M.C.U.D.

 

MOVIMIENTO CUBANO UNIDAD DEMOCRÁTICA

"Trabajando juntos por Cuba Libre"

 
M.C.U.D.
QUIENES SOMOS
OBJETIVOS
INFO CUBA
OPOSICION
DOCUMENTOS
CUBA EN FOTOS
ARCHIVOS
EVENTOS
DONACIONES
ENLACES

 

 
 
Artículos


La Cultura y la Cárcel.
Por  Orlando Fondevila

En estos días ha tenido lugar la Feria del Libro de La Habana, esa especie de chamuchina con la que el régimen intenta tapar sus vergüenzas en lo que se refiere al mundo de la cultura. Al igual que en los últimos años el espacio escogido para el pretendido festejo fue el de la antigua fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Por cierto que los organizadores, muy ufanos ellos, se han encargado de atribuirse el mérito de convertir ese sitio, dicen, antaño escenario de torturas coloniales, en espléndido recinto cultural. Entre muchos otros han olvidado señalar un pequeño detalle, y es el de que en esos mismos muros en los que hoy se reúne toda la patulea de la izquierda más despechada, esa que todavía insiste –al menos intelectualmente- en el crimen comunista, esos mismos muros, digo, son los que en época no muy lejana sirvieron de marco a los fusilamientos y al más cruel de los presidios que recuerde la historia de Cuba y de América Latina. Paredón y prisión que han significado la más importante manera de hacer cultura del castrismo. La cultura del odio al otro cubano, la cultura del miedo, de la muerte, de la cárcel y del miedo impuesta a la sociedad como nunca antes, ni siquiera en los más sórdidos momentos de la época colonial.

No se trata de insistir en hechos que aún siendo abominables pertenecieran a un remoto pasado y que sólo incumbieran al juicio de la historia o a la duermevela de cierta memoria colectiva. No. Se trata de hechos abominables muy cercanos en el tiempo, muchas de cuyas víctimas o sus más directos descendientes están ahí, impotentes y dolidos, contemplando el espectáculo. Están Ahí, impunes e insolentes los mismos responsables de tanta ruina y de tanto dolor. Y como si fuera poco, están ahí los cerca de cuatrocientos prisioneros políticos, entre ellos decenas de intelectuales, escritores, periodistas, poetas. Están en las más de doscientas cárceles que como elevado símbolo de la cultura han sido erigidas en toda Cuba. Está el poeta Raúl Rivero, el conocido gordo Rivero, el ahora flaco Rivero “limpiando la humedad de la celda”, como relatara su esposa Blanquita tras su última visita. Está Vázquez Portal, cronista inmenso de sus agonías. Está el bueno y muy enfermo Óscar Espinosa, el rebelde Ricardo González, el inteligente de Omar Rodríguez. Están los heroicos Biscet y Marta Beatriz. Y cuando digo están, no digo están en la Feria, digo están en las mazmorras indecentes de Castro.

Y me pregunto ¿no son estos hombres y mujeres expresión de lo mejor, de lo más decoroso de la cultura cubana? ¿De qué cultura nos hablan? ¿Es la cultura el mero ejercicio del ingenio para contar historias o componer estrofas? ¿Sólo eso? ¿Es cultura la permanente abyección, simulación o complicidad de tantos intelectuales cubanos? ¿Es cultura el pensamiento resentido y a veces delictivo de Andrés Sorel, Atilio Borón, Heinz Dieterich, Noam Chomsky y otras “estrellas” intelectuales presentes en la chamuchina de La Habana?

¿De qué “puentes culturales”, “la cultura cubana es una sola” nos quieren convencer? ¿Por qué tanto afán de algunos en participar en las manipulaciones groseras de La Cabaña? ¿Cuál es el intercambio de ideas de que nos hablan? ¿Cuáles son las “brechas” que perciben en el régimen?

En la cabaña no se alzó una sola voz para hablar de la cultura encarcelada. Ni podía alzarse. En la Cabaña no se presentó ni un solo libro que expusiera ideas diferentes al pensamiento oficial, y si alguno hubo tenía que hacerlo de manera muy delicada y elusiva. En La Cabaña, si acaso, se expresó alguna queja lastimera clamando por pequeñas aperturas, en todo caso nada disidentes.
La Cabaña fue, como todos los montajes propagandísticos del régimen, una vergüenza.
¿Es que alguien todavía puede no entender esto?