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Artículos
La esperanza de Cuba.
Por Luis Alberto Ramírez
Con este nuevo año 2005 no solamente espero como es lo normal, que los
cubanos quieran cosas buenas para sus vidas, para sus seres amados y
para la patria esclava. Creo que la gran mayoría desea el fin de Castro
y la de su régimen despótico y tiránico también. Pero lo lamentable es
que para que todo se haga realidad tiene que ser creado por uno mismo.
No cabe duda alguno que nuestro pueblo cautivo después de casi medio
siglo de ser sometido al condicionamiento mental más brutal de su
historia, éste se encuentre en una total y critica condición de apatía.
Y no es para menos conociendo la ferocidad, incapacidad e ignorancia de
este estúpido sistema que sólo tiene como único propósito el esclavizar
y someter a la gente por la fuerza y la mentira.
Es un hecho de que existe entre la mayoría que desea el fin de esta era
de horror castrista, el poder vivir y morir en una nueva sociedad cubana
donde el amor sustituya al odio, y en donde vuelva a reinar la cordura
en lugar del caos.
También es un hecho muy real que a la Tiranía le molesta sobremanera que
una mayoría pueda tener tan “extraños deseos” para ellos. Esto los
ofende de una forma extremadamente irracional. Les enfurece que una
mayoría de nuestro pueblo aspire a una nueva era donde los derechos
humanos, la paz y el bienestar económico lleguen a sustituir la
arrogancia, la miseria moral, espiritual y material que el régimen tan
dedicado y eficientemente ha repartido y reparte para todos por igual.
Todos estamos conscientes de que es hora de terminar con esta farsa
donde la desgracia humana, la humillación y la degradación de un pueblo
son anunciadas por su gobierno como logros desde su siempre eterna
tarima de mentiras y promesas huecas.
Conocemos de primera mano la violencia despiadada y taimada con la que
la Tiranía durante todos estos años ha recibido y recibe a todos
aquéllos que se atreven en forma pacifica a presentar una sugerencia o
idea de cambio. Pero sabemos también que su actitud se debe más al
pánico y cobardía que siempre ha caracterizado al Tirano y sus acólitos
seguidores.
Esta feroz batalla entre los que representan y reclaman un nuevo rumbo a
seguir y la terquedad demente de la Tiranía en permanecer estática y
reprimir por cual vía a su alcance, se puede muy bien resumir en una
lucha entre lo viejo y amargado que representa el sistema, contra lo
nuevo ambicioso y pujante que representa la disidencia pacifica interna
y externa.
Entonces, ¿qué esperanzas hay para Cuba de que las nuevas ideas triunfen
sobre las viejas ideas caducas del castrismo?
Ninguna. Ninguna hasta que los cubanos se deshagan de la superstición de
tiempos pasados, ponga fin a sus miedos y se decida a ganar su libertad
por ellos mismos y le den una oportunidad a las nuevas ideas de ser
verdaderamente reales.
Es verdad que las cosas nuevas necesitan un tiempo para hacerse
populares. Es cierto que casi todos los avances que el hombre ha hecho
han supuesto una dura batalla. Pero también es cierto de que ya es hora
que el pueblo cubano haga valer su voluntad y haga realidad su sueño de
libertad.
La hora de que la mayoría del pueblo se una a las filas de la disidencia
nunca había sido tan necesaria. Conocemos cual será la respuesta de la
Tiranía cuando eso pase. Pero también es necesario actuar ya. Y actuar
con fuerza e inteligencia.
El ser y actuar únicamente de forma pacifica es muy loable y popular.
Entendemos que la disidencia haya tenido esa sabiduría de incorporar el
pacifismo como instrumento de lucha. Pero debemos de recordar también,
que el uso del pacifismo como forma exclusiva de método de lucha contra
la Tiranía no es inteligente.
El triunfo a largo plazo sólo se logrará con un equilibrio entre fuerza
e inteligencia. Al actuar con solamente la inteligencia no es suficiente.
Deberíamos recordar que hace años, los sabios del Tibet fueron
expulsados de sus fortalezas en las montañas por la infantería más
estúpida que el mundo haya conocido en mucho tiempo. Eran infinitamente
sabios y su infinita sabiduría los llevo a la derrota.
Así que, al considerar estos dos elementos, si es que deseamos claro
está, resolver el problema cubano, debemos tomar a la fuerza e
inteligencia y echarles un vistazo en relación con todo lo que hemos
estado haciendo hasta ahora para lograr la victoria final sobre la
Tiranía.
O somos tan tontos como la Tiranía de usar fuerza total única y
exclusivamente y prácticamente la inteligencia de un saltamontes, o
seguimos usando esa inteligencia monumental y diciendo: “Soy pacifista y
por lo tanto Dios me protegerá”, olvidando al mismo tiempo que tú eres
el único que puedes hacer pasar lo que tiene que acabar de pasar: “Que
Cuba Sea Libre”.
Un griego de la antigüedad dijo una vez: “La mezcla que no se agita se
estanca.” Así que, más nos vale no sólo batir o agitar bien la mezcla
para los albañiles, sino, que al mezclarla lo hagamos con la mezcla
correcta de fuerza e inteligencia. Y ahí puede estar la esperanza de
Cuba; y de que lo nuevo termine de una vez por todas con esta tediosa
rutina revolucionaria.
Evolucionar es lo que debemos hacer. Ya es hora de que evolucionemos.
*Luis Alberto Ramírez vive en Puerto Rico.
Fuente:
La Nueva Cuba
Enero 3, 2005
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