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Artículos
Cuba y América Latina. Entender de que se trata.
Por Alberto Luzárraga
Muchos cubanos andan alarmados con las tendencias de izquierda radical
en el continente y el protagonismo del régimen castrista. Van mal se
dicen, y tienen razón. Pero el asunto tiene más pliegues de lo que
aparenta ser a simple vista y el efecto sobre nuestra causa puede ser
también diferente a lo que se piensa.
Después de haber dado muchas vueltas por esta América ejerciendo mi
profesión de banquero internacional puedo decir que he conocido
bastantes protagonistas de la clase política y empresarial
latinoamericana. Hay notables excepciones en cuanto a la nueva
generación. Pero en general, puede decirse que los que llamaríamos
personajes clásicos y prominentes son retrógrados de izquierda y de
derecha consumidos por su egoísmo particular e incapaces de articular un
pensamiento político y social útil o moderno.
Los de izquierda andan varados en un socialismo trasnochado, con
diversos grados de intervencionismo estatal o en una paradójica
combinación de socialismo fascistoide en el cual se alían con algunos
empresarios que ven un filón para su negocio a base de recibir y
administrar monopolios y ‘compartir’sus ganancias. El antiguo PRI es el
ejemplo clásico. El socialismo utópico puede decirse que lo han padecido
y aún lo padecen todos los países en mayor o menor grado . Hasta Chile
quiere volver a sus manías socialistas. El slogan del partido socialista
chileno es revelador de las manías: ‘Crecer con igualdad.’ Lo cual
sonará agradable a los que no se detengan a pensar, aunque resulte obvio
que es una imposibilidad. En el plano físico la misma naturaleza nos lo
muestra a diario y la sociedad se compone de personas físicas, digan lo
que digan los componedores de frasecitas.
La derecha no se quedó atrás en estulticia. El famoso principio de ‘no
intervención’ que cacarean a diario los marxistas cuando hablan de
imperialismo lo creó y desarrolló la derecha nacionalista, mayormente la
mexicana. Tuvo su razón de ser cuando temían a unos Estados Unidos
expansionistas pero degeneró en banderín de enganche de empresarios
monopolistas disfrazados de nacionalistas. Era útil para mantener
concesiones, monopolios y altos precios pues cualquier competencia de
productos o empresas extranjeras era ‘antinacional e intervencionista.’
De que hubo y hay empresas extranjeras que tienen mal desempeño no hay
duda. (véase Meliá en Cuba) Que en tiempos de guerras arancelarias altas
hubo cierta necesidad de proteger industrias al comienzo de la
industrialización, también es cierto, pero de que se abusó para crear
alianzas gobierno/empresariales de factura fascistoide tampoco hay duda.
Esa mezcla podrida de intereses creó una sociedad peculiar en la que
cada cual iba a lo suyo haciendo alianzas de conveniencia. Así por
ejemplo la izquierda promovería créditos de gobierno para Cuba y la
derecha que vería la oportunidad de exportar y pasarle la cuenta al
contribuyente lo apoyaría secundados ambos por los funcionarios que
‘compartirían’ ganancias. Castro debe ingentes cantidades y no es porque
no se sepa que no le paga a nadie.
Es por esto que los programas de cambio a economía de mercado no han
triunfado en América Latina. Se privatizaron algunas empresas de
gobierno y en muchos casos
(aunque no todos) simplemente cayeron en manos de personas que andaban
en la misma onda antes descrita. Pero la esencia del sistema no cambió.
Los mismos protagonistas cambiaron de camiseta por un rato.
Las personas en los escalones más modestos de estas sociedades ven que
las cosas no marchan bien y caen presa de los demagogos como Evo
Morales, Chávez y comparsa. Pero en la práctica estos señores,
enfrentados a problemas enormes y vastas poblaciones, tienen poco que
ofrecer excepto discursos y más pobreza. Se acabaron los subsidios
soviéticos y el Comintern como faro del socialismo agitador. De China no
hay que esperar mucho excepto contratos para comprar materias primas,
inversiones relacionadas a su extracción (se parece al ’imperialismo’de
antaño) y algún que otro discursito de apoyo en la ONU.
Pero no todo va mal. La gente joven y preparada que no concurre a las
‘cumbres iberoamericanas’y sainetes parecidos sabe que sólo un
movimiento de buen gobierno puede sacarlos del abismo. Empiezan a surgir
figuras interesantes en la política en diversos países. Esto va a
demorar. Los pueblos tienen que pasar por un proceso de desengaño con lo
que parecía ser economía de mercado y no lo era y por otro con respecto
a los nuevos demagogos. El precio de esta tontería ha sido y será
inestabilidad y poco desarrollo mientras Asia les come su mercado
natural: Estados Unidos.
¿Y respecto a Cuba qué? Pues lo siguiente:
1- Si aún le vale de algo, olvídese de la ‘solidaridad latinoamericana.’
Sólo existe en discursos ‘picúos’ y en reuniones aún más cursis.
2- Durante nuestras muy costosas guerras de independencia anduvimos
bastante solos respecto a apoyo de nuestros vecinos latinoamericanos. Y
después de la guerra igual. No nos fue mal entonces porque hicimos algo
diferente.
3- Lo diferente fue crear un estado de derecho y dar facilidades a la
inversión y a la empresa privada sin fijarnos en nacionalidades sino en
resultados. Cuba despegó vertiginosamente, progresó, y pasó a la punta
del progreso en el hemisferio, a pesar de los errores de sus gobernantes,
porque había facilidades para crear empresas desde las más modestas
hasta las más complicadas y un pueblo naturalmente trabajador y
emprendedor puso manos a la obra. Defectos tendremos pero vagos no somos
y faltos de imaginación aún menos. Mientras tanto en buena parte de
Centro y Suramérica perduraban las castas, y el sistema descrito con
otros nombres y otros sainetes. Cuando se deja a la gente trabajar y no
se ponen miles de trabas a todo (el problema mayor en Suramérica) la
gente produce..
4- Para algunos preocupados con el ‘coco neoliberalista’ cabe que
piensen en esto: Un pueblo próspero, laborioso, honrado y productivo,
con una pujante clase media naturalmente se ocupa de sus ancianos,
enfermos y desvalidos. La miseria horrible es producto de sociedades
donde la media es la simple miseria. Es allí donde florece la
delincuencia cuya víctima principal es el pobre.
5- No preocuparse demasiado de los Evos y comparsa ni esperar nada de
nadie en América Latina. Lo único importante que hay que hacer es no
imitar lo malo y crearnos un proceso de recuperación inteligente en que
nuevamente le pasemos como un bólido a los que aún viven en el mundo de
la retórica.
Se puede hacer. Lo hicimos a fines del siglo XIX cuando el país estaba
destruido y contábamos con menores recursos humanos y de capital que hoy
en día. La única forma de fracasar es dedicarnos a discursear entre
nosotros y a teorizar a la latinoamericana.
Nuestra región se ha distinguido por ser copiadora tardía de lo peor de
las teorías sociales europeas que sólo han producido desgracias durante
más de un siglo. Para’descargas’ ya hemos oído más de la cuenta. Se
trata de ir al grano, crear y no ‘descargar’.
Pero pienso que el cubano en su más íntimo ser y característica
nacional’es un hombre eminentemente práctico. Si lo dejan en paz, piensa
en ‘resolver, es buscavidas, y eso nos salvará. El pueblo, harto de
promesas y palabrería hueca, quiere cosas concretas y las quiere ya.
Esas se las puede procurar ese mismo pueblo con su trabajo (única fuente
de la riqueza) y no va a esperar mucho tiempo a ver si algún artífice
del continuismo post castrista realiza los milagros que sin duda
prometerá. Ya en plano de recuperación, tampoco va a tener mucha
paciencia con los vagos que exigirán que les den de todo y pretenderán
hacer lo menos posible. Una nueva generación tomará el poder y ‘resolverá.’
Es inevitable y en ese proceso debemos ayudar todos los cubanos de buena
voluntad, cada cual según su aptitud, sin pretensiones, y con buen
humor. Sí hombre, ya es hora de que la pesadez innata del castro
marxismo desaparezca. ¡Volvamos a ser lo que fuimos!
Fuente:
www.futurodecuba.org
Enero, 2006
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