M.C.U.D.

 

MOVIMIENTO CUBANO UNIDAD DEMOCRÁTICA

"Trabajando juntos por Cuba Libre"

 
M.C.U.D.
QUIENES SOMOS
OBJETIVOS
INFO CUBA
OPOSICION
DOCUMENTOS
CUBA EN FOTOS
ARCHIVOS
EVENTOS
DONACIONES
ENLACES

 

 
 
Artículos
 
Rescoldos ideológicos del castrismo.

Por: Orlando Fondevila

El vesánico fuego del castrismo ha sido tan intenso y devastador, especialmente en las conciencias forjadas en medio de sus llamas, que su extinción definitiva se hace difícil. Sus rescoldos no se apagan en corto tiempo. Ahí están, con su calor perverso, en la mente de tantos, aún de aquellos que se han apartado de su quema directa. Esos rescoldos ideológicos del castrismo representan un peligro cierto, porque, mientras se hallen activos se halla viva la potencialidad de reinicio del fuego original. Esos rescoldos están ahí, ocultados por las cenizas de la voluntad real o de los amagos de ponerle fin. Están ahí, como un fuego medio muerto que impide, mientras no desaparezca del todo, que pueda resurgir la vida destruida.

Por eso no es desgaste o desvío de propósito dedicar todos los recursos a la liquidación de los rescoldos, aunque todavía puedan quedar algunas llamas por otro sitio. Por el contrario, descuidar los rescoldos puede conducirnos al fracaso.

Yendo al grano. La mayor parte de los intelectuales cubanos formados dentro del incendio ideológico del castrismo, aún saliéndose del fuego, se encuentran apresados en sus rescoldos.

Y no son pocos. Y se agrupan. Y tienen medios. Tienen Revistas, páginas electrónicas, presencia en Universidades, organizan eventos bien publicitados. Gozan de simpatía y de amplios apoyos en el denso mundo de lo políticamente correcto. Mundo en el que se mueven con prestancia retórica y con aspaviento.

Tienen nombre y apellidos. Viven dentro de Cuba o en el exilio (no, mejor diáspora, como a ellos les gusta). Tienen distintas historias, y algunos, sin duda, méritos. Por ejemplo, viajando por internet podemos con frecuencia saber de muchos de ellos en Encuentro. Ahí podremos conocer los exquisitos intelectos de Rafael Rojas, de Marifeli Pérez Stable, de Alejandro Armengol, de Haroldo Villa, de Manuel Cuesta Morúa, entre otros. Y de Arturo López Levy.

Arturo López Levy, tanto como los otros, y más, vive, se apasiona, se revuelca en las cenizas ideológicas del castrismo. Cenizas tras las que subyacen los rescoldos. Al igual que los otros repugna a la derecha miamense y a la del patio. Exhibe, al igual que los otros, como una de las medallas con las que Castro abruma los pechos de sus incondicionales, un feroz antiamericanismo (en Cuba sería antiimperialismo), disfrazado de anti-embargo.

En su último artículo “La propiedad olvidada”, publicado en Encuentro en la Red el 21 de junio, se sacude las cenizas y aviva con viento enfermo sus rescoldos. López Levy se declara, a estas alturas, anti...batistiano. Por supuesto, anti- República pre-Castro. Y claro, anti- mafia miamense, aunque por un airecillo de pudor no emplee el término mafia. Desde el inicio se ampara en una cita (juicio de autoridad), nada menos que de Pérez Stable (¿les cuento sobre esta dama?). Cita: “La Revolución social y la consiguiente transformación radical de la sociedad cubana no fueron una aberración pero tampoco eran inevitables”. ¿Qué les parece? “revolución social” y “transformación radical”, no aberración. Como si las revoluciones no fueran en sí mismas una aberración. También el fascismo es una revolución social y transformación radical de la sociedad. ¿No es una aberración?.

Seguidamente, López Levy escribe sobre la responsabilidad de “los herederos de la élite política prerrevolucionaria...por el triunfo castrista”. Bueno, que los políticos, todos los políticos, y la sociedad civil cubana anterior a Castro tuvieron responsabilidad en el ascenso de Castro al poder, es parte de la verdad. Pero, ¿también sus descendientes? ¿Y de quien desciende López Levy? Y después, cuando desde el 1 de enero de 1959 y por años, hasta hoy mismo, fueron o siguen siendo genuflexos ante el poder, a pesar de los crímenes y atropellos cometidos desde el primer día, ¿no tienen, o hemos tenido, responsabilidad? Vamos a ver, el señor López Levy se graduó de relaciones internacionales en La Habana, ¡en 1992!, y trabajó en buena parte de los 90 como analista político del gobierno de Castro. En 1992 ya se conocían ampliamente en Cuba los horrores de la por entonces recién desaparecida URSS. ¿Nada supo López Levy? En 1992 ya habían ocurrido y se conocían las masacres del Río Canimar y de Cojimar. ¿Nada sabía López Levy? En 1994, cuando todavía él era analista del régimen, ocurrieron los motines de La Habana, los balseros, el derribo de las avionetas y el hundimiento del remolcador 13 de Marzo. ¿Qué dijo entonces sobre esto López Levy? ¿No son estos hechos para el analista político, aberraciones. Hago estas preguntas porque el señor López Levy, ahora que ha muerto en el exilio Rafael Díaz Balart, hace preguntas sobre qué había dicho ante determinados hechos acaecidos en la década del 50. En primer lugar, lo pregunta ahora que Rafael no le puede contestar. En segundo lugar, en los años 50 el señor López Levy probablemente no había nacido. ¿Qué sabe de la historia este señor? ¿Lo que estudió en el Manual de Historia de Cuba del MinFar? ¿Acaso lo que le han contado en el Granma?

El señor López Levy está indignado porque en el Miami Herald han rendido homenaje a Rafael Díaz Balart, y también se muestra despectivo hacia el señor Felipe Rivero. Sobre Rafael, parece que sus opiniones están dictadas por un reciente libelo publicado en Cuba, con el título de “Welcome Home”. Sin embargo, tiene palabras de elogio para Carlos Rafael Rodríguez, a quien califica de “honesto”. Nada menos que “honesto” una de las figuras políticas más miserables de la historia reciente de Cuba. Oportunista que llegó a ministro con Batista, cuando el General era para los comunistas “el mensajero de la prosperidad”. Que oportunistamente se fue a la Sierra a veranear y a preparar, según Marifeli y López Levy, no “la aberración”, sino “la transformación radical de la sociedad”. Y por encima de todo miserable cuando babeante y servil apoyó a Castro en la defenestración, persecución y encarcelamiento de sus compañeros de Partido, en el famoso caso de la “Microfracción”. Servil y oportunista hasta la muerte.
El resto del artículo que comento es un derroche de odio hacia la “mafia cubana” de Miami. Odio a los Díaz –Balart, al nieto de Batista que es juez de la Corte Suprema de la Florida, o a Martín Pérez hijo. Todos ellos, bueno es recordarlo, niños pequeños o adolescentes cuando Castro se robó la República. El autor se prodiga en calificativos acerca de la “dictadura derechista” de Batista, reproches que como he señalado alcanzan a sus descendientes. Debo decir, sin ánimo de defender a la dictadura de Batista, que no es defendible, que las ideas que López Levy tiene sobre esta etapa de la historia de nuestro país, y sobre la República en general, las ha adquirido en las escuelas de “Seremos como el Che” y, cómo no, en el Instituto de Relaciones Internacionales de La Habana, en el que se graduó, y al cual para acceder se necesitan “requisitos especiales”, es decir, ser militante del Partido o de la UJC. Así, este señor escribe que “es absolutamente legítimo recordarle a estos descendientes políticos del dictador Batista y DEFENSORES DEL EMBARGO (¡acabáramos, esto es lo que le duele), que ellos no tienen la legitimidad de Nelson Mandela”. ¿Ah, no? ¿Y por casualidad creerá este señor que Mario Chanes de Armas, compañero de Castro en el Moncada y en el Granma, y que respalda el embargo, tiene alguna legitimidad? Entre otros documentos, le recomendamos muy sinceramente a este señor que se lea “La patria es de Todos”, para que entienda un poco de historia de Cuba. Sé que no lo hará, porque Marta Beatriz Roque, René Gómez Manzano, Félix Bonne y Vladimiro Roca no son de los disidentes que a él le gustan.

Y por último, entre otras menudencias vomitivas, López Levy arremete contra la pretensión, ¡válgame Dios!, de querer hacer justicia con las víctimas de crímenes y confiscaciones. Dice al respecto: “Aunque es importante atender las injusticias cometidas en el pasado, estas no deben ser abordadas selectivamente. ¿Por qué –se pregunta- es más importante compensar por las nacionalizaciones revolucionarias, que por la esclavitud o los crímenes de la dictadura batistiana?”. Fíjense en el lenguaje: “nacionalizaciones revolucionarias” le llama al robo de todas las propiedades cometido por Castro, de todas, grandes y pequeñas; la mayoría pequeñas que muchas familias hicieron trabajando muy duro, incluidos muchos judíos, de quien dice este señor descender. Por el contrario cree tan graves, si no más, “la esclavitud o los crímenes de la dictadura batistiana”. Y dale con Batista. No sé de qué esclavitud estará hablando, porque todo el mundo sabe que en Cuba, después de la abolición de 1886, no ha habido más esclavitud en Cuba que la implantada por Castro en las escuelas al campo, en los trabajos “voluntarios”, en los obreros explotados en complicidad con los inversionistas sin escrúpulos, en los trabajadores sin derecho a protestar por sus salarios de hambre.

López Levy dice querer la reconciliación nacional, lo que para él significa reconciliación entre víctimas y verdugos, siempre a favor de los verdugos. En esa reconciliación estilo López Levy, no se perdonaría a los descendientes de los batistianos o de otras fuerza políticas anteriores a Castro; eso sí, habría que perdonar a los esbirros de Castro, o a quienes por las razones que sean, apoyaron (apoyamos) en algún momento al castrismo. Aunque ese momento sea tan tardío como los años 90 del señor López Levy.

Pues no. Queremos reconciliación, pero con justicia y libertad. Para ello, como se ve, tendremos que cuidarnos de algunos de nuestros insignes intelectuales. De los rescoldos ideológicos del castrismo.