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Artículos
No tolerar la opresión en aras de la estabilidad.
Reflexión sobre el discurso de Bush en Londres.
Por Alberto Luzárraga
www.futurodecuba.org
Durante una reciente visita de estado a Inglaterra el presidente
Bush ha definido la guerra contra el terror y las tiranías como el
problema medular del Siglo XXI. El discurso se ha calificado como
definitorio de la política a largo plazo de los Estados Unidos. Además,
fue pronunciado en un foro externo lo cual enfatiza su alcance mundial.
El Presidente Bush declara: (nuestra traducción):
'Los sentimientos más profundos de nuestras naciones marcan la dirección
de nuestra política exterior. Valoramos nuestros derechos civiles y los
de otros....afirmamos la dignidad humana conferida por Dios a toda
persona. A través de la guerra mundial y la guerra fría aprendimos que
el idealismo si va a hacer algún bien en este mundo requiere unidad de
propósito, fortaleza nacional y valor moral para afrontar tareas
difíciles. Hoy en día nuestra generación necesita esas cualidades.' 'Los
terroristas toman como blanco a los inocentes y matan miles. Matarían
millones si pudieran. La mayor amenaza de nuestra era son las armas
nucleares, químicas o biológicas en manos de los terroristas y los
dictadores que los ayudan. El mal está a la vista. Negarlo es aumentarlo.
Haremos frente a las amenazas con los ojos abiertos y los derrotaremos.
Las democracias enfrentan otra vez grandes responsabilidades. La
disposición de las naciones libres de hacer frente por la fuerza a la
agresión y al mal es [el] pilar de la seguridad y paz en nuestro mundo.'
El Presidente acepta que algunos con buenas intenciones objetan el uso
de la fuerza pero nos recuerda que los que ejercen la autoridad no
pueden ser juzgados sólo por sus buenas intenciones.
'El pueblo nos ha conferido el deber de defenderlo y ello requiere a
veces la restricción violenta de los hombres violentos. El uso medido de
la fuerza es lo único que nos protege de un mundo caótico regido por la
fuerza.' 'La mayor parte de la población del pacífico mundo occidental
no recuerda este mundo.' 'En el pasado hemos estado dispuestos a hacer
un trato, a tolerar la opresión en aras de la estabilidad. No debemos
continuar pensando que las tiranías son benignas porque sean
temporalmente convenientes. La tiranía nunca es benigna con sus víctimas
y las grandes democracias deben oponerse a la tiranía donde quiera que
se encuentre'.
No es necesario explicar que este discurso viene como anillo al dedo a
nuestra situación. Hay muchos puntos de referencia. Los más importantes:
El terrorismo y subversión castrista a través del planeta, su desprecio
por cualquier intento de razonar, su ayuda a los movimientos terroristas,
su posible programa de armas biológicas denunciado por la Administración
ante el Congreso, la crisis del '62 olvidada por una generación
americana que no la vivió y para la cual Castro es solamente un nombre.
Y el más importante para nosotros:
La frase medular es la que rechaza la tolerancia de la opresión en aras
de la estabilidad. Es precisamente lo que mencionaba Elías Biscet en su
reciente escrito cuando denunciaba el 'movimiento hacia la complacencia'
que no es sino 'tolerancia' para lograr una tiranía más benigna y
conveniente, una que permita hacer negocios y asociarse, claro está, con
la nomenclatura enriquecida en la piñata de privatizaciones que seguiría.
Respecto al trueque de opresión por estabilidad Bush aclara: 'Este
negocio no nos trajo paz ni estabilidad. Simplemente compró tiempo
mientras los problemas y la ideología de la violencia cobraron cuerpo.
La historia reciente nos muestra que no podemos hacer caso omiso de la
opresión porque no está en nuestro patio'.
Mientras el Presidente define y compromete al país en un momento difícil,
algunos políticos de la oposición y de su propio partido se dedican a
actuar en forma tal que parecen creer que vivimos en un mundo que sólo
responde a sus mezquinas ambiciones. Cada día los políticos negociantes
ascienden a nuevos niveles de desfachatez y cinismo que naturalmente
inciden también en el caso cubano. Hay muchos ejemplos, pero solo
citaremos dos.
El 4 de septiembre del corriente año durante una audiencia en el Comité
de Finazas del Senado, el Subsecretario del Tesoro, Grant Aldonas,
explicaba que en Cuba el dinero de los turistas no llegaba al pueblo
pues el gobierno castrista se embolsaba los dólares y pagaba sueldos en
pesos casi sin valor. El Senador Baucus, (D.MT.) proponente de la última
ley para levantar el embargo tuvo un 'lapsus' que reveló su verdadero
pensamiento. Dijo; ¿Y qué? Traducción: a mí me importa eso un pepino con
tal de que logre mi objetivo.
Otra 'joya': El congresista Jeff Flake, (R.AZ.) motor en la Cámara de la
legislación pro Castro que presume de 'conservador', fue citado como
paradigma en un editorial del The New York Times así: 'Por la misma
razón que nunca tendremos una política racional mientras las campañas
presidenciales empiecen en Iowa, tampoco tendremos una política cubana
racional mientras se perciba que las campañas presidenciales terminan en
la Florida". Traducción: Si contradicen mis geniales ideas, las víctimas
floridanas obviamente son irracionales, y deben callarse mientras yo me
despacho a mi gusto.
Pero resulta que yo no vivo en la Florida y a pesar de ello, como muchos
otros cubanos bien informados y dispersos por el planeta, también pienso
igual o sea que proponer entregarle millones a un dictador decadente y
senil sin pedir un ápice de libertad para el pueblo cubano es mucho más
que irracional, es deshonroso. Si ello significa que también soy 'irracional'
lo acepto. El problema debe de ser un gen 'defectuoso' de nuestra etnia
que nos impulsa a pedir justicia y molesta a su descubridor, el insigne
'etnólogo' Flake.
Es bueno que hablen así. Se definen los términos del discurso. Si lo que
importa es solamente el negocio y los votos, mejor que lo digan
claramente. Así nos ahorran el relato (sólo apto para atrasados mentales)
de su última visita a Cuba, su comentario sobre lo que les dijo un
disidente cuyas palabras se seleccionan cuidadosamente y la consabida
declaración de que es 'por nuestro bien y que a la larga todo funcionará
mejor'.
Cercanos al fin de juego tenemos de un lado los políticos empeñados en
ganar votos y fondos de los negociantes para sus campañas, intentando
hacerle regalos a Castro, y de otro los votantes cubanos cada vez más
exasperados.
En este ambiente es preciso enfocar bien nuestro discurso. Debemos
presentar el tema cubano como lo que siempre ha sido: un episodio más en
la lucha de la libertad contra el terrorismo y el fanatismo que ahora
cobra adicional vigencia. Cuba no es un destino de vacaciones vedado, ni
es un negocio que no se puede hacer. Es un país vecino subyugado por una
casta con amplio historial terrorista y delictivo. Sabemos que a los
cínicos eso les importa bien poco. Pero sí les será más difícil
presentar su propaganda cuando les recordemos que atacan la política de
su país o del líder de su partido.
Acusarnos de irracionales es sólo un pueril intento de cambiar los
términos de la discusión, y apartarla de una verdad tan obvia que
resulta difícil de ocultar: 'queremos que nos faciliten, y después
financien con créditos a cargo del contribuyente nuestros negocios con
una tiranía'. Una respuesta adecuada es usar los conceptos vertidos por
el Presidente. Debemos elevar el diálogo. Evitemos el inútil de intento
de persuadir a los cínicos de ambos partidos que en definitiva no van a
ser persuadidos de nada que no les convenga. Baucus, Flake y comparsa no
sólo son interesados, indiferentes al sufrimiento del prójimo y a los
mejores ideales de esta nación. Son además torpes en su planteamiento
que por lo miope y egoísta cae por su propio peso. Al rebatirlos a ellos
y a los demás corifeos del 'negocio a toda costa' los cubanos debemos
mostrar la contradicción con los peligros del momento y la
irresponsabilidad del planteamiento dada la política marcada por el
Presidente.
A nuestros amigos americanos poco informados debemos decirles: Castro no
intenta un copo en Venezuela país suministrador del 14% el petróleo
EE.UU., por mero capricho. No infiltró una agente (Ana Belén Montes) a
los más altos niveles de la inteligencia americana por mero sport. El
sur del continente, confundido, convulso y trabajado por el castrismo es
un punto frágil en la defensa de Estados Unidos. No está en la pantalla
de radar del pueblo americano pero el problema es real. El castrismo,
enemigo declarado de Estados Unidos, una vez fortalecido no cambiará de
rumbo ni de su declarada enemistad aunque pueda fingirlo. Es factible
mostrar una cara simpática al turista y mientras tanto subvertir. No
sólo es factible, como estrategia es inteligente hacerlo.
En definitiva tanto a corto como largo plazo una Cuba repleta de cubanos
frustrados con un sistema abusivo, y 'una nueva clase' que los explota
ubicada en el propio patio americano ni es buen vecino, ni buen negocio,
ni garantía para la seguridad de Estados Unidos. Será solamente fuente
de delincuencia y perturbación porque no es viable como país normal. El
Presidente no amenazó vetar la ley que daría incontables beneficios a
Castro sólo por ganar votos como alegan los cínicos. Lo hace porque sabe
que existe un peligro latente y un enemigo que no debe ser fortalecido.
La cantaleta de los negociantes es: 'hay que hacer algo nuevo porque lo
anterior no ha funcionado.' Argumento verdaderamente absurdo. Se trata
de hacer algo nuevo e inteligente. Premiar a Castro por sus desmanes
equivale a echarle carne a un coyote con la esperanza de que se harte y
se convierta en vegetariano. La respuesta es: 'Efectivamente, hay que
hacer algo nuevo en favor de la libertad y en contra de los enemigos de
ella y proponemos que sea consignar a Castro y comparsa al basurero de
la historia. Y no a la lista de los corruptos con grandes cuentas
externas asociados con lo peor y no con lo mejor de este país'.
Derrotar las dictaduras y el terrorismo, y promover la libertad es
política nacional marcada por el Presidente y no por los cubanos 'irracionales'.
Cómo manejar el fin del obsoleto régimen cubano en forma conveniente a
la nación americana, y a las aspiraciones de verdadera libertad para
Cuba, es otro tema en que caben diversas posibilidades. Nuestro discurso
siempre debe ser: Hemos mostrado que somos ciudadanos serios y
trabajadores creadores de familias y empresas, y no propagandistas ni
negociantes irresponsables. Entendemos como ciudadanos que nuestro deber
es señalar peligros a la seguridad nacional donde los observamos y donde
nuestros muchos años de estudiar el asunto nos confieren credibilidad.
El fin del régimen cubano es tema a discutir con seriedad e inteligencia,
y estamos listos a hacerlo en un contexto donde sabemos que es una parte
importante de una lucha de carácter mundial. Pero ya es hora de pensar
en su fin y no en como alimentarlo. No toleremos la opresión en aras de
la estabilidad.
Fuente:
La Nueva Cuba.
www.lanuevacuba.com
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