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Artículos
¿ESTÁ BIEN?
Por: Iria González-Rodiles
Podría ser mejor, muchísimo mejor... pero
está bien, dados los malos tiempos que corren en Cuba. Al menos está
bien, aparentemente. Aunque, como dice un viejo refrán, “las apariencias
engañan”.
Está bien que hayan recibido “licencias extracarcelarias”, por razones
de salud, varios de los disidentes condenados a penas monumentales,
durante la primavera negra del pasado año, en la Isla. Alivia saber que
están junto a sus familiares, en casa, de nuevo. Siempre.
Aunque mucho mejor sería, para el presente y para la historia, para
todos, que nunca se hubiese producido aquel triste y bochornoso capítulo
de terror en Cuba, con allanamientos, registros, confiscaciones,
arrestos, juicios sumarísimos y sentencias equivalentes a cadena
perpetua. Ni que la orden suprema dada –“éso [la disidencia] tiene que
acabarse ya”—, por el obsesivo empeño de extinguir toda voz discordante,
estableciera una continuidad represiva, mediante citaciones,
interrogatorios, intimidaciones y amenazas posteriores, a quienes no
cayeron durante la redada.
A pesar de esos tremendos pesares, sí, está bien que algunos disidentes
hayan podido abandonar la ‘prisión chiquita’ (la de rejas, muros, celdas
y carceleros), e incluso, partir hacia el exilio, ante disyuntivas
latentes: el silencio, la prisión o el destierro.
Hasta el momento en que escribo este artículo, son 14 –como el nombre de
un grupo criollo de música— los disidentes que han salido de prisión
bajo el ‘musical’ eufimismo de “licencias extracarcelarias” o “extrapenales”,
que no pocos llaman, errónea o premeditadamente, de “liberación” o “excarcelación”.
(En realidad es sólo una transferencia hacia la ‘prisión grande’: Cuba,
toda).
Pero, ¿y del resto de los 74, qué? (Omito uno –ya fuera de la cárcel—
dadas sus propias y peculiares reacciones).
Entre aquellos que permanecen en prisión, figura Ricardo González
Alfonso, quien padece de hepatitis, según me informó una fuente
fidedigna desde la Isla, enfermedad incurable en un modelo de vida
carcelaria al estilo cubano. Pero, ¿cuántos más estarán enfermos? ¿Cuántos
sufren el deterioro paulatino de su salud aun cuando hayan entrado sanos
a las deplorables prisiones cubanas? ¿Por qué sólo se conceden
“licencias” a quienes están enfermos? ¿O es que el deterioro de la salud
de los prisioneros es el precio que tienen que pagar para recibirlas?
Cuando se abran las rejas de la ‘cárcel pequeña’ para todos los demás
–sin excluir al doctor Oscar Elías Biscet o a los colegas Ricardo
González Alfonso y Adolfo Fernández Saínz—, sin discriminaciones de
ningún tipo, podrá afirmarse que no sólo está bien, sino mucho mejor.
Ante el desconcierto provocado por las primeras “licencias extrapenales”,
alarma que el gobierno español, su presidente, se precipite a solicitar
el levantamiento de las medidas que la Unión Europea dispuso contra el
gobierno de Cuba a raíz de la andanada del pasado año. Tiene prisa el
señor presidente, Jose Luis Rodríguez Zapatero. Mucha prisa. Lo apremian
el cese de las sanciones contra el gobierno cubano y los intereses
españoles, mucho más que la libertad de los prisioneros de conciencia.
Se apresura, cuando falta tanto por hacer.
Mientras, quienes atribuyen al señor Zapatero un rol decisivo en las “excarcelaciones”,
olvidan o ignoran que el mundo conoció el ‘gorilazo’ primaveral del 2003
contra la disidencia cubana y fue movilizado para protestar contra tan
absurda represión, gracias a la perseverante labor de organizaciones
internacionales como Reporteros sin Fronteras, Sociedad Interamericana
de Prensa, Comité de Protección de Periodistas, Freedom House, Human
Rights Watch y Amnistía Internacional por citar algunas solamente.
También, debido a las declaraciones y gestiones que importantes
personalidades y gobiernos de los más disímiles perfiles y criterios
políticos hicieran.
Sí, tiene demasiada premura el señor Zapatero, cuando hay muchos asuntos
pendientes por tratar.
¿Y qué hay sobre la amnistía socilitada en el Proyecto Varela para todos
aquellos presos de conciencia, anteriores a los 74? Muchos de ellos
podrían repetir la misma frase del poeta y periodista Raúl Rivero: “No
conspiro, escribo”. O decirla en paráfrasis: “No conspiro, me expreso”.
O bien, según el caso: “No conspiro, intento una salida ilegal del país”.
Sí, estaría muchísimo mejor, sin dudas, que se concediera una amnistía
para el resto de “los 74” y para los más de 300 presos políticos
existentes en las cárceles cubanas, porque vale recordar, por enésima
vez, que los asaltantes sobrevivientes del sangriento ataque al Cuartel
Moncada, recibieron –de manos del monstrum horrendo, el dictador
Fulgencio Batista— el indulto en casi sólo dos años, de un presidio que
suponía quince como sentencia.
Y, más que bien, “lo máximo” –como dice el pueblo— sería la derogación
de la Ley 88 vigente –que se utiliza para condenar hasta 20 años de
cárcel a quienes se expresen y actúen con libertad— y el inicio del
tránsito hacia la democracia en Cuba. Sólo así se restañaría en parte el
horroroso capítulo de la primavera del 2003 y otros tantos, desconocidos
o aletargados en la memoria.
Todo comenzaría, entonces, a estar realmente bien; excelente. ¿O no?
Suiza, Enero 2, 2005
Iria González-Rodiles: Periodista
Independiente de Cuba Press desde 1995. Sus artículos, escritos desde La
Habana, se publicaron en las páginas WEB de la SIP, RSF, Nueva Prensa
Cubana, Instituto de Economistas Independientes, Cubaencuentro, etc.
También aparecen publicados en el New Herald, Diario de las Américas,
Revisa Hispano Cubana y Nueva Prensa Cubana, entre otras. Desde Suiza,
ha escrito para las páginas WEB de La Nueva Cuba y Noti Cuba
Internacional, entre otras.
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