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Los franceses dijeron " NO ".
Por Luis Tornés Aguililla.
Mayo 2005


A Vilma, mi yegua cartujana.

Este 29 de mayo de 2005, alrededor del 55% de los 42 millones de ciudadanos que conforman el cuerpo electoral francés desaprobó por referendum el proyecto de ley que pretendía autorizar la ratificación por primera vez en la historia de una Constitución europea.

Los franceses dijeron " NO " y, por ese acto, vomitaron lo último que les quedaba en mente de la visión, para muchos apocalíptica y jamás aceptada en Francia, de la integración política continental. En Francia, las fuerzas nacionalistas y las fuerzas de extrema izquierda que temen perder en la galaxia europea lo que les pudiere quedar de credibilidad, se oponen al sueño europeo porque la integración continental es efectivamente un salto a un mundo desconocido en el que la doctrina del caos permanente no tiene espacio.

No obstante, el " NO " francés es responsabilidad exclusiva y total de la clase política francesa que no supo y, en muchos casos, no quiso explicar el reto europeo al pueblo francés porque desde hace más de veinte años se revuelcan en el egocentrismo y la vanagloria tal y como hace el gallo, único animal que canta, orondo, con las patas hundidas en su propio excremento.

Hay que decirlo : en Europa está probado desde el año 1933 que, para que la democracia no se convierta en la dictadura de la mayoría es necesario que los políticos sean hombres y mujeres honestos que no tengan miedo a la hora de decir la verdad ya que más allá del voto, un pueblo necesita una estructura moral que lo salve de caer en la tentación del mal absoluto y me permito recordar aquí que el 21 de abril de 2002 este país cayó miserablemente en la tentación de poner en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a Jean-Marie Le Pen, jefe del muy populista y enmohecido" Front National " lo que obligó a un " pacto republicano " sui géneris – como diría el Nerón de San Cristobal de La Habana- para salvar a Francia nada más y nada menos que del principio de la guerra civil.

Nadie me podrá creer porque " guerra civil " es una palabra mayor, es algo que no podemos imaginar en un país con tanta fuerza y tanto orgullo de sí y me disculpará el amigo lector el pesimismo pero ocurre que hay momentos en los que es sano para el alma decir las cosas francamente para evitar que mañana se nos confunda con los cómplices de lo que pase en esta República universal que todo hombre libre debería poder amar.

¡ Qué quede claro !.

Gracias a lo vivido como cubano andante, yo no participé ni participaré en la destrucción de la República francesa y los cubanos podríamos, para cuando nos llegue el día, sacar de esta realidad gala alguna lección que nos libre del protagonismo y de la demagogia de los que mañana sean llamados al poder.

Aunque a fin de cuentas el bien triunfe sobre la maldad y sobre el egoísmo colectivo, el voto contra el proyecto de Constitución nos instruye y alerta sobre la responsabilidad de la clase política en cualquier país.

Durante meses, en la misma barca flotaban el " NO " de la rancia y fascistoide extrema derecha francesa y el " NO " de la extrema izquierda que tanto defiende en Europa al Nerón del Caribe. De la mano iban la xenofobia más abyecta y la pequeña xenofobia de fin de cena, esa que brota de los labios como jacinto de medianoche, justo antes de la última botella de vino, en el momento supremo en que los comensales se desgaznatan cantando " La Internacional " en un espasmo de tributo al abuelo anarquista o al tío muerto en Dresden bajo las bombas capitalistas de los ingleses .

La Constitución europea era indiscutiblemente un paso importante hacia la integración política, económica y social de la Unión ya que instituía y definía en detalles los objetivos, los métodos y el funcionamiento coherente y sinérgico de los hasta hoy 25 países unidos bajo una sola bandera después de siglos de guerras y de rivalidades estériles.

Amén de los retos económicos que tendrá la Unión en el futuro ante la pujanza de los países industrializados, lo que simbólicamente llamaba la atención de los cubanos que desean vivir libres es que en su PARTE SEGUNDA y TITULO I ( subtítulo : " DIGNIDAD "), la Constitución de la Unión consagraba para siempre lo siguiente :

En su artículo II-61 " la dignidad humana : es inviolable ".

En su artículo II-62 " el derecho a la vida : nadie puede ser condenado a muerte ni ejecutado ".

En su artículo II-63 " El derecho a la integridad de la persona ".

En su artículo II-64 " prohibición de la tortura y de penas o tratamientos inhumanos o degradantes ".

En su artículo II-65 " prohibición de la esclavitud y del trabajo forzado ".

En su artículo II-66 " toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad ".

En su artículo II-67 " toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones ".

En su artículo II-68 " toda persona tiene derecho a la protección de sus datos personales ".

En su artículo II-70 " toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de consciencia y de religión ".

En su artículo II-71 " toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber ingerencia pública y sin consideración de fronteras ".

En su artículo II-72 " toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación "

La lista de los artículos sobre el respeto los derechos fundamentales es larga y el texto íntegro de la Constitución europea es público y consultable por internet.

Sin duda alguna, gracias a la aplicación de la Constitución europea, a partir de 2006, los pueblos que por el mundo van sometidos a la autocracia tiránica hubiesen tenido en la Unión un contexto más favorable de escucha y de solidaridad.

Por sólo citar dos ejemplos, en su artículo I-5 de la PARTE PRIMERA, la Constitución europea advierte que " los Estados miembros de la U.E facilitarán la misión de la Unión y se abstendrán de tomar medidas que pongan en peligro la realización de los objetivos de la Unión " y, por otro lado, su artículo III - 294 de la PARTE TERCERA estipula que " en el marco de los principios y objetivos de la acción exterior de la Unión, los países miembros apoyarán activamente y sin reservas la política exterior y de seguridad en un espíritu de lealtad y de solidaridad mutua ".

Lo anterior nos anunciaba claramente que si la Unión, a través de sus instituciones, tomaba medidas de protección o de solidaridad hacia una población sometida por algún tirano, de nada le valdrían a éste los rejuegos políticos, la amistad tenebrosa con sus cómplices europeos ni la amenaza de no pagar la deuda exterior. ¡ Ay Fraga !, ¡ Ay Morantinos !.

Los franceses vacilaron durante meses en torno a la aprobación de la Constitución europea porque también estaban y siguen anegados en el temor que siempre inspira lo novedoso en este país. El francés que sí conoce de revoluciones y de sus consecuencias se ha convertido a lo largo de los dos últimos siglos en un sujeto social prudente y conservador como quizá le ocurra a Liborio al bajar de su mula latente.

Cierto es que Francia tiene un nivel de protección social relativamente eficaz que le permite lidiar con los 3 millones de desempleados casi permanentes desde hace más de 20 años y desgraciadamente resulta que el costo de la paz social se vuelve incompatible con un sistema liberal en el que no exista lo que los franceses llaman " el pacto social " cuya expresión práctica principal es el control e intervención casi total del Estado sobre el sistema productivo y de servicios del país.

En efecto, soltar la teta de la vaca para buscarse su pasto enfrentando las fieras y el mal tiempo es fuente de pavor incontrolable también en Europa. ( no sólo en Cuba ).

Hasta hace poco tiempo en Francia, la inmovilidad de la gente era vista como una traza benigna de estabilidad psicológica. El anticosmopolitismo, los lemas proteccionistas de la postguerra " Producir francés y consumir francés ", la xenofobia ancestral íntimamente ligada a la historia colonial del país, el pánico ante lo fantástico y ante lo exógeno, conforman entre muchas y más profundas causas, la reacción epidérmica de Francia frente al proyecto de Constitución europea que no fue aprobado porque no podía serlo, porque las condiciones culturales de fondo no tienen vida en el comportamiento cotidiano de la mayoría de los franceses que votan.

Francia, país unitario, centralizador y alérgico al federalismo, tiene, a pesar de su proverbial arrogancia, un fino sentido de la dialéctica de la historia la cual le otorga un corpus crítico a la hora de sopesar un asunto tan grave y definitivo como las consecuencias de la Constitución.

De momento, los franceses comprendieron que les sería necesario compartir los beneficios y las penas pero desgraciadamente en este país, la magnanimidad es, por decirlo alevosamente, una doctrina marginal.

En fin, como dijera mi abuela antes de montar en el avión que la sacó del paraíso tropical :

¡ Allá va eso !……..