósito de integrar a
nuestros países en un sistema económico interdependiente y
crecientemente globalizado, nuestros gobiernos han suscrito e impulsan
activamente diversos acuerdos de liberalización de intercambios
comerciales a nivel mundial, regional y subregional.
13. En
este sentido, rechazamos la aplicación de medidas unilaterales,
particularmente las coercitivas, contrarias al libre comercio. Ellas
constituyen un factor adverso al crecimiento y estabilidad de
Iberoamérica, que afecta la gobernabilidad en democracia.
14.
Destacamos los esfuerzos binacionales y subregionales para desarrollar
las infraestructuras de transportes y comunicaciones, que promueven los
intercambios económicos, sociales y culturales, tanto entre los países
de Iberoamérica como con otras regiones del planeta. De este modo, se
está construyendo una red de relaciones cada vez más densa y
multifacética, que aproxima el anhelo de integración de nuestros pueblos
a un horizonte de realización más cercano.
15. Nos
comprometemos a intensificar los lazos de cooperación internacional en
la lucha contra la corrupción, el terrorismo, las drogas ilícitas y sus
problemas conexos, el lavado de dinero, el tráfico de armas y otras
formas de delincuencia organizada internacional. Para ello, conforme lo
permitan nuestras legislaciones nacionales, buscaremos los mecanismos de
cooperación policial y judicial que permitan el intercambio de
información sobre las actividades delictivas; el mejoramiento de la
coordinación entre las autoridades judiciales y policiales; y la puesta
a disposición de las autoridades judiciales competentes de los
responsables de los actos criminales para su enjuiciamiento y
cumplimiento de penas en sus correspondientes países o mediante la
extradición. Asimismo, desarrollaremos, mejoraremos y promoveremos los
convenios bilaterales y multilaterales sobre este tema, con el fin de
intensificar esta cooperación.
V. Dimensiones socioeconómicas de la gobernabilidad en
democracia
16. Reafirmamos el hecho de que la estabilidad democrática y el
desarrollo económico y social son conceptos que tienden a reforzarse
mutuamente, ya que las democracias requieren de políticas sólidas que
aseguren un desarrollo económico integral de la sociedad. En este
contexto, el tema de la igualdad de oportunidades se plantea con fuerza
en la agenda pública, más aún cuando la aplicación de políticas y de
prácticas inadecuadas agravó los problemas sociales existentes. La
democracia requiere de un Estado que, promoviendo la equidad, concilie
los imperativos de crecimiento económico y desarrollo social, privilegie
la inversión en el campo social, promueva la igualdad de oportunidades y
responda eficazmente a las aspiraciones legítimas de los hombres y
mujeres de nuestra región. Ello significa un vasto intercambio de ideas
y experiencias en torno a temas tales como: adecuados sistemas
tributarios; formas efectivas de gasto social; focalización sectorial y
territorial de políticas sociales; educación; salud; lucha contra la
pobreza y formas de contribución solidaria de la sociedad civil.
17. En Iberoamérica existe actualmente una
comprensión más amplia de los agentes del
desarrollo y de las
políticas públicas. Se acentúa la conciencia de que tareas como el
crecimiento económico, la creación de más y mejores empleos, y la
promoción de la igualdad de oportunidades, no son exclusivas del sector
público o del sector privado. Destacamos las experiencias positivas de
la acción conjunta del Estado, de los empresarios y otras entidades
privadas y de las organizaciones sociales, en el diseño, la gestión y la
evaluación de diferentes políticas públicas. Cada vez más la comunidad
organizada, a nivel municipal y regional, quiere tener voz y acción en
la solución de los problemas que la aquejan. Estos son cambios que
debemos reconocer y valorar positivamente.
18. El crecimiento y
la equidad son exigencias compatibles, de allí la importancia de que el
Estado
contribuya a garantizar la complementariedad entre ambas: el
mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos; la inversión en
recursos humanos; la generación de empleo productivo y la modernización
tecnológica. Esta confluencia entre democracia y modernización se
facilita cuando el gobierno y la sociedad jerarquizan un conjunto
consistente de propuestas de transformación productiva con equidad,
colaborando así a una mayor certidumbre de expectativas y acciones.
VI. Dimensiones políticas de la gobernabilidad en
democracia
19. La gobernabilidad en democracia supone
la representación y participación de todos los habitantes de nuestros
Estados, sin consideración de origen, raza, religión o sexo, con
especial consideración a las poblaciones indígenas, pues ello refrenda
la legitimidad de la democracia política. Ello implica reconocer la
contribución de las mayorías y de las minorías al perfeccionamiento de
nuestros modelos democráticos. Compatibilizar estos requerimientos con
el respeto al principio de la igualdad entre todos los hombres y mujeres
que habitan Iberoamérica, constituye un desafío para nuestra sociedades.
20. Uno de los mayores
logros históricos de nuestras naciones ha sido el paso de una política
basada en el conflicto a una política basada en la cooperación, que
busca poner en común las ideas y los esfuerzos y resolver los conflictos
dentro de cauces institucionales, respetando los derechos al debate
público. Valoramos, asimismo, que la búsqueda de acuerdos se haya
convertido en una práctica en otros ámbitos de la sociedad, como por
ejemplo en el área sindical y empresarial.
21.
Estamos convencidos de que la dignidad de las personas, la igualdad y la
participación plena de mujeres y hombres en la política, la economía y
la sociedad, son fundamentales para la práctica democrática. La noción
de que ningún ciudadano puede verse afectado en sus derechos
fundamentales en nombre de una visión dogmática acerca de la sociedad,
del Estado o de la economía, debe afianzarse hondamente en la cultura
democrática de nuestros pueblos.
22. Al respecto, señalamos la
importancia de instituciones que faciliten una defensa más eficaz de los
derechos humanos y de las garantías fundamentales, como los Defensores
del Pueblo y los Procuradores de Derechos Humanos. Al mismo tiempo,
consideramos imprescindible, para el desarrollo de la gobernabilidad de
la región, garantizar también los derechos sociales, económicos y el
respeto a la diversidad cultural.
23. La
raíz ética de la actividad política -la exigencia de valores y de
sentido de vocación por la acción colectiva-, constituye el fundamento
más importante del respeto hacia esta actividad. Elevar la calidad de la
política, de la dirigencia y del debate público debe ser una tarea
compartida por todos. Por ello, nos comprometemos a promover el
prestigio de la política, para revalorizar su papel en la vida diaria de
nuestros conciudadanos, y a estimular su participación política y
social. En este sentido, fortaleceremos, desde la más temprana
escolaridad, los programas de formación ciudadana y de educación para la
democracia y la participación.
24. Las
agrupaciones y los partidos políticos tienen un papel esencial en el
desarrollo democrático. Por ello, reforzaremos sustantivamente la
responsabilidad de estas agrupaciones y partidos en la mediación, en la
representatividad nacional y en la selección de los liderazgos, de
conformidad con la legislación y las tradiciones políticas de cada uno
de nuestros países, para fortalecer su prestigio y legitimidad entre la
población.
25. Para
ello, es necesario que las agrupaciones y los partidos refuercen la
definición de sus programas, modernicen sus organizaciones, establezcan
modalidades transparentes de financiamiento y refuercen su capacidad de
adaptación a las nuevas exigencias de la economía mundial y a la
reformas institucionales de cada país. Son también indispensables
programas que desarrollen el carácter de derecho público de los
partidos.
26. El
carácter representativo y participativo de la democracia ha tenido un
sólido fortalecimiento en Iberoamérica con la celebración periódica de
elecciones libres y competitivas, así como mediante el recurso
frecuente, en algunos países, a referéndum y consultas directas a la
población. Existe un notable mejoramiento de la organización y
administración electorales, a través de una más moderna
institucionalidad de sus organismos, que han permitido la realización de
procesos transparente con pleno respeto a los requisitos esenciales del
derecho electoral. Por otra parte, han existido debates e iniciativas
para reformar los sistemas electorales hacia modalidades que permitan
una representación más democrática de la población y una mayor relación
entre los electores y los elegidos. En esta materia, la disponibilidad
de información confiable -acerca de las tasas de abstención electoral,
del nivel de inscripción en registros electorales, en los partidos y
agrupaciones políticas- constituye un paso adicional para el
fortalecimiento de la democracia.
27. La
consolidación de la democracia implica el desarrollo de una cultura de
la responsabilidad mutua entre los ciudadanos y las autoridades. Esta es
una de las áreas más inexploradas de nuestros esfuerzos políticos. En el
caso de los cargos elegidos, debe asumirse plenamente la esencia del
mandato, con las correspondientes obligaciones de las partes. Los
representantes del pueblo, junto con cumplir su cometido, deben dar
cuenta pública y periódica de su gestión. A su vez, los ciudadanos deben
conocer sus derechos y ejercerlos, así como respetar las facultades de
las cuales están investidos los órganos públicos y sus titulares. En
esta mutua responsabilidad reside en gran parte la transparencia que se
hace exigible actualmente como una de las principales bases de la
democracia.
28. La
democracia se fortalece en nuestras sociedades cuando la probidad, la
responsabilidad y la transparencia se afirman y se consolidan como
rasgos esenciales del servicio público y de las prácticas de la sociedad
civil y de nuestra cultura política. Reafirmamos especialmente las
medidas que toman nuestros Estados para estimular estos comportamientos
y prevenir la corrupción. La Convención Interamericana contra la
Corrupción, suscrita en Caracas, el 29 de marzo de 1996, nos muestra que
es posible tener criterios compartidos y abrir espacios a la cooperación
en estas materias. Nos comprometemos a continuar realizando el mayor
esfuerzo en esta tarea, y en especial a adoptar las acciones necesarias
para lograr la pronta ratificación o adhesión a esta Convención, por los
países signatarios.
29. En
Iberoamérica se realizan numerosas reformas en las diferentes
instituciones políticas y en la administración y descentralización del
Estado, a partir de las particularidades y necesidades específicas de
cada sociedad en el ejercicio de sus derechos soberanos. Estas
transformaciones se sustentan en el consenso existente acerca de la
supremacía y del fortalecimiento del poder civil como elemento base de
la democracia.
a. El
fortalecimiento de las instituciones políticas
30. El
fortalecimiento de la democracia en Iberoamérica ha traído consigo una
nueva valoración de las instituciones políticas como pilares esenciales
del régimen democrático, y un interés generalizado por el
perfeccionamiento de los regímenes políticos, de las formas del Estado y
de los órganos y estructuras que lo conforman.
31. La
reforma del Estado abarca a los Poderes Ejecutivo, Legislativo y
Judicial. Los países han fortalecido las estructuras de apoyo al titular
del Poder Ejecutivo en la coordinación interministerial, en la
formulación de las políticas públicas, en el procesamiento de
información y en sus tareas de comunicación con los ciudadanos.
32. Los
Parlamentos experimentan con gran fuerza las transformaciones de
nuestras sociedades. Su función representativa es hoy más complicada de
lo que fue en el pasado puesto que deben articular una mayor
multiplicidad de intereses y de grupos. Sus labores -entre las que
sobresale la función legislativa- son cada vez más complejas, debido al
incremento de los aspectos técnicos y especializados de estos procesos.
Ello hace imperativo ampliar las iniciativas tendientes a apoyar mejores
niveles de información y conocimiento para el proceso legislativo, para
la correcta fiscalización y para una apropiada comunicación con la
opinión pública.
33. Una
de las más notables reformas es la de la administración de justicia,
inspirada en una nueva valoración de su papel en la sociedad,
particularmente de su función social. Los cambios en esta área se
refieren, por una parte, a la estructura de los tribunales, ampliando su
cobertura y facilidad de acceso, y; por otra, a los procedimientos,
atendiendo a su agilización y actualización. También se están dando en
la región importantes reformas tanto en lo que atañe a las normas
procesales como a las de índole sustancial. Asimismo, merecen destacarse
las reformas orientadas a la protección de sectores específicos de la
población -menores, familia- así como las modificaciones tendientes a
asegurar la protección de los legítimos derechos de las víctimas y a dar
fiel cumplimiento al principio del debido proceso de las personas
privadas de la libertad.
b. La
reforma de la Administración Pública
34. Las
tareas del Estado están igualmente sujetas a transformaciones para
actualizar antiguas funciones y enfrentar otras nuevas. Obligaciones que
el Estado realizaba en forma directa, hoy pueden necesitar solamente una
supervisión y un marco regulatorio claro, menos burocrático y más
indirecto; en otras, como en las referidas a las políticas sociales, el
fomento del progreso técnico y el apoyo a la inserción económica
internacional, se desarrollan nuevas modalidades más eficientes. En este
marco de transformaciones, resulta necesario redefinir las fronteras
entre la público y lo privado; las experiencias intentadas
-establecimiento de marcos regulatorios transparentes, incorporación de
recursos privados a inversión pública, focalización de subsidios- deben
ser incentivadas, teniendo en cuenta las tradiciones nacionales de
nuestros Estados.
35. El
cambio en la Administración apunta a mejorar la calidad y eficiencia de
su capacidad de gestión, especialmente en lo que hace al digno trato de
los usuarios de los servicios públicos. Ello es especialmente relevante
para la calidad de vida de los sectores menos favorecidos, quienes
recurren masivamente a estos servicios.
c. La
descentralización del Estado
36. Al
igual que en otras regiones del mundo, en Iberoamérica han surgido o se
encuentran en pleno desarrollo procesos de descentralización del Estado,
que caminan a la par con la consolidación democrática y las reformas
económicas que tienen lugar en la región y que buscan superar una
tendencia centralista. Así, en Iberoamérica avanza la descentralización,
desarrollando espacios políticos, económicos, administrativos y
territoriales viables para hacer al Estado más eficiente, para promover
la igualdad de oportunidades, para el pleno ejercicio de la ciudadanía y
para consolidar una democracia participativa con bases locales y
comunitarias.
37. En
este esfuerzo de modernización y descentralización del Estado en el que
estamos empeñados, consideramos al municipio como uno de los elementos
fundamentales del proceso de reformas. No hay descentralización sin
fortalecimiento de la vida comunal, porque el desarrollo regional se
base en medida importante en la participación ciudadana a través de
municipios eficientes, conocedores de las necesidades y aspiraciones
propias de sus respectivas comunidades. El potencial del municipio, como
uno de los ámbitos de política pública y de participación y ejercicio de
los derechos ciudadanos, se verá favorecido si se refuerza su capacidad
de gestión. En este sentido, valoramos también la emergencia de
asociaciones de ciudadanos a nivel comunal, cuya protección y promoción,
coadyuva al desarrollo local.
38. Al
mismo tiempo, los procesos de descentralización deben tener presente -en
el marco de una estrecha colaboración entre la Administración Central y
las Administraciones Descentralizadas- el principio de solidaridad, con
objeto de evitar posibles desequilibrios, así como salvaguardar, en el
proceso, el principio básico de la igualdad entre todos los ciudadanos,
más allá de su origen étnico o de su residencia geográfica, al interior
de nuestros Estados.
VII. Nuestro compromiso
39. Como Gobernantes nos comprometemos a
fortalecer decididamente nuestras instituciones y culturas democráticas;
a mejorar la calidad de la política, de sus comportamientos y de sus
estilos; a modernizar la gestión pública y apoyar los procesos de
descentralización; a crear las condiciones necesarias para aumentar los
niveles de equidad social, consolidar las bases socioeconómicas que
harán posible una democracia integral; y a asumir las oportunidades que
ofrece la globalización. Nuestros colaboradores directos, en
coordinación con las sucesivas Secretarías Pro Tempore, serán los
encargados de la promoción y seguimiento de los lineamientos centrales
de esta Cumbre.
40. El fortalecimiento
y consolidación de la democracia requiere una gran confluencia de
nuestra energía colectiva. Los dirigentes y ciudadanos de Iberoamérica
debemos, sin tardanza, sumar nuestros esfuerzos a esta tarea crucial
para nuestro futuro. Convocamos a los partidos, a los parlamentos, a las
variadas organizaciones de la sociedad civil, a los organismos
internacionales, a desarrollar con fuerza y creatividad múltiples
iniciativas que garanticen la gobernabilidad democrática en toda
Iberoamérica. Tenemos la firme convicción de que la cooperación política
democrática enriquecerá los horizontes de nuestra Comunidad
Iberoamericana y abrirá nuevos caminos para la anhelada integración de
nuestros pueblos.
VIII. Reuniones Sectoriales, Agradecimientos,
Convocatoria
41. Al destacar la riqueza de intercambio
de ideas realizados en las reuniones sectoriales de esta VI Cumbre,
hacemos nuestra la Declaración de Managua, adoptada por el II Encuentro
de Ministras y Secretarias de Estado de Iberoamérica y nos felicitamos
de la institucionalización de esta importante instancia de reflexión en
torno a la igualdad de oportunidades. Asimismo, tomamos nota con gran
interés de la “Declaración de Valdivia”, adoptada por el Foro
Iberoamericano de la Vivienda y del Desarrollo Urbano. Hacemos nuestra
la “Declaración de Santiago para el Desarrollo Sustentable de la
Agricultura y del Medio Rural” y nos felicitamos de la decisión de los
Ministros de Agricultura de Iberoamérica de institucionalizar la
existencia del Foro Iberoamericano de Agricultura, entendido como una
instancia permanente de diálogo acerca de este importante sector de
nuestras sociedades. Acogemos las conclusiones contenidas en la
“Declaración de Iquique”, adoptada por el Foro Iberoamericano de
Desarrollo Social. Al tomar nota, con interés, de la “Declaración de
Concepción”, adoptada por la VI Conferencia Iberoamericana de Educación,
señalamos la importancia que reviste para nuestras sociedades el
profundizar la cooperación en torno a la educación y al patrimonio
cultural común iberoamericano. Reiteramos que el conocimiento adquirido,
a través de la investigación científica y el desarrollo tecnológico,
cumple un papel fundamental en la gobernabilidad de nuestros países, por
medio de su aplicación en la satisfacción de las demandas sociales y en
la optimización de las capacidades productivas, propiciando una mayor
calidad de vida y la equidad social. Por ello, al hacer nuestras las
conclusiones y recomendaciones de la Conferencia Científica “El Gobierno
de la Ciencia y la Tecnología”, reafirmamos nuestra voluntad de seguir
impulsando los esfuerzos en investigación y desarrollo, la cooperación
iberoamericana en este ámbito y la adopción de medidas que favorezcan el
fortalecimiento de los sistemas científico-tecnológicos de los países de
nuestra comunidad. Al tomar nota de las conclusiones de la Conferencia
Iberoamericana de Montevideo sobre Derecho de Asilo, realizada en esa
ciudad, expresamos nuestro interés para que las regulaciones internas en
materia de asilo y extradición sean estudiadas, a fin de lograr una
armonización de ambas instituciones en el ámbito de la cooperación
iberoamericana, atendiendo al debido respeto de la naturaleza de cada
una de ellas. Nos felicitamos de la realización del V Congreso
Iberoamericana de Academias de Historia.
42. Manifestamos
nuestra gratitud al Excelentísimo Señor Presidente Don Eduardo Frei
Ruiz-Tagle y por su intermedio al Gobierno y al pueblo de la República
de Chile por la calidez y gentileza con que hemos sido recibidos en
Santiago y Viña del Mar. Asimismo, deseamos expresar nuestro especial
agradecimiento a la Comisión Organizadora de la VI Cumbre Iberoamericana
por la excelencia de la organización de esta Cumbre y por el desempeño
de la Secretaría Pro Tempore de la Conferencia Iberoamericana, durante
1996. 43. Convocamos a todos los Jefes de Estado y de Gobierno de
Iberoamérica a la VII Cumbre Iberoamericana, en la República de
Venezuela, en 1997.
Fuente:
http://www.cumbresiberoamericanas.com/principal.php?p=68
Nota: El nombre de nuestro país Cuba
se menciona cero vez en este documento.
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