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Hace siete décadas dos cubanas fueron princesas de Asturias
Dr. Leonel A. De La Cuesta

Especial para EL Nuevo Herald

Cuando don Felipe de Borbón y Grecia y su nueva esposa doña Letizia (Ortiz Rocasolano) sean proclamados Felipe VI y la reina Letizia, se marcará un hito sin par en la larga historia de la monarquía española, pues se sentará en el trono por primera vez una plebeya.

Esto es cierto de toda certeza. Sin embargo, es discutible que doña Letizia sea la primera princesa de Asturias que no pertenece ni a la realeza ni a la nobleza.

Según expertos en derecho dinástico, hubo quizá dos princesas de Asturias que no sólo fueron plebeyas, sino que ni siquiera vivieron en España. Ambas curiosamente tuvieron la misma nacionalidad: fueron cubanas.

Cuando el 14 de abril de 1931 los Borbones resultaron destronados y abandonaron España, a don Alfonso de Borbón y Battemberg, entonces príncipe de Asturias, se le envió al Sanatorio Leysin, en Suiza, debido a su padecimiento hemofílico, enfermedad que había heredado de la familia de su madre, la reina Victoria Eugenia.

En el sanatorio conoció a una bella cubana de Sagua la Grande, Edelmira Sampedro y Robato, prima del afamado intelectual Jorge Mañach Robato.

El príncipe se prendó de ella, y tras un breve noviazgo, decidió casarse con la cubana.

Al comunicarle su decisión al rey Alfonso XIII, el ex monarca le recordó la existencia de una pragmática (ley) de Carlos III fechada el 27 de marzo de 1776, según la cual los príncipes españoles no podían contraer matrimonio con personas que no fueran de sangre real, so pena de perder sus derechos a la corona.

No obstante, don Alfonso persistió en sus propósitos matrimoniales y a través de su confesor le envió al Rey una carta en la que renunciaba al Principado de Asturias y por ende a la sucesión en el trono.

Este documento ha sido publicado y no parece haberse suscrito ante testigos ni que haya intervenido en su otorgamiento un notario público para protocolizarlo o al menos autenticar la firma.

Así las cosas, don Alfonso de Borbón y Battemberg, ahora conde de Covadonga, contrajo de inmediato matrimonio canónico y civil con Edelmira Sampedro y Robato en Ouchy, en las inmediaciones de Lausana, Suiza. Tras varios años de matrimonio, la unión terminó en divorcio. El matrimonio canónico nunca fue anulado.

Poco después don Alfonso se casó con otra cubana, Marta Rocafort. Este matrimonio duró menos de dos meses. Después de su segundo divorcio, el Conde de Covadonga se estableció en Miami, donde falleció en un accidente de auto, el 6 de septiembre de 1938. Fue enterrado en un cementerio local. Sus restos se trasladaron a El Escorial en 1985.

Ahora bien, poco tiempo después de su renuncia, don Alfonso de Borbón y Battemberg declaró que la misma era inválida y que él seguía siendo Príncipe de Asturias. No alegó el carácter de documento privado de la renuncia, sino el hecho de no haber sido la misma aprobada por las cortes españolas, como lo preceptuaba la Constitución de 1876.

Esto plantea una cuestión legal interesantísima. Es cierto que no resulta jurídicamente aceptable el consignar en una simple carta un acto tan formal y solemne como la renuncia a un trono. Por otra parte, entre 1931-1936 en España se instauró una república cuyas cortes no se hubieran dignado a probar la renuncia por razones obvias.

En consecuencia, es posible postular --aunque sin certeza-- que doña Edelmira Sampedro fue la primera plebeya considerada princesa de Asturias, al menos teóricamente.

Es posible también afirmar que doña Marta Rocafort fue la segunda pues en el momento de su boda, como ahora, el orden jurídico español aceptada el divorcio.

Sea cual fuere la conclusión a la que se llegue en esta disputa dinástica, hay que dejar constancia de que doña Edelmira y doña Marta si no fueron princesas, sí fueron dos grandes damas. Murieron aquí en Miami, entre nosotros, como dos exiliadas más.

A pesar de su precaria situación, jamás vendieron entrevistas para la prensa del corazón.

Por su conducta verdaderamente regia, merecen el reconocimiento de todos los iberoamericanos que vivimos en esta ciudad.

Fueron predecesoras de las latinoamericanas que hoy han entroncado con varias familias reinantes europeas de Holanda, Luxemburgo y Suecia. También fueron predecesoras de doña Letizia.


Fuente: El Nuevo Herald.