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Artículos
Hay gente en la que no podemos confiar.
Por Ernesto F. Betancourt
Hace unas semanas leí un artículo de Alejandro Armengol en que ponía por
las nubes a Fulton Armstrong [ver Inteligencia e ideología, Perspectiva,
22 de junio]. Este señor trabaja para la CIA y su nombre surgió en el
debate sobre la nominación de John Bolton, a quien se acusa de haberlo
querido sacar de su puesto en relación con Cuba. No conozco
personalmente a Armstrong, pero sí he sabido de sus posiciones y
vínculos y creo que hubiera sido una gran cosa que Bolton hubiera tenido
éxito. Me explico.
Dentro de la CIA y el Pentágono surgió una tesis que, a primera vista,
parece muy lógica, pero que es desastrosa para Cuba y para Estados
Unidos. Reduce a tres los objetivos principales de seguridad de Estados
Unidos respecto a Cuba: i) evitar un éxodo masivo estilo Mariel; ii) que
no se produzca una guerra civil en la que Estados Unidos se vea obligado
a intervenir; y, iii) que se evite que Cuba se convierta en una base de
contrabando de drogas. Finalmente, a la muerte de Castro, una sucesión
de Raúl Castro es la mejor garantía de lograr esos objetivos. Las
aspiraciones del pueblo cubano son ignoradas. Por suerte, la
administración de Bush apoya la transición y no la sucesión.
La autora de esa tesis es Ana Belén Montes, nada menos que la analista
principal sobre Cuba de la Agencia de Inteligencia del Pentágono, DIA,
quien actualmente cumple una pena de 25 años de prisión, sin derecho a
reducción de pena, por ser agente castrista. El 20 de mayo, Castro
reveló, en su discurso sobre su mensaje a Clinton a través de García
Márquez en 1998, que había dado las gracias al Pentágono por un informe
que decía que Cuba ya no era un peligro militar para los Estados Unidos.
Fidel, en su afán de microgerenciarlo todo, debe haber asumido el
control personal de su espía en el Pentágono. O sea, que ese informe del
Pentágono, que fuera coordinado por Ana Belén, debe de haberlo redactado,
o al menos editado, el propio Fidel. ¡Qué descaro!
Hace poco apareció una novela, Secreto de Estado, de Juan Benemelis y
Eugenio Yáñez, con una fascinante trama sobre las primeras doce horas
después de la muerte de Fidel. En esa novela, que está basada en muchos
hechos reales, se menciona en la p. 172 a una ''topo que sembró mucha
desinformación dentro del Pentágono''. Esa topo es Ana Belén y lo que
dice la novela es muy cierto. Lamentablemente, varios generales y
funcionarios del Pentágono y la CIA compraron la tesis adelantada por
Ana Belén. Entre ellos, Wilhelm, Sheehan y Askeson quienes, en su afán
de congraciarse con los Castro, hasta sirvieron de testigos de la
defensa en el juicio de los espías castristas de la Red Avispa.
Afortunadamente, para el jurado pesó más la información documental que
presentaron la fiscal y el FBI que el testimonio exonerante que
ofrecieron estos generales.
Uno de los promotores de la tesis de Ana Belén es Fulton Armstrong. Así,
lo vemos citado en otro libro, En el filo, una cronología muy indiscreta
del embajador de México en La Habana, Ricardo Pascoe Pierce. En la p.
41, Pascoe anota sus impresiones de una cena, el 28 de febrero de 2001,
en casa de Vicki Huddleston, a la sazón a cargo de la Sección de
Intereses de los EEUU, con motivo de la visita de Fulton Armstrong.
Pascoe menciona 'los planteamientos `geniales' de Armstrong de cambio
del poder: Fidel pasará el poder a Raúl, pero sabemos que Raúl está muy
enfermo. En esencia, nos preguntaba si podrían comprar oficiales del
ejército cubano''. ¿Qué diablos habrá dicho este idiota para trasmitir
esa impresión, nada menos que a un embajador tan amigo de los Castro
como Pascoe? Esa indiscreción puso en peligro la seguridad de todo
oficial cubano que habló con Armstrong. Por eso, no confío en él y creo
que Bolton tenía razón.
Queridos amigos:
El caso de Fulton Armstrong es preocupante. Sigue en la CIA. Y
supuestamente en misión secreta. Aunque el lío de Bolton lo sacó a la
luz del día. Pero la gente que comete serias indiscreciones parece que
gozan de impunidad. Miren a Alberto Coll, que tambien estaba en el grupo
de promotores de las ideas de Ana Belén Montes. A Coll, el Virginia Bar
Association le impuso la terrible penalidad de una hora de suspensión en
el ejercicio de la profesión por mentir sobre la razón de su viaje a
Cuba. !Sí, una hora! Si les parece una burla es porque están en lo
correcto. ¿Por qué? No sé. Los ilustres abogados de Virginia piensan que
el que un funcionario sujeto a alta seguridad se vaya a Cuba a
consolarse con una querida por la muerte de una hija adolescente, en vez
de quedarse al lado de la esposa y el hijo sobreviviente, no es problema.
Aparte de las consideraciones éticas, ¿No saben que los servicios de
inteligencia cubanos siguen a todo funcionario americano que visita la
isla y tratan de comprometerlo sexualmente? Y Coll ciertamente era un
blanco de la inteligencia cubana.
Saludos, Ernesto.
Fuente:
www.lanuevacuba.com
Julio 10, 2005
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