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Cartas
Carta de Huber Matos a los militares cubanos
Comandante Huber Matos B.
Compatriotas:
Este no es mi primer mensaje al personal del Minfar y del Minint,
incluídos los retirados; y los veteranos del Ejército Rebelde. Insisto
porque creo en los valores que van en nuestras raíces como pueblo y
nación.
Es una realidad incuestionable que nuestra comunidad nacional en su
conjunto encara una crisis de dimensiones catastróficas. La historia de
medio siglo y las crudas realidades que angustian día tras día a
nuestras familias en la república degradada a nivel de feudo miserable,
ponen en transparencia unas cuantas cosas que nos obligan a buscar
soluciones inaplazables, antes de que la situación demencial, la
metodología del terror y el desprecio al pueblo, que prevalecen en la
cúpula del poder, se concreten en más humillación y calamidades para los
cubanos.
En Cuba hay pobreza porque el comunismo ha sido un fracaso en todas
partes. Porque no hay libertad, porque los cubanos no pueden desarrollar
su capacidad de trabajo y su creatividad bajo un régimen que los explota
y persigue. Esto explica también que dos millones de los nuestros
tomaran el camino del exilio. Otros cubanos menos afortunados han
terminado en los "paredones", en el fondo del mar o enfrentando un
presidio político horroroso, donde todavía se atormenta a corajudos e
ignorados héroes del pueblo.
En realidad, Cuba entera es una cárcel grande donde el nativo vegeta a
niveles de
indigencia y exclusión, porque las preferencias son para los extranjeros
con abundantes dólares, para los privilegiados de la "nueva clase"; y,
por supuesto, para la "cúpula
usurpadora".
Ansiosos de asegurar la obediencia incondicional de los militares, los
Castro han repartido las empresas estatales a manera de "piñata" entre
unos cuantos preferidos que incluyen, significativamente, a miembros del
"clan dinástico". A esto se añade el manejo de los dineros del Estado en
cuentas anónimas usando la banca extranjera con métodos similares a los
del narcotráfico internacional, con el que, obviamente, han tenido
buenas relaciones. La cocaína y la guerrilla de Colombia rebotan con
fecuencia en La Habana y Varadero. Cuba ha sido y es santuario de la ETA
y de otros connotados malhechores
internacionales.
Durante años, la farsa criminal del Castrato ha sobrevivido apuntalada
por la represión implacable, por "la válvula de escape" y por la
complicidad de naciones como España, Canadá y otras que han mantenido
recios vínculos económicos con La Habana. En los últimos tiempos, los
petrodólares y la "fanfarria politiquera" de Hugo Chávez
han evitado el colapso del régimen. Pero ahora la tiranía de La Habana
está, inequívocamente, en "fase terminal' frente a un pueblo cansado de
vivir en la mentira, con hambre y toda clase de humillaciones. La "estampa"
de los Castro anuncia el final: Fidel es un escombro humano maquillado,
una momia decrépita que repite pamplinas. Es Calígula dictando pautas
entre el manicomio y el cementerio. Y Raúl es un "híbrido" de odio y
miedo disfrazado de general y de líder. La muerte de Camilo Cienfuegos y
la de Arnaldo Ochoa están entre sus muchas "hazañas".
Compatriotas: Pertenecer, o haber pertenecido, al Minfar o al Minint, no
les impide participar en la reconstrucción de Cuba. Al contrario, todos
los militares que no hayan cometido crímenes, son potencialmente
valiosos aliados del pueblo cubano. Ustedes, desde los generales hasta
los modestos soldados, pueden y deben ayudar a fundar la Nueva República,
rompiendo con la tiranía e identificándose como aliados del pueblo que
los apoyará y aplaudirá como héroes. Hay una distancia enorme entre ser
hoy instrumento de una tiranía agonizante y corrupta, y ser protagonista
de la nueva historia de la nación cubana. Pero hay que conjugar el deber
con la audacia para la acción precisa que conduzca al éxito.
Ya la figuras representativas de la oposición en suelo cubano arribaron
a un acuerdo de "Unidad para la Libertad", que cuenta con el respaldo
casi unánime de sus iguales en el exilio. Es deber de todos los cubanos
favorecer el cambio, estemos donde estemos, sin olvidar que el futuro
pertenece a las generaciones jóvenes, aunque el compromiso con la patria
nada tiene que ver con la edad. Y sepan que el exilio ayudará con todo
lo que pueda para atender las necesidades urgentes que vienen con el
cambio y favorecer el resurgimiento integral de nuestra nación. Los
cubanos no queremos intervención militar extranjera, ni guerra civil, ni
nada que signifique violencia con miles de hogares enlutados.
Una Junta Provisional de Gobierno, integrada por civiles y militares,
debe asumir la responsabilidad de implementar el cambio, incluyendo,
entre otras disposiciones, la excarcelación de todos los presos
políticos, la disolución de los cuerpos de represión política, la
vigencia de las libertades públicas y demás derechos fundamentales del
ciudadano. Concluyendo al término de dos años con la celebración de
elecciones libres, etc., etc.
La alianza del pueblo y los militares cubanos forjada en la dinámica de
los hechos y en el compromiso con los héroes de verdad de nuestra
historia, con los Céspedes, los Agramonte y los Maceo, etc., será el
marco de garantía para avanzar hacia la realización de la Nueva
República: La patria de todos los cubanos, menos los que la traicionan y
prostituyen.
Militares cubanos:
La opción está clara. De un lado: Cuba, la familia y el futuro. Del otro:
Dos demonios que agonizan cargados de culpas y de miedo.
Junio 11 de 2007
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