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El problema madre
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - La inauguración de la temporada ciclónica el primero de junio trajo a Cuba la tormenta tropical Berry, que se hizo sentir con fuertes lluvias e inundaciones en la ciudad de Camagüey, y con algunos tornados en la provincia Pinar del Río. Varias viviendas fueron totalmente destruidas por la fuerza de los vientos.

Las casas derribadas eran humildes, de madera. ¿Cuándo podrán las familias que las habitaban construir otra vez sus viviendas? ¿Cuándo será posible rentar una casa en Cuba, de acuerdo a la posición económica y las necesidades familiares? No se puede hacer un vaticinio mientras todo en Cuba pertenezca al estado.

El pasado año el gobierno declaró que en el país se habían terminado 110 mil viviendas, lo que no pudo ser comprobado de manera independiente. De todas formas, hace pocos días se dijo que en el año 2006 hubo un fraude informativo, cuando se anunció que un grupo de viviendas fueron reportadas como terminadas, y no lo estaban.

El plan de construcción de viviendas para este año es algo superior a las 70 mil. Pero todo indica que la meta no se va a alcanzar porque las propias autoridades aseguran que "sin brigadas de constructores dedicados exclusivamente a la vivienda, sin una amplia participación popular, sin los vecinos, sin los colectivos de trabajadores, no es posible construir, como necesitamos, decenas de miles de viviendas cada año".

¿Por qué la gente no quiere participar en la solución de un problema que en Cuba es de una incidencia social sin paralelo? Sólo parece haber dos respuestas legítimas. O no es verdad que existan los recursos necesarios para construir las casas, o no se tiene ninguna confianza en el estado.

A su vez, se venden en mercados especiales materiales y equipamiento para reparar, remodelar o construir casas, previa licencia oficial. Esos artículos se venden en divisas. Por ejemplo, una bolsa de cemento gris de 44 kilogramos se adquiere a 6 pesos convertibles con 60 centavos (CUC), y un tanque plástico para agua con capacidad para mil litros en 255 CUC.

El salario promedio mensual en Cuba no llega a 15 dólares. ¿Quiénes pueden acceder a esos productos? Los que reciben remesas familiares del extranjero, de Estados Unidos, en primer lugar, y los que "luchan". En el argot popular, el verbo luchar significa desde prostitución hasta corrupción. De todas formas, los que pueden contar con el dinero suficiente para resolver sus dificultades relacionadas con la vivienda son los menos.

Los miembros del gobierno, aunque llevan cerca de medio siglo haciendo gala de su honestidad, y asegurando que no poseen fortunas personales, no tienen necesidad de vivienda ni de nada material. Mejor dicho, las tienen, pero resueltas.

Y es ese propio grupo quien mantiene con un presupuesto multimillonario a las fuerzas represivas, al ejército y el Partido Comunista. Lo que esas entidades devoran cada año nunca es de conocimiento de la población.

¿Cuántas casas pudieran construirse con lo que consumen, sólo en un año, las Fuerzas Armadas Revolucionarias? ¿Cuántos ómnibus para el transporte público se pudieran comprar con lo que gasta en un año el Partido Comunista? ¿Qué cantidad de alimentos se pondrían a disposición de los niños, que no tienen la posibilidad de consumir carne roja desde hace años, con lo que consume la policía política?

Si esos gastos ser multiplican por 48 años, es fácil concluir que nuestras imperiosas necesidades de viviendas, transporte y alimentación, entre otras, serían mínimas, o no existieran.

Con todo, ninguno de los problemas mencionados es el más grave. Ni siquiera el de la vivienda. El problema madre y padre es el régimen. Porque, buscando su mayor garantía, se ha convertido en un adicto a la pobreza. Por supuesto, la del pueblo.

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Junio 2007.