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Artículos
SIN DERECHOS HUMANOS.
Por Lic. Martha Beatriz Roque Cabello
El actual Gobierno Cubano no quiere reconocer su compromiso con toda una
serie de principios, por ser nuestro país firmante de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo las organizaciones
disidentes dentro de la Isla se inspiran constantemente en la
Declaración para promover el respeto a estos derechos y libertades.
Aquí, no están creadas ni siquiera las condiciones para proteger a los
ciudadanos, porque no hay un régimen de Derecho, ni las posibilidades de
instaurarlo mientras la actual dictadura esté en el poder.
Aunque el mayor énfasis se hace en las personas que son detenidas y
presas de manera arbitraria, debido a sus opiniones políticas, por no
existir la libertad de pensamiento, conciencia y religión; hay una gama
de factores que nos hacen vivir, llenos de temor y de miseria, bajo el
menosprecio del Gobierno.
Al cubano se le fueron arrebatando poco a poco, durante estos 43 años,
sus libertades civiles, económicas y políticas, y se ha convertido en un
ciudadano de tercera clase en su propio país, donde ni siquiera le sirve
la moneda nacional para adquirir los bienes necesarios para subsistir.
La mujer, que de forma general es más sensible ante los problemas de la
sociedad, ya lleva un peso muy grande en su seno cuando decide procrear.
Antes de parir, ya sabe que su hijo no nacerá libre, estará atado a
todas las restricciones estatales y los mecanismos que hacen que ella
como madre no pueda educarlo, alimentarlo, vestirlo, formarlo
ideológicamente, o darle juguetes, en otras cosas.
Será un niño “pionero”, que usará una pañoleta en el cuello, y repetirá
consignas tales como: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”,
no podrá aspirar a ser igual a su papá, ni se alimentará de forma que le
permita obtener un desarrollo físico e intelectual adecuado. Lo
utilizarán para la propaganda política del sistema, en marchas,
concentraciones, discursos no propios de su edad, firma de documentos
políticos -de los cuales no comprende nada- y le sembrarán el odio hacia
el enemigo “que se invente”. A partir de que comience a leer lo
perseguirá la obsesión de la guerra, la enseñanza de la F, irá
acompañada de la palabra fusil y así todas las letras. Cuando haga
estudios secundarios deberá ir a trabajar al campo, separado de su
familia, por unos 45 días.
Desde que emprenda sus estudios primarios hasta que termine el
Bachillerato, tendrá un expediente acumulativo de su participación
política, el cual le dará acceso o no a la Universidad, ya que la
educación a ese nivel es sólo para “los revolucionarios”, o lo que es lo
mismo “los que sean serviles al sistema”. No se puede decidir qué es lo
que va a estudiar cuando sea mayor, ni tan siquiera importa la vocación,
si quiere ser médico o aviador. Si llega a alcanzar sus propósitos, no
podrá agradecer a sus padres y a su propio esfuerzo como estudiante este
logro, si no a la Revolución.
A la hora de casarse, no podrá formar una familia, porque se encontrará
con la limitante de que no tiene donde vivir, ya que no hay formas
legales de adquirir una vivienda. Tendrá que esperar –si acaso- a que
los abuelos mueran para heredar el cuarto que ellos ocupan en la casa.
Son tantas las medidas represivas y cosas que están prohibidas en el
país, que sencillamente no existe el derecho a vivir libres y a gozar de
seguridad. Usted puede caminar por la calle y ser detenido por la
policía del régimen, sólo por el hecho de llevar un paquete en las manos,
se lo confiscarán e irá a la Estación de Policía, donde le levantarán un
acta de advertencia. Aunque no haya cometido ningún delito, podrá ir a
prisión –hasta por 5 años- por peligrosidad, si no se acomoda a las
exigencias del sistema, se convierte en un potencial delictivo.
Por otra parte, la persecución política a los disidentes está acompañada
de torturas sicológicas -que incluyen a sus familiares- con tratos
crueles e inhumanos, tanto por parte de la policía, como de los que se
manifiestan en las Brigadas de Respuestas Rápidas, que todo el mundo
tuvo la oportunidad de ver, filmadas por la CNN, en los recientes
sucesos de finales de febrero de 2002 en la Embajada de México, con sus
palos y cabillas haciendo alarde de la fuerza que tienen en contra del
pueblo.
El cubano ha perdido su personalidad jurídica y no tiene ni siquiera la
libertad de acudir a la Constitución, porque está diseñada para violar
sus derechos. Dentro de su propio país, no le es posible moverse; las
leyes no le permiten la libertad de vivir en un lugar u otro, lo que lo
convierte en un desterrado. De igual forma la policía política se
atribuye la posibilidad de decretar detenciones domiciliarias,
municipales y provinciales, quitándole el derecho a las personas de
circular libremente dentro del país. Es algo común que un oficial de la
Seguridad del Estado se presente en el hogar de un disidente y le diga:
“No puedes salir de tu casa”, o “del municipio donde resides e incluso
de la provincia”.
También hay restricciones para viajar al exterior del país, y tal opción
está dividida en: viajes temporales y definitivos. Lo que convierte la
salida definitiva en una forma de destierro, y la politiza. No se puede
hablar de emigrantes económicos, cuando los que se van del país no
pueden volver a regresar a vivir en Cuba, ni siquiera pueden entrar si
no consiguen una visa, por lo que pierden el derecho a su nacionalidad,
aunque no asuman la del país donde van a vivir.
Para realizar cualquier tipo de incursión al exterior, el Gobierno
Cubano debe entregar a la persona, un permiso de salida, que es conocido
como “tarjeta blanca” y tiene un costo de 150 US dólares. Lo que lo
convierte en una especie de esclavo y un ser servil, que necesita de un
documento para obtener la libertad de viajar.
También se paga el pasaporte en esta moneda y el resto de los trámites
migratorios, incluyendo el chequeo médico que se exige para emigrar a
algunos países como los Estados Unidos de América. El cubano hace la
erogación en una moneda, que no es la que recibe como salario, -235
pesos cubanos mensuales como promedio- unos 9 dólares al cambio actual.
Pero existen restricciones que no están aprobadas, ni tan siquiera por
leyes hechas por el Gobierno, como por ejemplo, que una persona menor de
18 años no puede salir de visita “temporal” del país, que los médicos y
trabajadores de la salud, deben esperar 5 años, después de haber
presentado su solicitud de viaje, perdiendo desde ese momento el derecho
a ejercer la especialidad que estudiaron, lo que implica que un
cardiólogo después de solicitar su permiso de salida se convierte en un
médico de cuerpo de guardia. Si algún funcionario, deportista,
científico, etc., pide asilo político durante un viaje oficial a
cualquier país, el Gobierno no autorizará la salida de su familia como
una forma de venganza y tortura.
El propio presidente Fidel Castro, declaró el 5 de marzo de 2002, ante
las cámaras de televisión, que no se le permitirá a nadie –que penetre
en una embajada- abandonar el territorio nacional en condición de
asilado político.
Adicionalmente, ningún cubano tiene derecho a expresar una opinión si es
contraria al sistema y no puede recibir información que no sea la que
dan los medios, pues están prohibidos: el acceso a Internet, los
teléfonos celulares, los canales de televisión vía satélite, las
revistas y periódicos extranjeros, las llamadas telefónicas de larga
distancia internacional (si no se pagan en divisa), e incluso la
adquisición de un equipo de video.
La prensa independiente trata de dar a conocer la realidad cubana, pues
el Gobierno utiliza el adoctrinamiento, la censura y la información
única, como método de represión y sometimiento del pueblo.
Para nadie es un secreto que la correspondencia, el teléfono y nuestra
vida privada es continuamente acosada, vigilada e interceptada por
intermedio de los mecanismos estatales y las organizaciones de masa y
políticas que tienen su sede en los barrios; y que no respetan los
derechos y libertades ajenos, por el contrario dejan de vivir su vida
para vivir la de los vecinos de la comunidad.
Muchas de las cosas que en cualquier lugar del mundo no serían delito,
aquí debido a las restricciones que tiene el pueblo –por el orden social
existente- se convierten en intolerables. Hay decenas de miles de
personas que durante estos 43 largos años, han pasado por las cárceles y
algunas que aún permanecen, que han sido juzgadas por ello y cumplen
prisión por delitos propios del sistema. Baste recordar que por poseer
un dólar, cuando la divisa estaba prohibida, cualquiera podía cumplir
varios años de prisión.
Las llamadas “ilegalidades”, que -entre otras- están siendo más
perseguidas en estos momentos son: las construcciones sobredimensionadas
(nadie puede vivir en una casa grande o con algún lujo, esto sólo está
destinado a los miembros de la “nomenklatura” oficial), presuntas
compras de inmuebles enmascaradas en permutas desproporcionadas,
vendedores ilegales de materiales de construcción, brigadas de
constructores particulares, alquileres ilegales de viviendas,
habitaciones y espacios, probables casas de citas, cuidadores de
ancianos para quedarse con sus residencias, fábricas clandestinas y
elaboración ilegal de diferentes productos, focos de venta y consumo de
drogas, bancos de películas (videos) particulares, ocupación ilegal de
viviendas y medios de personas que abandonan el país, casas y almacenes
con productos robados, juegos prohibidos, receptadores de carne y leche,
construcción de muros y cercas perimetrales de bloques (que no permiten
a los Comités de Defensa de la Revolución, mirar para dentro de las
casas) y venta ilegal de medicamentos.
De forma general, todo el mundo tiene una idea de lo que sucede en el
país, pero no de la dimensión del problema. Dos generaciones completas,
ni siquiera saben por qué están limitadas a hacer una cosa u otra,
sencillamente nacieron bajo el signo “restricción” y han vivido así todo
el tiempo.
¡Es necesario encontrar cauces para que se oiga el clamor de quienes
sufren menoscabo como personas!. Cumpliría su objetivo esta ilustración,
si el que conozca de toda nuestra serie de desgracias nacionales,
pudiera sentir como en carne propia lo que es vivir en un país
totalitario, lo que significa ser un ciudadano de tercera clase,
sometido a un apartheid económico, social y político: ¡sin derechos
humanos!.
Conozca mas sobre esta extraordinaria mujer cubana, visitando su Página
Web oficial: www.marthabeatriz.info
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