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¿Qué hemos ganado en Irak?
Por Donald H. Rumsfeld

Algunos han descrito la situación en Irak como un nudo corredizo, observando que "el tiempo no está de nuestra parte", y que "la moral esta baja". Otros han descrito un giro de los acontecimientos "muy peligroso" y están "extremadamente preocupados".

¿Quiénes son los que han expresado estas preocupaciones? De hecho, éstas son las palabras exactas de los terroristas considerando Irak -- Abú Musab al-Zarqawi y sus socios -- que describen su propia situación y que deben contemplar con temor los progresos que ha hecho Irak a lo largo de los tres últimos años.

Los terroristas parecen reconocer que están perdiendo en Irak. Creo que la historia demostrará que ése es el caso.

Afortunadamente, la historia no se compone de titulares cotidianos, blogs en páginas web o el último ataque sensacionalista. La historia es una imagen más amplia, y medirla con precisión requiere algún tiempo y perspectiva.

Considere que en tres años, Irak ha pasado de soportar una dictadura brutal a elegir democráticamente un gobierno provisional para ratificar una nueva constitución redactada por los iraquíes, pasando por elegir democráticamente un gobierno permanente el pasado diciembre. En cada una de estas elecciones, la cifra de electores participantes se ha incrementado significativamente -- de los 8,5 millones en las elecciones de enero del 2005 hasta los casi 12 millones en las elecciones de diciembre -- en desafío a los ataques y amenazas de los terroristas.

Uno de los avances más importantes a lo largo del último año ha sido la creciente participación de la comunidad sunní de Irak en el proceso político. En la volátil provincia de Anbar, donde los sunníes son la mayoría abrumadora, la participación electoral creció de 2% en enero al 86% en diciembre. Los líderes religiosos y los jeques sunníes que previamente habían simpatizado con la insurgencia se reúnen hoy con representantes de la coalición, animando a los iraquíes a ingresar en las fuerzas de seguridad y emprendiendo lo que fundamentalistas violentos tales como Abú al-Zarqawi y sus seguidores de al-Qaeda reconocen como "una guerra a gran escala" contra ellos.

Los terroristas están determinados a tocar la fibra sensible de las tensiones sectarias y están intentando provocar una guerra civil. Pero a pesar de los muchos actos de violencia y provocación, la gran mayoría de los iraquíes ha demostrado que quieren que su país continúe íntegro y libre de conflictos étnicos. Vimos esto el mes pasado después del ataque contra el enclave chi'í de Samarra, cuando líderes de diversos partidos políticos y grupos religiosos de Irak condenaron la violencia y llamaron a la calma.

Otra transformación significativa ha sido de tamaño, capacidad y responsabilidad de las fuerzas de seguridad iraquíes. Y esto es vitalmente importante, porque son los iraquíes, después de todo, los que tienen que levantar y asegurar su propia nación.

Hoy están movilizados alrededor de 100 batallones del ejército iraquí de varios centenares de tropas a cada uno, y 49 tienen su propio espacio de batalla. Cerca del 75% de todas las operaciones militares en el país incluyen fuerzas de seguridad iraquíes, y casi la mitad de ellas son de planificación iraquí independiente, de dirección iraquí y de realización iraquí. Las fuerzas de seguridad iraquíes tienen una capacidad superior a las tropas de la coalición a la hora de detectar el rastro de terroristas extranjeros, identificar a sospechosos locales y utilizar la fuerza sin incrementar la sensación de ocupación. Fueron estas fuerzas iraquíes -- no Estados Unidos o las fuerzas de la coalición -- las que impusieron controles y contuvieron la violencia después del ataque contra el enclave de la Cúpula Dorada en Samarra. Cierto, la violencia de diversos géneros continua retrasando el progreso de Irak. Pero la coalición está haciendo todo lo posible para ver tener éxito este esfuerzo y haciendo ajustes según lo apropiado.

La motivación para un Irak libre y democrático es tan válida hoy como lo era hace tres años. Un Irak estable y libre no atacará a sus vecinos, no conspirará con terroristas, no pagará recompensas a las familias de terroristas suicida y no intentará matar americanos.

Aunque hay quienes nunca van a estar convencidos de que la causa de Irak vale los costes, cualquiera que mire al mundo de hoy de manera realista -- a la amenaza terrorista que afrontamos -- sólo puede llegar a una conclusión: hoy es el momento de resolver, no de retirar.

Considere que si nos retiramos hoy, hay todos los motivos para creer que los saddamistas y los terroristas llenarán el vacío -- y el mundo libre puede no tener la voluntad para hacerles frente de nuevo. Dar la espalda a la posguerra de Irak hoy sería el equivalente moderno a entregar la Alemania de posguerra de vuelta a los Nazis. Sería una desgracia tan grande como si hubiéramos pedido a las naciones liberadas de Europa del Este volver al dominio soviético porque era demasiado duro o demasiado difícil o no teníamos la paciencia para trabajar con ellas mientras construían países libres.

Lo que necesitamos entender es que la gran mayoría del pueblo iraquí quiere que la coalición tenga éxito. Quieren mejores futuros para sí mismos y para sus familias. No quieren que ganen los fundamentalistas. Y arriesgan sus vidas a diario para proteger su país.

Bien vale recordar eso en este aniversario de la Operación Libertad Iraquí.

Fuente: Paul Echániz
           La Nueva Cuba
           Marzo 25, 2006
           Infosearch: Celso Sarduy Agüero
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