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Artículos
En exclusiva
Por Andrés Reynaldo
Mis fuentes en Cuba, situadas en los supremos niveles del gobierno, me
han hecho llegar dispersas aunque valiosas noticias sobre la (mala)
salud de Fidel Castro y, principalmente, del ambiente de franca
confusión que impera en su entorno y buena parte de la población. En
realidad, se trata de un cúmulo de anécdotas, comentarios y rumores que
contribuyen a formar la intrahistoria, es decir, los hechos que ocurren
al margen de los grandes acontecimientos como deriva íntima e
iluminadora de la historia con mayúsculas.
Como ya sabemos, Fidel yace en su lecho de muerte. (No en su leche de
muerte, como aseguró Hugo Chávez.) Dos peritonitis, al menos tres
operaciones fallidas, recaídas infecciosas y una aguda crisis biliar
probablemente lo hayan dejado en estado de coma. Nadie se hace ilusiones.
En la escabrosa gramática de sus 80 años, coma equivale a punto final.
Tristemente, el machismo sigue siendo un influyente factor de la cultura
popular cubana. De ahí que la región anal y su periferia glútea sean
tabú entre los varones heterosexuales. Decía uno de mis maestros de
secundaria: ''Los hombres no tienen c. . .'' De modo que a Fidel,
nuestro autoproclamado Macho en Jefe, le ha tocado en suerte una
dolencia que duele, también, en la moral insular. Se entiende pues que
la prensa oficial no haya dicho ni pío (la circunstancia invita a
sustituir la í por e) sobre el deteriorado estado de su principal
paciente.
Sin embargo, la prisa, así como la novedad del trance, han facilitado
algunos deslices semánticos en el lenguaje oficial que demandarán un
posterior esfuerzo esclarecedor (más bien purgativo) de los futuros
historiadores. Algunos compañeros, en su afán de suavizar con eufemismos
o inocentes expresiones coloquiales un padecimiento presumiblemente
canceroso, han redactado frases de equívoca resonancia sexual. Por
ejemplo, impulsada por su celo en proteger a Fidel de cualquier
manipulación enemiga a través del personal médico, la Seguridad del
Estado ha ordenado poner bajo estricta vigilancia a todo aquel ''que le
haya tocado las nalgas al Comandante''.
Según las fuentes, se vivieron horas dramáticas antes de que el mismo
Fidel tomara la decisión sobre el procedimiento quirúrgico a seguir. Sus
médicos proponían una ileostomía: apertura de un provisional ano
artificial en el estómago, a fin de que los fluidos no afectaran la
cicatrización. Renuente a llevar por unos meses una bolsa de plástico
para evacuar sus heces, el enfermo optó por la peligrosa remoción de
sendas partes del intestino grueso y el recto con el posterior empalme
del colón transverso con el recto. Cuentan que su adulador canciller,
Felipe Pérez Roque, fue invitado a abandonar el histórico cónclave
después de que tratara de animar los sombríos ánimos con nerviosa y
rimada combatividad revolucionaria: ''¡Así, Comandante, así, como el
empalme de Banes a Mayarí!''
Problemas de cicatrización condujeron a un infeliz desempalme. Con el
abdomen inundado por líquidos gástricos y heces fecales, el paciente
sufrió una segunda peritonitis, aconsejándose la apertura del ano
artificial. Luego, una crisis biliar obligó a la tercera perforación con
el implante de una inútil prótesis coreana y otra española. De hecho,
era prácticamente imposible asegurar su limpieza personal. Braceando en
el crudo oleaje de sus detritus, el viejo dictador deliraba en voz alta.
Se le escuchó ordenar a Silvio que matara a Camilo en Bolivia y al
general Ochoa que sedujera a la abuelita de Elián. La crisis parecía
salirse de las manos, cuando su hermano Raúl, fiel a su fama de militar
pragmático, acudió con una solución tan radical como efectiva. Ahora,
cada vez que Fidel hace popo lo pasan por un car wash.
Otros rumores indican que el babalao de palacio ha caído en desgracia,
víctima de una terrible errata. Aparentemente, Fidel quería que los
poderosos dioses del panteón afrocubano le concedieran el don de poseer
''un fuego atroz'' para derrotar al imperialismo. Pero, a la hora de
oficiar sus enérgicos conjuros, el babalao clamó irresponsablemente por
''un fuego atrás''.
Por último, la dirección del Partido Comunista de Cuba rogó al
distinguido escritor Miguel Barnet que colaborara con el equipo
facultativo en la redacción de la hoja clínica del Máximo Líder. Dado su
inconmensurable valor histórico, los dirigentes de la isla se han
esmerado para que los informes médicos no sólo sean de un singular
interés científico, sino también literario. Que sirva a las futuras
generaciones como tesis definitoria de la mencionada patología y canon
de la poesía elegíaca de inspiración marxista-leninista.
La pluma de Barnet ha brillado en todo su esplendor al acuñar los
términos que describen de manera comprensible, amena e ideológicamente
correcta los tres anos de Fidel. Veamos. El ano de nacimiento, con ocho
décadas de uso intensivo y hoy temporalmente desconectado, ha sido
bautizado como Ano de la Reserva Estratégica del Comandante en Jefe. Al
segundo ano, motivo de intensa discusión entre los médicos y el dictador,
se le señala como Ano de la Batalla de Ideas. Y al ano de las prótesis,
que libera litros de proteínas, heces e iones, se le llama Combinado
Antiimperialista Coreano-hispano-cubano del Ano (CACA).
Espero que mis informantes en La Habana no tarden en enviar nuevas
confidencias sobre la evolución (mejor digamos involución) de Fidel,
cuyo debilitado organismo ya sólo acepta una astringente solución
intravenosa de guayabas verdes.
Fuente: El Nuevo Herald
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