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Artículos
¿Son los Socialistas Suizos ingenuos políticamente?
Una respuesta a través del Alcalde Stöckli.
Por Carlos Wotzkow*
Bienne,Suiza
Columnista
La Nueva Cuba
Diciembre 6, 2003
Hans Stöckli es el alcalde de la ciudad de Bienne. Su admiración por
Fidel Castro es bien conocida por los suizos y los exiliados cubanos que
viven en este país, ya que ha sido divulgada por la prensa nacional (1)
y local (2), así como por varias páginas de Internet del exilio cubano.
En los meses previos a la inauguración de la Expo 02, Stöckli corría
entre Bienne y Berna detrás de la Embajadora cubana para que el dictador
cubano acudiera al desastre económico que significó la exposición antes
mencionada (3).
En enero del 2002 escribí un artículo en el que cuestionaba la sensatez
del Sr. Stöckli al insistir en invitar a semejante asesino a Suiza (4) y
en diciembre de ese mismo año (5), salía otro texto en el que denunciaba
lo injusto que resultaba que la Suiza quisiera deportar cubanos hacia un
país en el que el ídolo político de Stöckli desataba sin pudor una ola
represiva sin antecedentes históricos.
Cada vez que mis artículos salían publicados, yo tenía a bien
imprimirlos desde la página original y enviarlo por correo certificado a
la oficina de Stöckli, quizás, con la esperanza de que el político
socialista promoviera una conversación al respecto. Sin embargo, el
Alcalde de Bienne nunca acusó tan siquiera su recibo.
El 23 de octubre de este año, el Departamento Federal de Policía tuvo a
bien otorgarme la nacionalidad suiza. Un mes después, la oficina del
Alcalde me invitaba al acto de celebración que tendría lugar el 1 de
diciembre en el vestíbulo del Teatro Municipal. Después que el Sr.
Stöckli terminó su discurso, me le acerqué para agradecerle su
invitación y decirle que confiaba de que en un futuro próximo yo pudiera
invitarle a una Cuba libre y sin asesinos en el poder.
Yo pensaba que mis palabras atravesarían la bóveda craneal del Sr.
Stöckli sin interferencia. O sea, creí que mis palabras saldrían por la
oreja opuesta a la de entrada, pero el Alcalde me miró intrigado y me
rogó una conversación aparte. Inmediatamente me preguntó por el motivo
de semejante despedida y he aquí más o menos la conversación que se
inició.
CW. Sr. Stöckli, yo creo que usted es una persona amable y democrática,
pero desde que usted invitó a la Expo 02 a Fidel Castro sólo quiero
pensar que usted no tiene la menor idea de lo que ocurre en los países
comunistas y mucho menos en Cuba.
HS. ¿Por qué dice usted eso?
CW. Sr. Alcalde, ¿sabe usted lo que es una "gaveta" en las prisiones de
Castro? Se trata de un hueco hecho en la tierra y cuyas dimensiones no
sobrepasan los 3 metros de largo por 70 cm de ancho. En ellos, Castro
mete a los prisioneros y les obliga a permanecer allí, sobre las
inmundicias que generan sus orinas y excrementos, durante semanas. Para
que uno de esos reclusos pueda dormir, es necesario que otros tres
permanezcan parados. Eso, Sr. Stöckli, no es más que un ejemplo de las
atrocidades que ejecuta su “Líder Máximo” en Cuba.
HS. Bueno, eso está muy mal, yo no sabía que en Cuba ocurrieran cosas
como esa que usted cuenta.
CW. Sr. Alcalde, yo quisiera pensar que su respuesta es sincera, pero me
llama la atención que un funcionario público como usted y con la
ambición política que le caracteriza no se cuestione a quién invita a
dormir en su propia casa.
HS. Bueno, pero la invitación no sólo era para mostrarle la Exposición,
sino que también tenía la intención de proponerle un debate sobre los
valores de la libertad y la democracia.
CW. Usted perdone Sr. Stöckli, pero lo que la prensa escrita de Bienne
reflejó en aquellos días (1-3) fue que usted quería que Fidel Castro
diera una lección de historia a la juventud suiza.
HS. Bueno, sí, pero...
CW. Entonces Sr. Alcalde, ¿lo que usted quería es que Fidel Castro
hablara de la historia de la tortura en Cuba? ¿O de los campos de
concentración para homosexuales?, ¿o de la historia carcelaria que ha
llevado a mí país a ostentar el mayor récord de prisioneros políticos
pudriéndose en sus mazmorras? ¿Sabe usted cuántos prisioneros de
conciencia hay en las cárceles de Castro Sr. Stöckli?
HS. No, ¿cuántos?
CW. Según las denuncias que tienen origen en Cuba y que se publican día
a día por Internet, estamos hablando de más de 11,000 prisioneros
políticos dentro de una población penal que supera los 125,000 reclusos
(6).
HS. ¿Once mil presos políticos? Yo sabía que él había ejecutado a unas
personas, pero no...
CW. No, Sr. Alcalde, él no ejecutó a unas personas. Cuando los diputados
europeos se inquietaron por el asesinato sumarísimo de tres cubanos cuyo
único delito era el de querer escapar del infierno comunista, el
sangriento dictador que usted ha querido tener como huésped dijo no
entender por qué los europeos se preocupaban tanto por la suerte de
“tres simples negritos”.
HS. ¿Dijo eso? Bueno, eso tampoco está bien.
CW. ¿Y no sabe usted Sr. Alcalde que Castro es el dictador más racista
que ha padecido el continente americano? ¿No sabe usted lo que él y el
Ché Guevara hacían en Cuba? ¿Sabía usted que lo que Pinochet hizo en
Santiago de Chile cuando el Golpe de Estado no puede calificarse ni como
caricia comparado a las ejecuciones que efectuó el criminal de Guevara a
partir de la reconcentración del estadio Latinoamericano en abril de
1961 y en la fortaleza de La Cabaña hasta 1962?
HS. Bueno, pero lo de Pinochet fue horrible y... ¿el Ché ejecutó gente
en Cuba? No, no puedo creerlo. ¿Sabía usted que Castro viene ahora a
Suiza?
CW. Sí Sr. Stöckli, pero no me cambie el tema. ¿Sabía usted que Fidel
Castro ha sido el promotor de 33 guerras de guerrillas en 4 continentes?
¿Cómo llamaría usted a una guerra como la de Angola en la que Cuba
mantuvo 130,000 mercenarios sin sueldo durante 14 años? ¿No es acaso eso
una guerra imperialista, en la que los rusos pusieron el arsenal y los
cubanos los muertos? Pinochet, según se dice, asesinó a 3,000 chilenos,
pero Castro va llegando a los 100,000 cubanos. ¿Cómo evaluaría usted esa
diferencia?
HS. ¿Treinta y tres guerrillas?, ¿el Ché ordenando fusilamientos?
A partir de estas dos preguntas, el ceño del Alcalde Stöckli comenzó a
mostrar incredulidad. Como si las palabras de su interlocutor le
resultaran ahora demasiado exageradas, el socialista suizo dio a la
conversación el tono que dan los políticos que a pesar de conocer los
hechos prefieren continuar con sus agendas planificadas. Poco deberían
importarle los presos y las violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Ni siquiera sabía que en Francia, sus colegas del Partido Socialista
habían comenzado a apadrinar a los periodistas independientes
encarcelados. Ni soñar pensar que conociera de ellos.
HS. Pero hablando del viaje de Fidel a Suiza, ¿sabe usted dónde parará
en Ginebra?
CW. No, pero espero recibirle como se merece. Tal vez sea en el “Hotel
Continental” que tanto le agrada y donde se siente rodeado de la
seguridad que le ofrecen los guardaespaldas de sus amigos
norteamericanos... como el ex presidente Clinton.
HS. No, no creo que sea allí.
CW. Para serle sincero Sr. Alcalde, me da igual. Pero ya que veo que
usted está más al tanto que yo de esos detalles, o que incluso esté
usted anhelando reunirse por primera vez con él, me gustaría pedirle un
favor. Me gustaría que le dijera que entre los 50,502 habitantes que
tiene Bienne, hay uno, al menos uno, que le encantaría verlo muerto.
HS. ¿Le gustaría a usted matarle?
CW. Sr. Alcalde, desde hace unos días he pasado a ser un ciudadano suizo
civilizado y no soy más ese posible salvaje cubano que únicamente puede
formarse en una dictadura salvaje como la que oprime a mi país. Aunque
le confieso y espero no lo tome a mal, que no sería mala idea, ¿no le
parece?
Una sonrisa nerviosa y una mirada esquiva es la última imagen que guardo
de este encuentro con el Alcalde socialista Hans Stöckli.
¿Serán todos los socialistas suizos como él? ¿Serán tan ingenuos como
parecen, o será pura profesionalidad política eso de hacerse los
desinformados? ¿Qué puede ganar un político al retratarse junto a un
legendario criminal? ¿Puede acaso esa leyenda acabar con el adjetivo que
le corresponde? Y aunque ganasen algo políticamente, ¿cuál es el límite
moral y ético de un socialista suizo?
Yo no tengo una respuesta para todas esas preguntas, pero estoy seguro
que algunas de ellas me las facilitará el Sr. Stöckli en los días
venideros.
Notas:
1) Jacobsen, C. 2002. Fidel an der Expo. Kleiner flirt mit der
Revolution. Zeit Punkt, Samstag 12, Januar 2002.
2)Anonymous. 2002. Fidel in Biel. Biel/Bienne, News. 9/10 januar 2002.
3)Idem. 2002. Biel/ Bienne, Section Aktuell.
4) 12 September 2002. Wotzkow, C. 2002. Bienne: Cuartel General de los
tontos en Suiza. La Nueva Cuba. Enero 24, 2002
5) Wotzkow, C. 2002. Switzerland, What a shame! La Nueva Cuba. December
5, 2002.
6) Si las cifras que este artículo ofrece no les parecen exactas,
rogaría a los lectores a que investiguen sobre las reales. Cualquier
búsqueda sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba será
siempre negativa para la imagen de Fidel Castro y muy positiva a fin de
acabar con ese “desconocimiento” e “ingenuidad” política tras la cual se
escudan tantos políticos de izquierda en Europa.
Bienne, Suiza
Diciembre 6, 2003
*Carlos Wotzkow es un escritor cubano autor de “Natumaleza Cubana” y
“Cubriendo y descubriendo”, (el último conjuntamente con Agustín
Blázquez) y de decenas de articulos en favor de la Naturaleza y los
Derechos Humanos en Cuba. Sus articulos defendiendo nuestra naturaleza
aparecen en distintas revistas y en la Internet. Wotzkow es ornitólogo.
Ha escrito decenas de estudios que tienen por meta denunciar la
destrucción del medio ambiente cubano. Vive exiliado en Suiza desde 1992
y reside en Bienne desde 1994.
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