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Artículos
Enigmas y Precisiones.
Por Orlando Fondevila
Realmente es tanta la confusión, la desinformación y los disímiles
intereses presentes en el llamado tema cubano, que uno se pierde si
intenta sacar algo en claro en medio de tamaño laberinto informativo.
Además, en mi caso, claro que me mueven la pasión, mis propias
experiencias y mis personales opiniones -¿acaso no en los otros?-.
Inicialmente me propuse comentar, o hacer algunas precisiones sobre un
editorial del periódico digital Encuentro en la red referido a la
reciente reunión de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Pero a
continuación tuve ante mi un largo trabajo ¿investigativo? sobre Cuba,
aparecido en el Diario El País, durante tres días consecutivos. Bien,
englobaría ambos trabajos en mi respuesta. Pero no, de pronto me
encuentro con una entrevista aparecida en Periodista Digital, realizada
por Elena Regoyos al periodista Fernando Ravsberg, quien es corresponsal
de BBC Mundo en La Habana. No puedo esperar más y me decido. Intentaré
contestar a los principales argumentos u opiniones expresados en los
textos mencionados.
El editorial de Encuentro “Congreso Opositor en La Habana” se dedica,
sobre todo, a buscar hipótesis que puedan explicar por qué el régimen
castrista toleró la realización de la reunión opositora. Después de
elucubraciones que analizaré seguidamente, concluye que la no represión
del evento “seguirá siendo, hoy por hoy, un enigma”. Por supuesto que es
apropiado escudriñar en el porqué de las decisiones políticas de la
dictadura, pero pienso que sin querer rizar el rizo. Pienso que la
lógica totalitaria es por esencia perversa. Si hoy nos pone a
interpretar por qué ha permitido esta reunión y no otras, es como si nos
preguntáramos por qué ha permitido salir y entrar del país a unos sí y a
otros no, o por qué encarcela a unos sí y a otros no, o por qué
excarcela a unos sí y a otros no, o por qué permite que un familiar de
un disidente pueda viajar al extranjero a recibir atención médica,
mientras a otros no, o por qué unos pueden mantener una ocupación
laboral, mientras a la mayoría se les expulsa de sus centros de trabajo.
Ante todo, creo que en ningún caso la acción, digamos positiva, debe
conducirnos a la sospecha del o de los beneficiados. La dictadura tiene
su propia lógica maligna.
El Editorial que comento indica como uno de los beneficios de la medida
tolerancia del régimen en esta ocasión, el que “una parte importante de
la oposición, entre ellos su líder más connotado, el democristiano
Oswaldo Payá, se haya desmarcado de esta Asamblea expresando severas
acusaciones contra Marta Beatriz Roque Cabello y algunos de sus
colaboradores”. Las acusaciones de Payá, lo siento, me parecen
particularmente miserables. Por otra parte, Vladimiro Roca, presidente
del Partido Socialdemócrata de Cuba y figura principal de la agrupación
Todos Unidos, sí asistió a la convocatoria. Si unimos a la Asamblea y a
Todos Unidos, con sus diferencias e independencia, veremos que sí estuvo
representada el grueso de la oposición. No se puede olvidar que en la
recogida de firmas para el Proyecto Varela participaron decisivamente
muchas organizaciones de Todos Unidos, antes de que Payá se aislara.
Además, me resulta sorprendente que justamente ahora los
socialdemócratas le dan tanta importancia a las recientes declaraciones
de Payá, aupándole como el más importante de los disidentes, cuando en
la votación del Premio Sajarov, los socialista votaron en contra de Payá
en el Parlamento Europeo. De Menoyo y de Morúa, ¿qué decir?.
Pero lo más jugoso del Editorial que comento, y que nos revela cuál es
el quid del asunto, es el párrafo que les cito a continuación:
“No cabe descartar que la intención de Castro sea precisamente otorgar
más protagonismo a Roque Cabello, ya que le sería más fácil combatir la
línea dura representada por ella, debido a su posición favorable al
embargo estadounidense, su sintonía con la actual administración
norteamericana y su renuencia a pactar con las autoridades cubanas una
transición que las incluya en el futuro juego de poder. Presentar a los
grupos participantes como anexionistas y pagados por Washington, sin
preocuparse por cuanto haya de cierto o no en tales afirmaciones, será
algo mucho más sencillo para el régimen cubano que contrarrestar un
movimiento de base católica como el que representa el Proyecto Varela.”
Vayamos por parte. Aplicando la misma lógica que el articulista
podríamos decir que el régimen permitió a Payá salir de Cuba y recoger
su premio, con la evidente intención de otorgarle protagonismo
preferente por representar él un Proyecto que se acomoda más a los
intereses de la dictadura. O por ejemplo, la permisividad insólita con
Menoyo, también según esta lógica, sería para darle protagonismo a
alguien que sólo se representa a sí mismo y al socialismo español,
pareciendo que es un disidente.
Pero lo que sí está claro es que al editorialista de Encuentro no le
gustan Marta Beatriz, René y Félix. Y no le gustan porque representan la
línea dura, porque (¡qué escándalo!) sintonizan con Bush y con el
embargo, y porque en sus propuestas no entran en el “juego de poder” de
las reformitas para que nada cambie, para que continúen en el poder los
mismos y sus herederos. Se habla de “pactar con las autoridades”. Pero
entonces debemos preguntarnos ¿pactar qué?, ¿con quién? Y ante todo, ¿alguien
ve alguna señal de que el régimen, sin sanciones, fortalecido, podría
estar dispuesto a pactar algo?
Ya sé que el editorialista no siente aprecio por Estados Unidos, por
Bush en particular y por el exilio miamense. Ya sé que la izquierda se
cree poseedora de una superioridad moral inapelable, pero que eso le
haga decir en este caso que el régimen puede presentar a los grupos
participantes en la Asamblea como anexionistas y pagados por Washington,
“sin preocuparse por cuánto de cierto haya o no en tales afirmaciones”,
me parece una infamia. Y me lo parece porque el asunto ni siquiera debió
mencionarse. En definitiva la tiranía acusa a todo el mundo de agente
mercenario pagado por el imperialismo, de agente de la CIA, tal y como
la izquierda acusa a todo el que no sea de su secta, de
“ultraderechista” o fascista. Además, en este mundo todo el mundo es
pagado por alguien, también a la Revista Encuentro le acusaron en su día
de estar financiada por la CIA, y nadie decente prestó la mayor atención.
Me remito, para ilustración de los posibles lectores, a un editorial que
hace muchos meses permanece colgado en Encuentro en la Red:
“Financiación, Totalitarismo y Democracia”.
Paso ahora al extensísimo trabajo de “investigación” que ha publicado en
estos días El País, bajo la firma de Juan Jesús Aznárez, en el cual se
esfuerza en presentar un amplio panorama de la realidad de Cuba, a
partir de entrevistas a exiliados en España, a funcionarios del gobierno
español y del régimen. Información, lo que se llama información, aporta
poco a cualquier avisado del tema. Es, por lo demás, en su intento de
ser “objetivo”, bastante light. Mas, no es el trabajo en sí lo que me
interesa analizar, sino algunas afirmaciones y algunas declaraciones de
la cubana Anabel Rodríguez, presidenta de Encuentro. En un todo revuelto
da por hecho el periodista que “la constelación anticastrista afincada
en España comenzó a adquirir su actual diseño a partir de la visita a
Miami en el año 1995 del entonces candidato José María Aznar”.
Seguidamente afirma que Más Canosa ayudó a Aznar ¿a ganar las elecciones?
(¡increíble!). Pero más llamativo resultan las declaraciones de Anabel,
la presidenta de Encuentro, quien fuera importante colaboradora de
Exteriores durante el gobierno de González, y que vemos que no sólo no
le gustan los opositores de la Asamblea, sino que tampoco le agrada la
Fundación Hispano Cubana (lo cual nos lo imaginábamos). Según el trabajo
publicado en El País, la encuentrista declaró que “Muchos de los que
hacían en España su propia política sintieron que (el nacimiento de la
FHC) era trasladar a España el tema de Miami”. Y claro, el tema de
Miami, del gran exilio militante cubano no le simpatiza a Anabel. A ella
le gustan, a su Revista quiero decir, los intelectuales o escritores (al
menos así llamados) que con relación a Castro se mueven entre el sí,
pero no. Es su derecho, tanto como es el nuestro negarnos aceptar como
válida la valoración del periodista de que Anabel y su Revista sean una
de las principales organizaciones anticastristas. Y nos negamos porque
no es verdad, además de que la propia Anabel apunta con rotundidad en el
mismo reportaje que ella (ellos) no son anti-nada, y a que en muchas
otras ocasiones en que las organizaciones del exilio en Madrid se han
propuesto realizar alguna actividad, la presidenta de Encuentro se ha
negado “porque ellos son una organización cultural, no política”.
El periodista afirma que la FHC es cercana al PP, y que éste le habría
apoyado en sus años de Gobierno. Pues sí, pero sin condicionar el
trabajo o las opiniones de la Fundación. La FHC ha sido tan cercana al
PP como Encuentro nació prohijada por el PSOE (aunque nunca el PP le
negó apoyo). Eso explica que el periodista Aznárez escriba que “Son
precisamente las nuevas modulaciones del Gobierno socialista las que
permiten que la interlocución del Ejecutivo y del PSOE sea más fácil con
la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana que con la FHC o la Unión
Liberal Cubana, de Carlos Alberto Montaner...” Sólo que en ese caso la
interlocución del Ejecutivo no es con el exilio, sino con una asociación
cultural que no es anti- nada.
El que esto escribe, a título personal, sí declara que es anti-castrista,
tanto como en su tiempo las personas decentes fueron anti- nazi. Y apoyo
al exilio militante de Miami, a la Asamblea dentro de Cuba, al embargo y
las presiones contra la tiranía, y me niego a mendigar al dictador un
diálogo que no está dispuesto a ofrecer. Cuando llegue el momento, y el
exilio y la oposición sean más fuertes, y los sucesores de Castro se
vean obligados a negociar, entonces, y sólo entonces, ya veremos.
¿Para qué seguir? Por el momento estas son algunas precisiones. Quedan
en el aire algunos enigmas. Muchos. Algunos se verán despejados en el
futuro inmediato. Otros tendrán que esperar algo más.
Por último, una nota a la entrevista ofrecida por el señor Ravsberg, el
corresponsal en La Habana de BBC Mundo. Ante todo declaro que no tengo
suficiente información sobre la labor periodística de este señor en
Cuba. Sé que muchos corresponsales extranjeros han llevado a cabo su
labor con un gran profesionalismo, incluso han corrido riesgos, y
algunos han sido expulsados por hacer un periodismo honesto. Una vez
fuera de Cuba han escrito interesantes libros sobre la realidad de la
sociedad cubana. Pero también sé que otros muchos, por diversas razones,
sean ideológicas o más oscuras, hacen un periodismo más bien soso o
complaciente con la dictadura. Me resulta curioso, aunque explicable,
que algunos periodistas que se muestran extremadamente críticos con lo
que ocurre en el seno de sus países de origen (infinitamente más libres
y prósperos que Cuba) sin embargo, al reportar sobre la dictadura
castrista, se les vea tan animosos en presentarse “objetivos”,
“equilibrados” y equidistantes.
En la entrevista para Periodista Digital, el periodista Ravsberg, a la
pregunta de si en Cuba los medios extranjeros pueden hacer información
independiente, responde sin titubear : “Por supuesto que sí. Nosotros no
tenemos la menor limitación. ..Sólo nos limita decir la verdad y no
equivocarnos en datos, como es lógico. Sí que se puede hacer periodismo
objetivo”. Cuando se le insiste en si se tiene acceso a la verdad, el
corresponsal responde con preguntas: “¿Tienen acceso en España los
periodistas a toda la verdad? ¿Lo tienen en alguna parte los periodistas?”.
Bueno, si me lo permiten, creo que estas respuestas son una canallada. Y
lo es porque el señor Ravsberg sabe muy bien que en ningún caso son
comparables las libertades de un periodista en Cuba con las de España o
cualesquier otro país libre. El señor Ravseberg conoce los informes de
Reporteros Sin Frontera acerca de la libertad de prensa en todo el mundo.
El señor Ravsberg sabe que él no puede hacer ningún reportaje acerca de
las condiciones carcelarias en Cuba, aunque sea por vía indirecta
entrevistando a los familiares de los presos. Ni sobre la omnipresencia
opresiva de la Seguridad del Estado. Ni sobre los disparatados planes
económicos del Comandante. El señor Ravsberg no podría hacer ninguna
información o crónica desde La Habana en las que criticara abiertamente
al dictador, ni a las principales figuras del régimen, ni a las fuerzas
armadas o el ministerio del interior, como si se hacen en los países
libres. El señor Ravsberg sabe que en los países libres los periodistas
son muy “valientes” para criticar a sus líderes y sus políticas, y sobre
todo a Bush y a Estados Unidos. Con Castro y con u dictadura, de
valentía nada.
Eso sí, el señor Ravsberg se queja de que recibe más presión de Miami
que desde la propia Cuba. Increíble. Afirma que los cubanos de Miami
“son muy intolerantes” y que “Hay una Cuba inventada en Miami y
pretenden que todos nos ajustemos a ella”. Y lo dice sin ruborizarse. ¿Inventada?
¿Son inventados los fusilamientos, los decenas de miles de cubanos que
han pasado por la cárcel? ¿Inventada la brutalidad represiva del régimen
y u control totalitario de la sociedad?
El señor Ravsberg, arcangélico él, objetivo, equilibrado y equidistante
él, nos viene a decir que “El periodismo que debería hacerse en las dos
orillas del Estrecho de la Florida, en vez de echar más leña al fuego,
debería contribuir al entendimiento”. Precioso. Prometo que voy a
indagar sobre las opiniones de este periodista, nacido en Uruguay, sobre
las dictaduras militares del Cono Sur. Me leeré sus Reportajes de Guerra
sobre el Salvador. Quiero comprobar que siempre ha sido tan equilibrado
y comprensivo.
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