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El hombre que le hacía sombra a Fidel
Por Pedro Corzo*

El comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, un hombre que al decir de muchos tenía tanto arraigo popular como Fidel Castro, desapareció sin dejar rastro en octubre de 1959 en un vuelo entre las ciudades de Camagüey y La Habana.
Cienfuegos, quien al morir era jefe del Estado Mayor del Ejército, se caracterizaba por usar un sombrero de ala ancha y era, según sus amigos, muy bromista. Ejercía una gran influencia sobre las masas y había participado en la expedición del yate Granma, siendo uno de los líderes de la sobredimensionada invasión de Oriente a Occidente, junto con el también comandante Ernesto Guevara.

Sin embargo, su enigmática y prematura muerte posibilitó que se convirtiera en uno de los dioses de la mitología del totalitarismo cubano. También hizo pensar a muchos que Castro había ordenado su desaparición.

Según la versión oficial, Cienfuegos había viajado a Camagüey para arrestar al comandante Húber Matos, jefe militar de la provincia, quien había remitido a Castro una enérgica carta en la que denunciaba la penetración y control que los comunistas estaban ejerciendo en todas las esferas del gobierno revolucionario. La carta, sin duda uno de los documentos más polémicos en la historia reciente de Cuba, hizo que Matos cumpliera 20 años de cárcel y, probablemente, que Cienfuegos nunca llegara a su destino.

LOS CASTRO LE TEMIAN

El 23 de octubre de 1959, Cienfuegos compareció en el Canal 11 de la televisión de Camagüey para informar sobre el arresto de Matos. La conferencia de prensa, la última de Cienfuegos, fue conducida por el periodista y publicista Cebrián de Quesada, quien en entrevista con el autor hizo una síntesis de lo que manifestó el desaparecido comandante:

a) Que Matos había estado conspirando, pero que para justificar su acusación sólo pudo presentar unas fotos de la revista Cuba Nueva, que editaba el regimiento de Camagüey, en la que aparecían unos niños desnutridos;

b) Que Matos había sido trasladado a La Habana donde iba a ser juzgado por Fidel y Raúl Castro;

c) Que entre los hombres más valiosos de la Revolución se encontraban los comunistas, restándoles importancia a las acusaciones de Matos de que el proceso estaba bajo influencia marxista, y

d) Calificó de prensa amarilla y como enemigo del pueblo a los medios que estaban denunciando los fusilamientos, defendió las ejecuciones y negó que se estuviera fusilando a personas inocentes.

Por otra parte, estudiosos de la desaparición de Cienfuegos y defensores de la hipótesis de que fue asesinado afirman que los agentes de la Seguridad del Estado que dirigía Osvaldo Sánchez, tenebroso dirigente de las fuerzas de choque del Partido Socialista Popular, primer jefe G-2, y que curiosamente también pereció en un accidente aéreo, vigilaban estrechamente a Cienfuegos. Según ellos, la Seguridad del Estado llegó al convencimiento de que Cienfuegos no creyó la trama urdida alrededor de Matos, y que por temor a que descubriera el complot los hermanos Castro ordenaron su muerte.

Según varios testigos, un oficial de la Fuerza Aérea de Cuba encontró una cinta grabada en la que estaban registrados los datos del despegue de la avioneta Cessna, modelo 310, en la que viajó Cienfuegos, que contenía la información de que cuatro minutos después de despegar el Cessna número 53 lo hizo un caza británico tipo Sea Fury, al mando del piloto personal de Raúl Castro con su cañón de 20mm. desenfundado.

Publicaciones de la época señalan que el comandante Camilo Cienfuegos partió del aeropuerto de Camagüey aproximadamente a las 6 p.m. del 28 de octubre de 1959 en compañía del soldado Félix Rodríguez y, como aviador, el teniente Luciano Fariñas Rodríguez, que tenía más de 2,000 horas de vuelo y vasta experiencia como piloto en el modelo de avión que los transportaba. Según los archivos oficiales, Fariñas nunca informó la ruta por la que volaría y sólo en una ocasión se comunicó con la base para que Cienfuegos le impartiera instrucciones al capitán Méndez, quien quedaba al frente de la provincia de Camagüey.

Es importante destacar que las altas esferas del gobierno se percataron de la desaparición de Cienfuegos 24 horas después de su partida de Camagüey. Es difícil comprender cómo una dirigencia política que se ha caracterizado por la paranoia, que percibía conspiraciones por doquier, ignorara por tanto tiempo la situación de uno de los hombres más importantes de la Revolución que, por otra parte, venía de sofocar un supuesto complot militar.

El Gobierno Revolucionario, en un comunicado oficial, señaló que la desaparición de la avioneta fue consecuencia del mal tiempo existente entre las provincias de Camagüey y Matanzas. Sin embargo, investigaciones meteorológicas sobre ese día indican que las condiciones climáticas eran razonablemente buenas. No obstante, varios reportes indican que por lo menos la tripulación de dos aviones comerciales reportaron fuertes turbonadas.

‘ORDENES DE FIDEL'

La desaparición de Cienfuegos generó una gran cantidad de rumores. Se comentó que en Aguada de Pasajeros, Las Villas, se había producido un accidente aéreo; que sobre el central Adelaida había volado una avioneta haciendo señales de luces hasta que desapareció rumbo norte en dirección al mar. Un periodista de apellido Vázquez afirmó que durante la noche del miércoles había presenciado un encarnizado duelo aéreo. Estas versiones fueron investigadas y, según la versión oficial, fueron luego descartadas. También un pescador hizo declaraciones similares.

Un avión C-46 en el que viajaba el comandante Ernesto Guevara avistó en Cayo Anguila, frente a las costas de Caibarién, los restos semidestruidos de dos aparatos, uno de los cuales parecía tener la línea del Cessna, pero más tarde se comprobó que era un error.

Juan Orta, un ex secretario de Castro, le manifestó al poeta Iván Portela, cuando ambos estaban exiliados en la embajada de México: "Yo estoy plenamente convencido de que el avión de Camilo fue derribado por órdenes de Fidel Castro''. Orta, que estuvo tres años asilado en la embajada de México, continuó diciéndole a Portela: "Yo estaba reunido con Fidel cuando Raúl Castro y Ernesto Guevara le plantearon: ‘Camilo se opone a cambios estructurales en el ejército rebelde'. A lo que Fidel respondió: ‘El plan será llevado a cabo cueste lo que cueste; ni cien Camilos podrán oponérsele' ''.

UN DESTINO SIMILAR

En las conversaciones que sostuvo con Portela y en artículos que escribió en el exilio, Orta afirmaba que las personas que en alguna medida estuvieron relacionadas con la misteriosa desaparición de Cienfuegos sufrieron una suerte similar.

En síntesis, Orta afirmó que el piloto del Sea Fury que supuestamente despegó poco después que lo hiciera la avioneta de Cienfuegos, desapareció; que el mecánico de aviación que reportó que el caza británico traía una ametralladora completamente descargada murió ese mismo día atropellado por un automóvil; que el pescador que declaró que había visto un avión caza atacando a una avioneta fue conducido a La Habana para ampliar las investigaciones y no se supo más de él.

Otro hecho relevante asociado a la muerte de Cienfuegos fue la muerte del también comandante Cristino Naranjo, amigo personal de éste. Naranjo, que había iniciado su propia investigación sobre la muerte de Cienfuegos, fue baleado por el capitán Manuel Beatón a la entrada del Campamento Libertad (antigua Columbia) por supuestamente no haberse identificado.

Varios meses después, Beatón se alzó en armas contra el gobierno, siendo capturado y ejecutado sumariamente. Orta refiere que un miembro del tribunal, el teniente Agustín Onidio Rumbaut, logró entrevistarse con el detenido y que éste le confesó que Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto Guevara, el también comandante Félix Torres y el capitán Jorge Enrique Mendoza habían sido los responsables de la muerte de Cienfuegos. Agregó Orta que unos días después del proceso y después de haber preparado un informe confidencial, el teniente Agustín Onidio Rumbaut murió en un "accidente de cacería''.

TOTALMENTE LEAL

Por su parte, Matos indicó que Cienfuegos también estaba descontento con la penetración comunista, pero que a su vez se confesaba un hombre totalmente fiel al líder de la Revolución. Apunta Matos que en una ocasión le entregó a Cienfuegos un escrito promarxista que había sido incluido en la publicación Verde Olivo y que el jefe del ejército se molestó y responsabilizó a Guevara y a Raúl Castro de la publicación.

Matos refirió que, tras su arresto, Cienfuegos no dejó nunca de tratarle con respeto y consideración, actitud que le era informada a Castro por Mendoza. Matos opina que estas informaciones precipitaron las acciones punitivas contra el carismático comandante. Después de la muerte de Cienfuegos y la prisión de Matos, la influencia y el poder de Mendoza se incrementó considerablemente.

Refiere Matos que Raúl Castro sentía una gran aversión hacia Cienfuegos por la popularidad que éste disfrutaba, y que Fidel Castro temía que Cienfuegos pudiera provocar una crisis de grandes proporciones, no sólo dentro de la estructura del poder revolucionario sino también en la población. Cuenta Matos que Cienfuegos criticó la manera en que Castro dirigió su caso, lo que puso en alerta al gobernante sobre posibles problemas con un individuo que le había sido hasta ese momento incondicional.

Agregó Matos que Castro envió a Cienfuegos para que lo arrestase en su despacho en el regimiento Ignacio Agramonte con la intención de que se originase un tiroteo en el que éste muriera y así salir de los dos de una vez por todas. Pero que Cienfuegos tuvo la precaución de ordenarles a sus oficiales que las tropas no dispararan cuando le fueran a detener, lo cual frustró el supuesto plan.

Sobre la avioneta Cessna 310, desaparecida con tres hombres a bordo, dice Matos que no tiene la más mínima duda de que fue abatida por orden de Fidel Castro. Apunta que Fariñas, el piloto, era un hombre muy disciplinado, que no se habría desviado de la ruta sin haber pedido autorización. Este aspecto es también comentado por Orta, quien afirma ‘‘que desde la torre de control aéreo de Camagüey le indicaron a Cienfuegos que el comandante Félix Torres estaba perdido sobre el mar al sur de la ciudad de Trinidad, Las Villas, y que era necesario se sumara a su búsqueda''. Según el declarante esto propició que un avión Sea Fury derribase el Cessna de Cienfuegos.

También dijo Matos que estando en la prisión del Castillo del Morro, La Habana, recibió dos mensajes de Camilo en el que este le advertía que tendría que declarar en su contra ya que su situación personal --la de Cienfuegos-- era muy difícil. Le decía que de ir a juicio sería fusilado y que estaba dispuesto a ayudarle para que se fugara de la prisión, a lo que el prisionero se negó aduciendo que quería un proceso judicial para denunciar públicamente lo que estaba pasando en el país.

Agustín Alles Soberón, el primer periodista cubano en subir a la Sierra Maestra y entrevistar a los insurgentes del Movimiento 26 de Julio, fue amigo de Cienfuegos. Alles Soberón recuerda que en los días del caso Matos, Cienfuegos, en ruta hacia Camagüey, hizo escala en la ciudad de Santa Clara. Dice que conversó varios asuntos con Cienfuegos, entre ellos la situación de Matos, y que Cienfuegos le dijo que Matos debía ser ejecutado si había traicionado a la Revolución. Opina Alles Soberón que Cienfuegos era un incondicional de Fidel Castro y que habría hecho lo que éste determinara sin importar dónde estaba el bien o el mal, pero que no había dudas de que Cienfuegos tenía serias diferencias con Raúl Castro y Guevara.

NO ERA COMUNISTA

Sin embargo, el recién fallecido comandante del Segundo Frente Nacional del Escambray, Lázaro Asencio, afirma en un articulo y en entrevista que concedió al autor, que Cienfuegos era comunista y que sus diferencias con Raúl Castro no fueron consecuencias de su defensa de Matos, sino porque éste protegía a oficiales como el hoy general Dermidio Escalona.

Continúa Asencio su relato planteando que un matrimonio que vivía en la Punta de la Bahía de Masio, cerca de Casilda, Trinidad, escuchó en horas de la tarde del 28 de octubre de 1959 una fuerte explosión y que vio que del cielo caía una bola de fuego a la vez que se oía el ruido de un avión. Apunta que cuando se conoció la declaración, el entonces capitán Osmany Cienfuegos viajó personalmente a Casilda para conducir a La Habana al matrimonio, del que no se volvió a saber. Afirma Asencio que conoció esta historia porque la pareja antes de ser secuestrada se lo comunicó a un funcionario de la Cruz Roja, quien a su vez se lo hizo conocer a él.

Asencio también comparte la idea de que el avión de Cienfuegos fue derribado por un Sea Fury y que la orden la dio el comandante Félix Torres, quien la había recibido de los hermanos Castro. Agrega que el oficial José Paz, que conoció del informe de que un Sea Fury había descargado sus ametralladoras, murió en un accidente en la Vía Blanca, cuatro días después de desaparecer Camilo Cienfuegos.

Concluyó Asencio su relato recordando que, dos días después, se encontraba en la lancha de un pescador de nombre Juan en la zona de Casilda, cuando avistaron una mancha de aceite y una almohada que presumiblemente pertenecían a la avioneta que buscaban. La información fue trasmitida de inmediato por radio. Una hora después se dijo que Cienfuegos había sido hallado vivo, lo cual determinó la suspensión de la búsqueda en toda la isla por varias horas, decisión que "permitió borrar las pruebas en el Masio de la caída en ese lugar de la avioneta de Camilo Cienfuegos''.

Igualmente, Jaime Costa, comandante del Ejército Rebelde, atacante del cuartel Moncada y expedicionario del Granma, afirma que Camilo Cienfuegos fue asesinado en un lugar de la Ciénaga de Zapata por decisión de Fidel Castro y por instigación de Guevara, Raúl Castro y el presidente Osvaldo Dorticós Torrado. Costa se encontraba en un avión que buscaba a Cienfuegos en compañía del comandante Juan Almeida, a la sazón jefe de la Fuerza Aérea de Cuba, cuando por orden de Fidel Castro se les ordenó aterrizar en Varadero, de donde fueron conducidos en automóvil hasta un punto de la Ciénaga de Zapata donde les esperaba Fidel Castro en compañía de otros altos dirigentes del gobierno.

Cuenta Costa que vio sobre la pista una avioneta igual a la que estaban buscando y era que Cienfuegos había aterrizado en ese lugar porque a su regreso a La Habana le informaron vía radio que Fidel Castro le esperaba en ese sitio. Según Costa, tanto él como Almeida escucharon las discusiones en las que se destacaban las voces de Fidel y Cienfuegos, quien se defendía firmemente de las acusaciones de que había traicionado a la Revolución.

La discusión duró toda la noche, pero ya avanzada la madrugada escuchó disparos y vio cómo arrastraban los cuerpos de varias personas hacia la avioneta que millares de personas estaban buscando todavía.

Costa concluyó su relato reconociendo que aunque fue amigo personal de Cienfuegos, no pudo actuar en su defensa, decisión que aún hoy le afecta a pesar de los años transcurridos.


*
Periodista, documentalista, escritor. Ex-preso político en Cuba.

Fuente: © 2009 El Nuevo Herald
25 de octubre del 2009